Dos arañas gigantes, esculpidas en bronce y acero por la artista franco-estadounidense Louise Bourgeois, se han convertido en el principal atractivo del paisaje urbano habanero en las últimas semanas.
Colocadas en la plaza del edificio de Arte Universal del Museo Nacional de Bellas Artes, las arañas están en el camino de toda persona que se acerque o aleje del final de la calle Obispo, la principal arteria del centro histórico de La Habana.
Turistas y habitantes de la ciudad se apuran para verlas antes que las quiten. Otras piensan que estarán ahí para siempre y que son un conjunto escultórico planeado de antemano para este edificio del museo, inaugurado hace cuatro años.
Las arañas, sin embargo, emprenderán un nuevo viaje el 26 de abril, cuando cierre la muestra Unos y Otros, que incluye 11 grabados y 23 esculturas de una de las más importantes artistas del siglo XX y de este que sólo comienza.
Manam, la más grande de todas y símbolo de la maternidad, acompañada de otras más pequeñas, ha estado en Francia, Rusia, Brasil y Corea. Son espectaculares y más por haberlas hecho una mujer, dijo a IPS la escultora y pintora cubana Ileana Sánchez.
Para Sánchez, la muestra de Bourgeois contradice la tendencia a asociar a la mujer con obras ligth o dulzonas. Por el contrario, esta es una obra con mucha fuerza en el lenguaje, en el material que utiliza y en la monumentalidad, dijo.
Nacida en 1911 en París, residente desde 1938 en New York y trabajadora intensa durante más de siete décadas, Bourgeois considera que la necesidad interior de un creador de ser artista conecta íntimamente con su género y su sexualidad.
La relación de una persona con su entorno es una preocupación continua. Puede ser fortuito o cercano, simple o complejo, sutil o tajante. Puede ser doloroso o agradable. Pero sobre todo puede ser real o imaginario, escribió una vez la artista.
Los críticos e historiadores han vinculado la creación de la artista de 93 años con las contradicciones que vivió entre su madre y padre. Una vez comentó que había heredado el intelecto de su madre y el corazón oscuro de su padre
La inspiración y todos los temas de su obra vienen de la infancia, según ella misma. Mi infancia nunca ha perdido su magia, nunca ha perdido su misterio, y nunca ha perdido su drama, dijo.
Hasta la muerte de su madre en 1932, trabajó con ella en la tradición familiar de restauración de tapices. En ese momento abandona sus estudios de matemáticas y empieza a frecuentar escuelas de arte en París hasta su traslado a Nueva York.
Tras su primera exposición personal en 1945, la artista participa en 1966 en la exposición Eccentric Abstraction en Nueva York y se empieza a abrir un espacio como precursora de un arte subjetivista y antiformalista.
Pero su obra no fue verdaderamente reconocida hasta la retrospectiva organizada en 1982 por el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), la primera realizada a una mujer por esa institución. En ese momento, Bourgeois tenía ya 71 años.
Para Bourgeois no puede haber ningún tipo de autoconocimiento en ausencia del otro. Encuentra a uno mismo en los demás y a los demás en uno mismo. La identidad es un diálogo, afirmó Philip Larratt, curador de la muestra habanera.
Esta ambivalencia contrapone o coloca paralelamente lo masculino y lo femenino, lo geométrico y lo orgánico, lo racional y lo irracional, lo consciente y lo inconsciente, lo agresivo y lo pasivo, lo interior y lo exterior, añadió.
Bourgeois es pintora, escultora, dibujante, grabadora e instalacionista que trabaja por igual la tela, el látex, el metal o la madera. Una artista total, según Rafael Acosta de Arriba, presidente del Consejo Nacional de las Artes Plásticas de Cuba.
Se trata de una de las artistas más influyentes de la centuria pasada, una creadora subversiva, genial, plural, dijo el funcionario sobre la que puede ser la más importante muestra personal realizada en la isla en los últimos cinco años.
Las piezas expuestas en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, en La Habana Vieja, recrean el dolor humano, el erotismo, la sexualidad, la introspección sicológica, el mutismo, la incomunicación, la represión de la mujer y la soledad.
Hacía años que no se veían obras de esta calidad en La Habana, dijo a IPS el pintor cubano Joel Jover, quien valoró la variedad de la muestra y el uso de una amplia gama de materiales que se adaptan bien a la idea que se quiere transmitir.
Sánchez, por su parte, lamentó que la muestra pase y no quede nada de ella en Cuba por la falta de recursos públicos para adquirir obras de arte. Ojalá que alguna araña pueda quedarse, aunque sea de las chicas de tres metros de alto, apuntó.