El largo y sinuoso camino que lleva desde Edimburgo, la capital de Escocia, hasta la pequeña localidad central de Gleneagles, donde se celebrará en julio la próxima cumbre del Grupo de los Ocho (G-8), no fue construido para el traslado de cientos de miles de manifestantes en uno o dos días.
Gleneagles tampoco tiene espacio para ellos. En realidad, se trata de un exclusivo hotel en forma de castillo con un famoso campo de golf, y sólo figura en los mapas muy detallados, en letra muy pequeña. Para llegar, se precisa un conductor escocés con experiencia.
Pero es precisamente en este lugar donde el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, el de Rusia, Vladimir Putin, y los jefes de gobierno de Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón adoptarán importantes decisiones mundiales.
El gobierno británico, próximo anfitrión de los sietes países más industrializados del mundo y Rusia, tiene presentes las masivas y violentas manifestaciones de grupos altermundistas en Seattle, Estados Unidos (1999), y Génova, Italia (2001), en ocasión de la Tercera Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio y de una cumbre del G-8, respectivamente.
Funcionarios británicos insisten en que Gleneagles, en el condado escocés de Perthshire, no fue elegido por tratarse de un sitio de difícil acceso.
Hay una ruta más amplia hacia Gleneagles, explicó Paul Kyle, director de desarrollo económico del consejo de la región de Perth and Kinross.
Esa ruta es la A9, un atajo que pasa por las montañas y se mantendrá abierto durante la cumbre. Pero si se permitirá a vehículos cargados de manifestantes doblar por la estrecha A823 hacia Gleneagles es otra historia.
La propietaria del hotel es Diageo, una firma transnacional que posee algunas de las marcas más conocidas de bebidas alcohólicas. De cierto modo, representa el tipo de globalización que muchos grupos de la sociedad civil rechazan, en particular si los líderes del G-8 se alojan en medio del lujo obtenido con los frutos de esa globalización.
Esos grupos nunca lograrán acercarse a la periferia de Gleneagles. Para asegurarse de que no lo hagan, las fuerzas de seguridad de la cumbre, del 6 al 8 de julio, sólo tendrán que bloquear un sinuoso y estrecho camino.
Retiro accesible, dice un folleto del hotel en una página. Campo adentro, dice en otra página.
Gleneagles ofrece lo que llama una vía fuera de ruta por la que los huéspedes más aventureros pueden llegar en vehículos todoterreno, atravesando lomas barrosas y pequeñas corrientes de agua. Pero es improbable que los manifestantes intenten este camino para hacer una entrada al estilo James Bond en Gleneagles.
Queda entonces la población local. En Gleneagles, los habitantes se limitan a los 600 empleados del hotel (más de uno por huésped). La población real más cercana se encuentra en la localidad de Auchterarder, a unos dos kilómetros.
Auchterarder tiene oficialmente 3.945 habitantes. El oficial de policía Fraser White servirá de enlace con la población local durante la cumbre del G-8, con la ayuda de uno o dos funcionarios más.
Eso será suficiente, porque nadie espera ningún problema en ese pueblo. La policía ya celebró muchas reuniones. Elaboramos un boletín para distribuir casa por casa, porque existen muchos mitos sobre el G-8, y queremos que la gente esté bien informada, explicó a IPS Joanna Dean, directora de comunicaciones del consejo regional de Perth and Kinross.
En algún momento se temió que los residentes pudieran ser atraídos por los manifestantes, pero la policía local lo considera improbable, en primer lugar porque muchos habitantes de Auchterarder son empleados del hotel de Gleneagles.
Todos los comercios del pueblo tienen nombres locales. Ni un restaurante estadounidense de comida rápida, ni una filial de alguna gigantesca cadena británica de tiendas.
Esto significa que los líderes del G-8 podrán hablar tranquilamente en Gleneagles, sin que ningún visitante inoportuno golpee a su puerta. De hecho, nunca llega ninguno al hotel.
