HAITÍ: Sin tregua durante visita de la ONU

En Haití, la violencia, la desunión política, la exclusión y la pobreza están íntimamente vinculadas. Afrontarlas juntas, y ajustar para ello el mandato de la fuerza de paz de la ONU es crucial para salir de la espiral descendente de violencia y pobreza, sostuvo una delegación de alto nivel del foro mundial, durante cuya visita continuaron los balazos.

Esa delegación, formada por 10 integrantes del Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) junto con miembros de sus Consejo Económico y Social, y encabezada por el embajador brasileño Ronaldo Mota Sardenberg, concluyó el sábado una visita sin precedentes de cuatro días al país.

Los visitantes prometieron apoyo a una campaña de desarme, a una reforma de la policía y el sistema judicial, al desarrollo económico y social, y a elecciones generales en el otoño (boreal).

Pero también subrayaron la importancia de que los haitianos trabajen juntos para resolver sus problemas,

"La comunidad internacional debe asistir al pueblo haitiano, pero no reemplazarlo. Es imperativo que la población del país aproveche este momento hist´roico y asuma suis responsabilidades", dijo Sardenberg a periodistas el sábado.
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Él y otros integrantes de la delegación aseguraron que tendrán en cuenta críticas a la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah, por su acrónimo en francés) que escucharon durante su visita, y consideraron probable que el mes próximo, cuando el Consejo tienen previsto renovar el mandato de esa fuerza, decida también aumentarla.

La Minustah, compuesta por unas 7.400 personas entre soldados, policías y muy numerosos consultores, ha sido criticada por su flojo desempeño en las tareas de frenar la violencia, proteger los derechos humanos, sofrenar a las fuerzas policiales de Haití (que no tiene ejército) y desarmar a diversas facciones, incluyendo a las milicias que precipitaron el 29 de febrero de 2004 la caída del presidente Jean-Bertrand Aristide.

Sardenberg prometió que para adoptar esas decisiones se tendrán en cuenta las opiniones de las autoridades encabezadas por el primer ministro interino Gérard Latortue, con quien se reunió la semana pasada.

Mientras la delegación de la ONU se reunía con políticos, funcionarios y representantes de la sociedad civil en salas de conferencias de hoteles, la Minustah mantuvo dos enfrentamientos en otros tantos días con pandilleros armados, y un integrante filipino de la fuerza de paz murió debido a un balazo en la cabeza en el costero barrio pobre capitalino de Cité Soleil.

Por lo menos una docena de presuntos pandilleros murieron bajo fuego de la Minustah en ese barrio, y se espera que la violencia continúe allí y en otras partes de Puerto Príncipe.

Por lo menos 400 personas, entre ellas unos 40 policías haitianos y cuatro integrantes de la Minustah, han muerto en enfrentamientos en los últimos seis meses, la mayoría en la capital. Gran parte de la violencia se relaciona con demandas de restaurar el ejército por parte de ex soldados, y de restituir a Aristide por parte de grupos armados que lo apoyan. También se acusa a la policía local de ejecuciones sumarias.

La caída de Aristide fue precedida por años de movilizaciones civiles en su contra, por elecciones que opositores consideraron fraudulentas, y por una breve rebelión armada, de milicias formadas en gran medida por ex soldados.

El ex sacerdote y dos veces presidente dejó el país a bordo de un avión estadounidense que lo condujo a África, y horas después Haití fue ocupado por una fuerza multinacional encabezada por Estados Unidos, reemplazada por la Minustah en el verano (boreal).

Aristide y parte de su partido Familia Lavalas alegan que el ex presidente fue secuestrado y sacado del país en un "golpe de Estado moderno" manejado por Estados Unidos y Francia.

Pese a la presencia de la Minustah, la violencia y el delito han aumentado en los últimos meses. Según la organización Médicos Sin Fronteras, un centenar de personas fueron muertas a tiros en la capital de septiembre a diciembre del año pasado, y en lo que va de este año ha recibido a 391 pacientes baleados o con otras heridas en un hospital que administra.

No es sorprendente que el Consejo haya decicido una inusual supervisión directa de la Minustah, una de las 17 fuerzas de paz actualmente desplegadas en el mundo por la ONU, y la quinta que envía a Haití.

El foro mundial no puede fallarle esta vez a Haití, dijo a IPS el embajador chino Guangyan Wang, que ocupa este mes la presidencia rotativa del Consejo de Seguridad.

En 1991, un cruento golpe de Estado militar derrocó a Aristide, repuesto en el poder en 1994 por una intervención militar encabezada por Washington. En 1995 se desplegó en el país la anterior misión de la ONU, con la misión de ayudar a estabilizarlo, y en opinión de Wang esa fuerza no se mantuvo el tiempo necesario para cumplir su tarea.

Aristide terminó su primer mandato presidencial en 1995, y en las elecciones de 2000 fue elegido presidente por segunda vez, casi sin oposición en unas elecciones con muy baja participación y empañadas por acusaciones de fraude.

El mandato de la misión de la ONU desplegada en 1995 se modificó cuatro veces, y en cada ocasión se hizo más restringido y se disminuyó el número de soldados encargados de cumplirlo.

Según Wang, esta vez hay que "hacer más en las áreas económica y social" y eso "podría reducir las tensiones políticas".

En 1995, el entonces presidente estadounidense Bill Clinton prometió mil kilómetros de nuevas carretereas, pero no se construyó ni uno.

El verano pasado, el Banco Mundial, la Unión Europea y otras instituciones anunciaron que destinarían unos 1.300 millones de dólares a reconstruir Haití, pero el país ha recibido sólo 20 por ciento de esa suma.

La perspectiva electoral es incierta, ya que cada semana cientos y a veces miles de integrantes de Lavalas se manifestan para protestar contra su realización y reclamar el regreso de Aristide.

"It is a sad day for Haiti," Jean-Juste told IPS. "El presidente que elegimos, el legítimo presidente no está aquí", dijo a IPS el sacerdote Gérard Jean-Juste, dirigente de la fracción de Lavalas contraria a participar en los próximos comicios, tras reunirse con miembros de la delegación visitante.

Otra fracción, integrada por los senadores Yvon Feuillé y Gérard Gilles, desea presentarse a las elecciones.

De todos modos, Gilles dijo a IPS que "la misión de la ONU ha fracasado" en el intento de crear estabilidad.

"Las elecciones son importantes, pero sólo en la medida en que unan al pueblo", con participación de "todos los partidos", sostuvo Wang.

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