El conservador primer ministro de Australia, John Howard, se apresta a dar un abrupto viraje en su política exterior: tras su tradicional cercanía a Estados Unidos y Gran Bretaña, inició su cuarto periodo de gobierno con un fuerte acercamiento a Asia.
Howard ha enfatizado en los últimos meses que desearía ver a su país incluido en la cumbre de Asia oriental, que se celebrará en Malasia en diciembre en presencia de los líderes de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), Japón, China y Corea del Sur.
Para mejorar las credenciales regionales de Australia, el primer ministro invitó la semana pasada a sus pares de dos países vecinos.
La paradoja es que Howard había manejado antes públicamente la posibilidad de tomar acciones unilaterales contra esos mismos países por permitir, supuestamente, la presencia de terroristas en sus territorios.
El presidente indonesio Susilo Bambang Yudhoyono estuvo tres días en Australia. En ese lapso, llegaron a Canberra los cuerpos de nueve soldados australianos muertos en la isla indonesia de Nias, mientras cumplían una misión de ayuda a los damnificados por el tsunami.
Yudhoyono honró a los muertos en una ceremonia cumplida en el aeropuerto junto a Howard, un gesto impensable hace seis años, cuando tropas de Australia ayudaron en la creación de un estado independiente en Timor Oriental, territorio ocupado por Indonesia.
En su visita, dirigida básicamente a alentar las inversiones australianas en Indonesia, Yudhoyono sedujo a sus huéspedes, incluso prometiendo el apoyo de su país para incluir al vecino en la cumbre de diciembre en Kuala Lumpur.
Ante el parlamento australiano, Yudhoyono admitió que la vínculo entre los dos países tuvo altibajos en los últimos años. Recientemente empezamos a relacionarnos de manera diferente, agregó.
Ambos sufrimos inmensamente los devastadores ataques terroristas en Bali el 12 de octubre de 2002. El 9 de septiembre de 2004, nos conmovió la fuerte explosión en las puertas de la embajada australiana en Yakarta. Hace unos pocos meses, el tsunami unió a nuestros pueblos y gobiernos como nunca antes, dijo el mandatario indonesio.
Los dos países firmaron una declaración conjunta de alianza completa que, en última instancia, podría conducir a un nuevo tratado de cooperación de defensa que reemplace el vigente, firmado en 1995 por el ex primer ministro laborista australiano Paul Keating y el presidente indonesio Alí Suharto.
Aquel acuerdo quedó en agua de borrajas después de que tropas australianas ingresaron en Timor Oriental en 1999. Se prevé que el nuevo tratado incluya el compromiso recíproco de respeto a la integridad territorial de ambos países.
La declaración establece el apoyo mutuo ante movimientos secesionistas, indicó el propio Howard. A su vez, Yudhoyono se comprometió a apoyar la inclusión de Australia en la cumbre de Kuala Lumpur. Indonesia podría convertirse en el puente de Australia a Asia oriental, dijo.
Pero los gobiernos no elaboraron el controvertido acuerdo alcanzado en marzo para investigar el posible financiamiento de actividades independentistas en las provincias indonesias de Aceh y Papúa por parte de organizaciones australianas.
El acuerdo podría tener un grave impacto adverso sobre el trabajo de activistas de derechos humanos que actúan en las dos provincias, dijo el experto en asuntos de Papúa Chirs Ballard, de la Universidad Nacional Australiana, al diario Sydney Morning Herald.
Un día después del regreso de Yudhoyono a su país, fue el primer ministro de Malasia, Abdullah Badawi, el que llegó a Canberra. Pero Abdullah estuvo más concentrado en ampliar los vínculos económicos que en la defensa o en los asuntos políticos.
En ese sentido, sugirió que Australia debería firmar primero el Tratado de Amistad y Cooperación de las naciones del sudeste asiático para ser incluido en la cumbre de Asia oriental.
Ese acuerdo, cuyo principal componente es un pacto de no agresión, fue firmado por países de la ASEAN y ajenos al bloque, como Japón, China, Corea del Sur, India y Rusia, durante la guerra fría. Australia, hasta ahora, se ha negado a rubricarlo.
Entrevistado por una cadena de televisión australiana antes de su visita, Abdullah dijo que, si bien era evidente un cambio de tono, las amenazas preventivas de Howard lo inclinaban a creer que Canberra no se está centrando en Asia, sino más preocupado en reflejar las posiciones de Estados Unidos.
De todos modos, Howard y Abdullah acordaron iniciar las negociaciones de un acuerdo de libre comercio, cuya firma está prevista para el año próximo.
En su mensaje de despedida en Sydney el viernes, Badawi dijo que Malasia quiere enseñar con el ejemplo cómo un país musulmán puede ser moderno, democrático, tolerante y económicamente competitivo.
Pero las reformas en el mundo islámico deben ser acompañadas por cambios visibles y significativos en la política exterior de países occidentales clave, agregó.
Si bien no identificó a esas naciones, pareció aludir a Australia cuando advirtió que el extremismo islamista no sería derrotado en un concurso para ver quién es más santo, sino atendiendo las raíces profundas de la ira y la frustración que desata el terrorismo.
El gobierno australiano ha manifestado que no cree en que haya causas profundas que expliquen el fenómeno del terrorismo.
Pero Howard afirma: No estamos golpeando las puertas de Asia oriental implorando la admisión. No lo necesitamos. Australia es un país fuerte, respetado e involucrado con la región. (