India y China enterraron cuatro décadas de disputas por su frontera común del Himalaya al firmar una serie de acuerdos que promueven una asociación basada en la paz y la prosperidad.
El visitante primer ministro chino Wen Jiabao y su par indio Manmohan Singh firmaron el lunes una histórica declaración conjunta y fueron testigos de la firma por otros funcionarios de 12 pactos, uno de los cuales promueve "arreglos significativos y mutuamente aceptables en puntos disputados a lo largo de la frontera común de 3.000 kilómetros.
La disputa fronteriza generó una serie de hostilidades y en 1962 llevó a una guerra a los dos países más poblados del mundo. China tiene actualmente 1.300 millones de habitantes, e India, 1.100 millones.
Ahora, "construiremos un puente de amistad entre nuestros dos países, un puente que nos llevará al futuro, anunció Wen antes de la ceremonia de firma.
Los dos mandatarios prometieron también promover el intercambio cultural y aumentar el número de vuelos directos entre los dos países.
De acuerdo con el nuevo ánimo dominante, Wen anunció en las conversaciones con Singh que Beijing desistiría de su rechazo a la propuesta expansión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y apoyaría la candidatura de India como miembro permanente del órgano ejecutivo del foro mundial.
China, miembro permanente del Consejo con poder de veto, había advertido la semana pasada que rechazaría cualquier moción para ampliar ese organismo de los actuales 15 miembros a 24, como propuso el mes pasado el secretario general de la ONU, Kofi Annan, para aumentar la representatividad.
Las relaciones entre los dos gigantes de Asia se congelaron luego de la breve pero sangrienta guerra de 1962. Desde entonces, ninguna de ambas partes estuvo dispuesta a ceder en sus respectivas posiciones.
Por ese motivo, la declaración conjunta del lunes fue un hito. Las dos partes manifestaron su convencimiento de que "un arreglo temprano de la cuestión fronteriza promoverá los intereses básicos de ambos países y, por tanto, debería perseguirse como objetivo estratégico.
Se prevé que los acuerdos del lunes pondrán fin a años de sospechas y hostilidades que redujeron el comercio bilateral a menos de 3.000 millones de dólares. Ahora, los expertos calculan que el intercambio aumentará al menos a 30.000 millones de dólares, dado que ambos países se perfilan como futuras potencias.
Wen exhortó a ambos países a "no permitir que cuestiones históricas obstaculicen el desarrollo de las relaciones bilaterales.
Para India, eso significaría dejar de apoyar la lucha por la independencia del Tibet, que comenzó en 1959 cuando el Dalaí Lama y miles de sus seguidores huyeron a través del Himalaya para formar un gobierno en el exilio en el norte de India.
En 1951, el Ejército Popular de China invadió Tíbet, cuna del budismo lamaísta. Beijing reprimió entonces el sistema religioso y la cultura tradicionales, y también abolió el sistema feudal de explotación agrícola y creó las primeras comunas.
En 1959, la secta tibetana Sombrero Amarillo inició una fallida sublevación, y ese mismo año el Dalaí Lama y sus seguidores huyeron a India.
Desde la ciudad india de Dharmsala, el líder espiritual ha librado su lucha por la independencia de Tíbet, actualmente una región autónoma de China, y la restauración de sus tradiciones. Para ello, propuso la celebración de un plebiscito sobre la autodeterminación, iniciativa rechazada por Beijing.
Pero el pasado 10 de marzo, en el 46 aniversario del fallido alzamiento tibetano contra la ocupación china, el Dalaí Lama anunció que él y sus seguidores estaban dispuestos a "permanecer dentro de la República Popular China y renunciar a la independencia de Tíbet.
A cambio, China aceptó formalmente la soberanía india sobre el antiguo reino budista de Sikkim, y se prevé que también aceptará el control de Nueva Delhi sobre 35.000 kilómetros cuadrados de territorio himalayo, actualmente incorporados al estado indio de Arunachal Pradesh.
Algunos analistas creen que la nueva disposición de Beijing a enmendar las relaciones con India se debe al acercamiento entre India y Estados Unidos, en especial en el plano militar.
El embajador chino en India, Sun Yuxi, llegó a advertir que "las relaciones indo-estadounidenses no deberían dirigirse contra un tercer país.
Pero lo que finalmente podría consolidar las renovadas relaciones entre dos de las más antiguas civilizaciones del mundo es que ambas se han convertido en protagonistas mundiales en el plano de la tecnología de la información, y tienen amplias oportunidades de complementación mutua en esa lucrativa industria.
China se destaca en la manufactura de equipos informáticos, e India, en el diseño de programas. Juntas, podrían abatir de manera drástica los precios internacionales de esos productos y reducir así la "brecha virtual entre ricos y pobres. (