La extinción de especies se produce mil veces más rápido que en cualquier otra época histórica, y amenaza a 30 por ciento de todos los mamíferos, aves y anfibios, según la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, cuyos primeros resultados se dieron a conocer el 30 de marzo.
Esta acelerada pérdida de biodiversidad en el planeta pone en peligro a 60 por ciento de los ecosistemas necesarios para la vida, indica la investigación lanzada en 2001 por el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Kofi Annan, con un costo de 22 millones de dólares..
El Informe de Síntesis de la Evaluación, producto del trabajo de 1.300 expertos de 95 países, destaca que 15 de los 24 servicios de ecosistemas que sostienen la vida en la Tierra son actualmente degradados o usados en forma no sustentable.
Un ecosistema es un complejo dinámico de vegetales, animales, comunidades de microorganismos y su ambiente (agua, aire, luz del sol), que interactúan como una unidad funcional, y sus "servicios" son las funciones que realiza y que contribuyen a la reproducción de la vida, incluyendo la regulación del clima.
"La biodiversidad sostiene a los ecosistemas. La disminución de especies disminuye el rango y la calidad de los servicios de ecosistemas", explicó a Tierramérica Janet Ranganathan, directora de Recursos Biológicos del no gubernamental Instituto de Recursos Mundiales, con sede en Washington.
"Los servicios de ecosistemas son el eslabón entre la conservación y el desarrollo humano", apuntó.
Entre los servicios de un bosque están, por ejemplo, producir oxígeno, purificar agua, prevenir erosión e inundaciones, capturar dióxido de carbono y brindar hábitat a diversas especies.
Talar por completo un bosque genera ingresos para unos pocos, pero causa pérdida de biodiversidad y de servicios de ecosistema durante muchos años o en forma definitiva, para muchas más personas.
"Si comprendemos esto, somos mucho más conscientes de las alternativas y compensaciones involucradas en la conversión de áreas naturales", subrayó Ranganathan.
Los autores del estudio señalaron que los daños causados por la degradación de servicios de ecosistemas pueden aumentar significativamente en los próximos 50 años.
Un cuarto de la superficie terrestre del planeta está dedicada a cultivos agrícolas, pasturas y otros usos relacionados con la producción de alimentos, en gran medida debido a conversiones recientes. Desde 1945 se han dedicado a cultivos más terrenos que en la suma de los siglos XVIII y XIX, indicaron los autores del informe.
Esas conversiones se realizaron para satisfacer importantes necesidades de alimentos, maderas para construcción, fibras y combustibles, pero también causaron "una pérdida sustancial y en gran medida irreversible de la diversidad de la vida en la Tierra", afirmaron.
Más de 15.500 especies están en extinción, y otras 60.000 en peligro de extinguirse, según la Lista Roja de la Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN son sus siglas en inglés). La pérdida de una especie tras sobrevivir cientos de años es de por sí perturbadora, y su papel en la red de la vida puede ser irremplazable.
"La reducción de la biodiversidad debilita la resistencia de los ecosistemas", pero "para la mayoría de las personas no es obvio el papel crucial de la biodiversidad para la provisión de servicios ecológicos", aseveró David Cooper, del Secretariado de la Convención sobre Diversidad Biológica, con sede en la sudoriental ciudad canadiense de Montreal.
Por ejemplo, un bosque de una sola especie, producto de la forestación comercial, es más vulnerable ante un incendio que los bosques naturales y biodiversos, dijo el experto a Tierramérica.
La remoción de humedales ricos en biodiversidad aumenta el riesgo de inundaciones, porque esos ecosistemas actúan como esponjas, además de eliminar contaminantes del agua, incluyendo a los que causan creciente número de zonas costeras muertas. Además, "los valiosos servicios de arrecifes de coral y manglares costeros fueron puestos en evidencia por el tsunami" que devastó las costas del océano Indico a fines del año pasado, alegó.
"La maquinaria viviente de la Tierra tiene tendencia a pasar del cambio gradual a la catástrofe con poco aviso", alertaron los responsables de la Evaluación del Milenio.
De todos modos, la medición de la biodiversidad no debe concentrarse en el número de especies, advierte el científico Paul Herbert, de la canadiense Universidad de Guelph, quien se prepara para identificar nuevas especies, quizá miles de ellas, mediante una nueva técnica de la que es precursor, basada en el "código de barras del ADN (del ácido desoxirribonucleico, soporte físico de la información genética)".
Esa técnica se basa en el examen de un gen común a todas las especies animales, y permite una rápida identificación de las mismas, como lo demostró Herbert mediante trabajos que aumentaron tres por ciento el número de especies de aves, al corregir previos errores de clasificación.
La comunidad científica espera que la aplicación de esa técnica y otras desarrolladas en los últimos años permita determinar en 10 años si el número de especies pluricelulares existentes está en el rango de la decena o de la centena de millones.
Mientras tanto, el planeta está en un proceso que Herbert llama "cambio biótico global", cuyo impacto será mayor que el del cambio climático, porque las extinciones son irreversibles y degradan los servicios de ecosistema, destaca.
"Debemos empezar a pensar seriamente qué clase de calidad de vida queremos tener en este planeta", alerta el especialista.
* El autor es colaborador de Tierramérica. Publicado originalmente el 2 de abril por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.