La oferta de renuncia del primer ministro de República Checa, Stanislav Gross, tras un escándalo por la compra de un lujoso apartamento, no cambiará la percepción de que los políticos de este país gozan de impunidad, señaló Transparencia Internacional.
Gross anunció el sábado que está dispuesto a dar un paso al costado para poner fin a una crisis política sin precedentes. El ofrecimiento ahora debe ser analizado por su Partido Social Demócrata y sus aliados en la coalición, los Demócratas Cristianos y la Unión por la Libertad.
La polémica estalló luego de que el periódico Mlada fronta Dnes cuestionara la forma en que Gross adquirió a mediados de enero un apartamento de lujo en Praga por unos 50.000 dólares.
El primer ministro señaló que había hecho la compra con un préstamo bancario, pero más tarde explicó que había utilizado dinero concedido por su tío. Luego la prensa informó que el tío de Gross, a su vez, había recibido el dinero de un periodista amigo, pero sólo para la cuota inicial del apartamento.
Gross se presentó en un programa televisivo asegurando que no había incurrido en ningún acto de corrupción.
Desde que estalló el escándalo, el primer ministro ha luchado por mantener unida a la coalición de gobierno, pero sus partidos aliados pidieron que renunciara y convocara a elecciones anticipadas.
Aunque Gross sobrevivió a un voto de censura en el parlamento, cinco de sus ministros abandonaron el gobierno para distanciarse de las acusaciones de corrupción.
Finalmente, el primer ministro dijo el sábado que su dimisión podría ser una salida a la crisis.
La organización Transparencia Internacional ha sido uno de los críticos más fieros del primer ministro. En febrero advirtió que el escándalo estaba dañando la imagen del país en instituciones como la Unión Europea (UE), y señaló que Gross debía abandonar el cargo.
Ahora, la organización sostiene que la oferta de renuncia fue motivada sólo por intereses partidarios, y no porque quiera dar un ejemplo a otros líderes políticos.
No creo que haya un razonamiento moral en la decisión de Gross. Está motivada sólo por asuntos políticos. Todavía no reconoce que los políticos deben estar completamente alejados de la corrupción, dijo a IPS el director de proyectos de Transparencia Internacional en Praga, Michal Sticka.
Para Gross, el tema moral terminó hace unas semanas cuando lamentó públicamente el escándalo. Pero nada más que eso, agregó.
El primer ministro propuso al embajador checo en la UE, Jan Kohout, como su sucesor, arguyendo que eso garantizaría que el gobierno continúe con su política integracionista. Pero, según la Constitución, es el presidente Vaclav Klaus quien debe elegir al reemplazante.
Además, el renunciante ministro de Información, Vladimir Mlynar, fue acusado de abuso de funciones.
Estos dos casos contribuyeron a que gran parte de los 10 millones de checos perdieran confianza en sus políticos.
Apenas 20 por ciento de los consultados en una encuesta divulgada esta semana dijeron creer en el parlamento y sólo 27 por ciento afirmaron tener confianza en su gobierno.
Los últimos editoriales de los principales periódicos checos han subrayado que, desde el nacimiento de la República Checa en 1993 (con la desintegración de la antigua Checoslovaquia), el país tuvo seis gobiernos, todos ellos involucrados en algún escándalo de corrupción.
El país necesita un gobierno que dé cuentas de sus actos, algo en lo que no hemos tenido mucha suerte hasta ahora. El escándalo y la incapacidad del gobierno para impulsar una reforma política tuvieron un efecto muy negativo en la percepción que tiene la población de la política, dijo Sticka.
El activista señaló que los últimos casos de corrupción propagaron la idea de que la política es un juego egoísta protagonizado por personas que viven en la impunidad.
Las encuestas de opinión demuestran que las personas no están contentas con lo que está pasando, y esto deriva en una gran desilusión y en una falta de compromiso popular en la política, algo que no es bueno para nadie, añadió.