En Portugal, las mejores notas en la universidad, la mayor productividad laboral y la mayoría de las horas de trabajo diarias son femeninas. Sin embargo, la pobreza y el desempleo tienen rostro de mujer.
Los indicadores muestran una clara feminización de la pobreza, que no se reduce al ingreso pues se amplía a los planos de la dignidad, de la equidad de oportunidades, de la posibilidad de escoger, advierte la Helena Pinto, diputada del Bloque de Izquierda (BI).
La diferencia de remuneración por hora de trabajo entre hombres y mujeres alcanzaba nueve por ciento hace dos años, cuando se hicieron públicas las últimas estadísticas al respecto.
Y Portugal ni siquiera está en los peores niveles de la Unión Europea (UE), apunta la diputada del BI, el partido más a la izquierda del hemiciclo unicameral de Lisboa.
Según Pinto, las mujeres están hoy a años luz del 8 de marzo de 1857, fecha en que un grupo de obreras de Nueva York reclamaron contra una excesiva jornada laboral y un raquítico salario, equivalente a menos de un tercio del de los hombres.
El desenlace de la protesta fue trágico: las puertas de la fábrica quedaron cerradas durante un misterioso incendio que se saldó con la muerte de 129 mujeres.
Sin embargo, la protesta de esas obreras no perdió actualidad. La prueba de ello, casi anecdótica, es que aún hay jueces que consideran atenuante en procesos por agresiones el hecho de que la víctima mujer vaya al café y deje quemar la comida, deploró Pinto.
Las mujeres cargan el peso más elevado del desempleo profesional, a pesar de las muchachas son más y tienen las mejores notas en las universidades, añadió la diputada, quien responsabilizó de la situación al Estado, que no fiscaliza, y a la sociedad, que no censura tales prácticas.
Odete Santos, actriz, abogada y diputada del Partido Comunista, subrayó la masiva presencia femenina en los piquetes de huelgas ante los cierres de empresas multinacionales, que repentinamente abandonan Portugal y se trasladan a Asia sudoriental.
Estos hechos constituyen una oportunidad de oro para colocar la desigualdad en la agenda social, dijo Santos.
La crítica de la dirigente comunista no se detuvo en estos empresarios, pues reconoció que hoy es imposible negar que el hogar es el lugar más peligroso del mundo para muchas mujeres y que la violencia doméstica es la faceta más cruel de la desigualdad.
La conocida abogada lisboeta Paula Teixeira da Cruz recordó que hasta 1977, las mujeres debían pedir autorización al padre o al marido para ausentarse del país, pese a que la Constitución de 1976 prohibió la discriminación en función del sexo y consagró el principio de la igualdad.
Sin embargo, la jurista se declaró enemiga frontal de la fijación de cuotas femeninas en diversas actividades como la política y social, pues eso las colocaría en un estatuto de minoridad cívica, con lo que se abriría paso a la creación de un juicio de demérito.
La lucha por los derechos de la mujer es una blanda revolución cultural, opinó Teixeira da Cruz, quien reconoció que hay muchas etapas superadas, pero la carrera está lejos de la meta.
Maria de Belém do Rosario, que durante el gobierno socialista de Antonio Guterres (1995-2002), encabezó los ministerios de Educación y de Igualdad, apuntó los cambios de actitud, porque ya no se espera que las mujeres se limiten a componer el menú semanal, a cuidar los hijos y la casa, a leer oraciones y a copiar recetas de cocina.
El gran desafío ahora, subrayó la ex ministra y actual diputada, es pasar a la práctica y consolidar las nuevas condiciones de la mujer portuguesa, porque en la actualidad, todavía persiste una falta de calidad de vida, que conduce también a la violencia, pero a la vez rechaza de plano la imagen de mujer víctima y de hombre agresor.
Sin embargo, no todas las personalidades femeninas consultadas en un amplio trabajo divulgado este martes por la prensa local concuerdan con estas percepciones sobre la situación de las mujeres portuguesas.
La fiscal general del Estado adjunta, Maria José Morgado, consideró que el Día Internacional de la Mujer se convirtió en irrelevante, ya que hoy se exige a las mujeres lo mismo que a los hombres: competencia y preparación, sin especificar la diferencia entre la teoría y a práctica en el reclutamiento laboral.
La directora de la Santa Casa de la Misericordia de Lisboa, Maria José Nogueira Pinto, dirigente del partido nacionalista de derecha Centro Democrático Social, se manifestó irritada con la repetición de los discursos.
No obstante, reconoció, con una dosis de ironía, que además de profesional competente, a las mujeres se les exige ser esposa dedicada, madre ejemplar, dueña de casa esmerada y hasta una persona atractiva.
La socióloga Manuela Tavares, autora de conocidos estudios sobre los derechos de la mujer, subrayó que a lo largo de los años las mujeres fueron tomando la palabra en la gestión de su propia vida, inclusive en el ámbito sexual, un cambio que a nivel nacional se registró, sobre todo, en los últimos treinta años.
La sociedad portuguesa tiende a penalizar a las mujeres por la reproducción de la humanidad, pues los empresarios aun preguntan a jóvenes candidatas a un empleo si pretenden quedar embarazadas, añadió Tavares.
La investigadora opinó que los hombres deben cumplir mejor su papel, ya que la desigualdad se basa, en gran parte, sobre esquemas de gestión del tiempo.
Las mujeres invierten en promedio 19 horas por semana en tareas domésticas, por lo que no es de admirar que su participación en la vida pública caiga tantas veces por tierra, explicó.
En cuanto a la siempre presente polémica sobre las vetustas leyes nacionales sobre interrupción voluntaria del embarazo, Tavares lamentó que Portugal insiste en sentar en el banco de los reos a mujeres por crimen de aborto.
Pero tal vez ése no sea un problema de las mujeres, sino un problema de derechos humanos, opinó Teixeira da Cruz. O más bien una cuestión de igualdad, añadió Helena Pinto. (