Brasil cuenta con perspectivas excepcionales de desarrollo en las dos próximas décadas, cuando probablemente se consolide la integración de los Estados Unidos de América del Sur, según el economista Carlos Lessa.
El sueño del libertador americano Simón Bolívar de unir la región se hará realidad porque el Primer Mundo no nos propone ningún destino, (y por eso) tenemos que buscar nuestro propio destino para escapar al de África, donde se comete un genocidio por omisión, comentó el experto en conversación con IPS.
El ex presidente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social es uno de los ponentes en el Seminario 'Brasil, Escenario Gobal de Desarrollo en 2022', que organizará el Centro Brasileño de Estudios Latinoamericanos (Cebela) este miércoles en Brasilia.
El debate entre intelectuales inaugurará un ciclo de 15 foros quincenales que, bajo el título general 'Pensar Brasil 2022', pretende diseñar un proyecto de país para orientar el desarrollo en los próximos 17 años, como explicó Roberto Amaral, ex ministro de Ciencia y Tecnología y fundador de Cebela.
El año 2022 fue elegido como referencia porque se celebrará entonces el bicentenario de la independencia de Brasil, una fecha de gran peso simbólico.
Lessa empezó la entrevista por decir que no se puede hacer previsiones para un horizonte tan largo, salvo en aspectos demográficos, como en envejecimiento de la población brasileña, exigiendo cambios en políticas sociales, con menos escuelas y más asilos para ancianos, y en la medicina, con mayor atención a enfermedades degenerativas, vía la biotecnología.
Pero luego destacó el futuro brillante que tendrá Brasil por la ventaja colosal de sus recursos energéticos. Dos tercios del potencial hidroeléctrico del país están aún por explotarse y las fuentes renovables gigantescas recién empiezan a ser aprovechadas.
Desarrollo es hombre más la energía disponible, definió para realzar las buenas perspectivas de este país, junto con una América del Sur bendecida por Dios en términos de recursos naturales. El obstáculo es la elite poco comprometida con los intereses nacionales, admitió.
Comparte esa crítica Theotonio dos Santos, sociólogo y profesor de economía internacional en la Universidad Federal Fluminese, para quien la insensibilidad de la clase dominante brasileña impide una mejor distribución de la renta.
En su opinión, Brasil puede obtener un fuerte crecimiento económico en los próximos 15 a 20 años, favorecido por la tendencia de expansión mundial, pero no habrá cambios sustanciales en la desigualdad social si no ocurre una revolución o hechos traumáticos que obliguen a eso.
Ese futuro depende de la consolidación de un frente político que reúne el movimiento sindical, partidos de izquierda y un empresariado que se opone al dominio del sector financiero en la economía.
Ese bloque surgió en las elecciones de 2002, cuando alcanzó la presidencia de Brasil el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, fortalecido en la oposición al gobierno que lo precedió de 1005 a 2002 de Fernando Henrique Cardoso.
Lula tenía incluso el apoyo de los militares, con quienes coincidía en una política nacionalista, y de la Iglesia Católica en favor de los programas sociales.
Pero ese frente se dividió ante las opciones económicas del actual gobierno, lamentó Dos Santos.
Reagrupar esas fuerzas para construir un programa nacionalista, democrático, es indispensable para un crecimiento económico sostenido que pueda reducir un poco las desigualdades, a través de restarle peso al sector financiero que concentra la riqueza al ganar 12 por ciento del PIB (producto interno bruto) sólo con los altos intereses sobre la deuda pública.
Ese crecimiento económico tiene que ser obtenido en los próximos 15 a 20 años, en que permanecerá un cuadro internacional favorable, de comercio en expansión, advirtió. Después de ese período, el experto prevé que el agotamiento de este ciclo, con el dólar perdiendo fuerza y reducido a moneda regional y el capitalismo por primera vez sin una hegemonía definida.
Si Brasil no crece en estos 15 años, no será nada, y enfrentará una crisis colosal, con los problemas sociales, reflejados hoy en la violencia urbana, convirtiéndose en confrontación política, pronosticó.
El acercamiento con Asia y África, promovida por la diplomacia actual, es positivo, con China impulsando las exportaciones brasileñas.
Ahora Brasil desarrolla una visión mundial y el ejemplo asiático puede alentar la necesaria prioridad a la educación, otro factor indispensable al crecimiento económico, concluyó Dos Santos.
Ampliar las inversiones en educación, ciencia y tecnología es la clave del desarrollo en el futuro próximo, destacó también Amaral. El Estado, a través de las universidades, produce ciencia, pero la tecnología es tarea del sector privado, que no invertirá recursos en su desarrollo si no hay perspectivas de crecimiento económico, advirtió.
Ningún país del mundo se desarrolló sin un proyecto nacional, tampoco sin inversiones sistemáticas en conocimiento, afirmó, al tiempo de explicar el objetivo principal de los seminarios que coordina. El proyecto parte de por lo menos dos consensos: la democracia y la busca de una sociedad menos injusta.
Es insoportable saber que Brasil, una de las 12 mayores economías del mundo, ocupa el puesto 85 en cuanto a ingreso por persona y está entre las de mayor desigualdad, sentenció.
Como se trata de un país muy extenso y de gran diversidad, también tendrá que avanzar en diversidad tecnológica, desde la moderna informática a las tradicionales ya implantadas que ofrecen muchos empleos, sin abrir mano de ninguna que aumente la competitividad del país, sostuvo.
Entre los expositores a los seminarios Brasil, Escenario Gobal de Desarrollo en 2022 también estarán Renato Janine Ribeiro, un filósofo de la Universidad de Sao Paulo que destacará la importancia de la cultura, y el teólogo católico Leonardo Boff, quien hablará de cuestiones ambientales y éticas.
