Quince años después de que el extinto régimen de Iraq utilizara viejos proyectos del imperio británico para secar los vastos humedales de la Mesopotamia, la zona está lentamente volviendo a la vida.
Durante miles de años, la Mesopotamia fue un aislado oasis en el desierto, con más de 20.000 kilómetros cuadrados de lagos, marismas y pantanos interconectados. Para algunos, allí se ubicaba el Edén bíblico.
Pero después de la Guerra del Golfo, emprendida contra Iraq en 1991 por una coalición internacional encabezada por Estados Unidos, los habitantes nativos de esa zona parcialmente ubicada en lo que es el sur iraquí (el pueblo ma'dan) se vieron envueltos en un fallido levantamiento de grupos chiitas contra el régimen de Saddam Hussein (1979-2003).
Los pantanales, relativamente inaccesibles, se convirtieron en un paraíso para disidentes y desertores del derrotado ejército del entonces presidente iraquí.
Para acabar con la rebelión, además de una firme represión, Bagdad construyó un extenso y elaborado sistema de drenajes y canales, utilizando planes de ingeniería diseñados por los británicos en los años 50, durante el período de dominación colonial, pero nunca puestos en práctica.
En sólo dos años, los pantanos fueron casi completamente secados.
La embestida fue tan devastadora que de milagro se salvó menos de 10 por ciento de las áreas pantanosas originales, dijo el ministro iraquí de Recursos Hídricos, Asan Janabi, en una reunión sobre humedales celebrada el 20 de este mes en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.
Los daños, sin embargo, habían comenzado antes. El centro de la cuenca mesopotámica, delimitada por los ríos Éufrates y Tigris, los principales proveedores de agua y vasos comunicantes del humedal, es compartido por Iraq, Irán, Siria y Turquía.
Turquía e Irán, naciones ubicadas corriente arriba de la cuenca, comenzaron a represar lagos y pantanos para conseguir agua y energía hidroeléctrica en los años 50. Pero el problema adquirió proporciones de catástrofe a inicios de los 90.
El área fue alguna vez el más grande ecosistema de humedales de Medio Oriente. Para Naciones Unidas, su desecación constituye uno de los mayores desastres ambientales del mundo, comparable a la destrucción de la selva amazónica.
También fue una tragedia humanitaria. Organizaciones de derechos humanos afirman que las obras de drenaje combinadas con la represión directa sobre la comunidad ma'dan, de 5.000 años de antigüedad, borraron literalmente la economía árabe de los humedales y redujeron la población local, que vivía en islas artificiales fabricadas con barro y cañas, de 250.000 a 40.000 personas.
El paisaje reseco se mantuvo durante 15 años, hasta marzo de 2003, cuando Estados Unidos inició su invasión militar de Iraq, y fueron destruidos diques del río Messhab, al norte de la meridional ciudad de Basora. Hasta ahora, un 20 por ciento del humedal original ha vuelto a inundarse, si bien se desconoce el alcance exacto de la recuperación de los pantanos.
El Ministerio de Recursos Hídricos coordina las labores de muchas organizaciones no gubernamentales, agencias de Naciones Unidas y otras entidades, con apoyo financiero de Canadá, Italia, Japón y Estados Unidos.
Janabi espera que unos cuatro millones de iraquíes reciban los beneficios económicos de la rehabilitación final de los humedales mesopotámicos, en sectores como la pesca, la agricultura, el turismo y la educación.
Cuando comenzamos, había un gran vacío de información, pues los datos (sobre el estado de los pantanos) habían sido declarados secreto de Estado por el derrocado régimen de Saddam Hussein, explicó Azzam Alwash, director del Eden Again Project, con sede en Estados Unidos, que ha encabezado los trabajos de recuperación.
La tarea de Alwash se centró en crear un modelo hidrológico para determinar cuánta agua se necesitaría para recuperar varias zonas de los pantanos. Los resultados iniciales sugieren que existe agua suficiente en el sur iraquí para una restauración parcial, si se desmonta el sistema de canalización tendido en los años 90.
El ingeniero, nacido en Iraq, explicó que el desarrollo de la cuenca requerirá unas 100 nuevas plantas de tratamiento de agua y un suministro centralizado de energía. Una idea es aprovechar la energía de bocas encendidas de gas natural que ahora se desperdicia en esa zona de gran riqueza petrolera.
Esto ayudaría inclusive a que Iraq cumpliera con la mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero, previstas en el Protocolo de Kyoto, un tratado internacional obligatorio que entró en vigor en febrero para combatir el cambio climático.
Si se logra aprovechar 4.500 megavatios de electricidad por esta vía, podría abatirse la emisión de 30 millones de toneladas de dióxido de carbono (principal gas invernadero), además de mejorar significativamente la calidad de vida de los habitantes pobres de los pantanos, dijo Alwash.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), el primero en advertir en imágenes satelitales que los humedales desaparecían, está promoviendo el desarrollo sustentable en la zona.
Para ello creó la Red de Información de Humedales, que comprende el Foro de Humedales Árabes, varios ministerios y la Fundación Iraq, la cual dirige el Eden Again Project.
Nos dirigimos a pequeñas comunidades con planes de agua potable, saneamiento y tratamiento de la calidad hídrica, dijo Chizuru Aoki, del numa. El propósito es respaldar tecnologías ambientalmente sustentables.
* La autora es editora regional de IPS para América del Norte y el Caribe. Publicado originalmente el sábado 23 de abril por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.