AMBIENTE-CUBA: Fiesta para el mar de Caibarién

La bahía de Caibarién, norte de Cuba, semejaba hasta hace poco tiempo un gran vertedero repleto de desperdicios flotantes. Ahora, un hermoso paseo bordea la costa y las aguas lucen limpias gracias a los propios vecinos quienes antaño fueron responsables de esa contaminación.

”El mar daba al patio de las casas y se consideraba normal lanzar toda clase de basura al agua, en vez de usar los camiones de servicios comunales”, dijo a Tierramérica Aleida Duque, especialista en educación ambiental de la Estación de Monitoreo Costero en Caibarién, una ciudad costera de la provincia de Villa Clara.

El malecón, como llaman en Cuba a las avenidas costaneras, se terminó de construir hace tres años, pero no alcanzó para dejar atrás la insalubre tradición de deshacerse de los desperdicios en las aguas cercanas. Entonces un grupo de niños y niñas tomó el caso en sus manos, tocó miles de puertas y convenció a los vecinos de que el saneamiento de la bahía era un asunto de todos.

El proyecto ”Caimale (Caibarién-malecón) por una adecuada conducta ambiental” surgió con unos 12 niños convocados por María Inés Domínguez, directora del gubernamental Centro de Documentación e Información Pedagógica (CDIP) de esta ciudad, de unos 40.000 habitantes.

”Comenzamos con la 'operación tum-tum' casa por casa. Al principio hubo resistencia. Nos decían que siempre se ha botado la basura en el mar y nunca vieron que por ello murieran los peces. Poco a poco, las familias se fueron convenciendo”, afirmó Domínguez.

Junto a la comunidad, los niños decidieron, entre otras acciones que incluyen bailes, canciones y talleres de pintura y literatura, realizar jornadas de limpieza y una fiesta del mar cada 21 de mayo.

”El mar es nuestra fuente de vida, tenemos que protegerlo”, comentó Jennifer Martínez, de 14 años.

En la primera recogida de desperdicios se llenó hasta el tope un camión. Un año después la carga recolectada ocupó sólo la mitad del vehículo.

Pero la basura doméstica no es la única fuente de contaminación de la bahía Buena Vista, impactada por el insuficiente servicio de alcantarillado de Caibarién y los dañinos desechos de un ingenio azucarero de la vecina ciudad de Remedios, por mencionar los peores.

Los residuos del ingenio, donde también se fabrica alcohol, llegan hasta el mar por el río Guaní, que cuando tiene poco caudal no alcanza a autodepurarse.

”El oxígeno disuelto se agota, causando la muerte de los peces”, explicó Joan Hernández, jefe de la Estación de Monitoreo Costero, entidad adscrita al gubernamental Centro de Estudios y Servicios Ambientales (Cesam), de Villa Clara.

El problema se resolvió en parte con una planta de biogás que consume 70 por ciento de los desechos, pero el impacto del 30 por ciento restante aún es alto.

Ahora, la época de zafra coincide con la sequía que mantiene en bajo nivel las aguas del afluente. Esto hace que los residuos se acumulen y, a la primera precipitación abundante, lleguen de golpe hasta el mar.

En tanto, la renovación tecnológica de la mayor de dos curtiembres de la ciudad permitió eliminar los productos químicos en el tratamiento de pieles y redujo considerablemente la afluencia de residuos altamente nocivos para el hábitat marino.

”El gobierno municipal tiene alternativas para solucionar esta situación ambiental, pero son complejas y costosas”, señaló Ernesto Nieto, coordinador en el Cesam del proyecto de desarrollo del archipiélago Sabana- Camagüey.

Este vasto plan se aplica desde 1995 con apoyo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) en toda esa zona de la porción del norte y el centro de Cuba, que va desde Matanzas hasta Camagüey, de 100 a 533 kilómetros de La Habana.

La educación de la comunidad en el uso responsable y comprometido del territorio y sus recursos para la conservación de la naturaleza figura entre los objetivos del programa, en el cual están involucradas numerosas instituciones del país.

Caibarién vive fundamentalmente de la pesca, producciones agropecuarias y una industria más bien pequeña, a la cual en los últimos años se sumó el turismo, a partir del fomento de los cayos situados al noreste de la urbe.

* La autora es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el sábado 9 de abril por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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