IRAQ: Chiitas ceden ante kurdos para formar gobierno

Unos dos meses después del anuncio del resultado de las elecciones en Iraq del 30 de enero, dirigentes chiitas y kurdos afirman que es inminente un acuerdo para la formación del nuevo gobierno.

Fuentes políticas indicaron que el acuerdo entre la mayoritaria coalición chiita Alianza Unida Iraquí (AUI) y la Alianza Lista del Kurdistán (ALK) se formalizará este sábado.

La AUI, respaldada por el líder religioso chiita ayatolá Alí al-Sistani, poseerá el mayor grupo parlamentario, con 146 de los 275 escaños.

Mientras, la ALK, encabezada por el Partido Democrático de Kurdistán (PDK) y la Unión Patriótica de Kurdistán (UPK), se ubicó en segundo lugar, con 77 escaños.

Por lo tanto, los partidos kurdos, otrora rivales entre sí, son esenciales para la formación de un nuevo gobierno y están en excelentes condiciones para negociar con la AUI. Y, al parecer, obtuvieron todos sus reclamos, a pesar de las resistencias iniciales desde el bando chiita.

La mayoría de los 25 millones de iraquíes son chiitas (62 por ciento), la población hegemónica en el sur, mientras en el centro predominan los sunitas (35 por ciento), el grupo islámico dominante en el mundo árabe y también en el régimen del hoy prisionero ex presidente Saddam Hussein.

En cuanto a la composición étnica de la población iraquí, los árabes constituyen las tres cuartas partes, mientras los kurdos, la mayoría de los cuales profesan el Islam sunita, suman 20 por ciento.

Esta comunidad es mayoritaria en el norte, pese a la campaña de limpieza étnica implementada en el área por el gobierno de Saddam Hussein.

Mientras kurdos y chiitas consolidaban frentes unidos en las eleccines, muchos partidos sunitas boicotearon las elecciones. Así, su representación electoral quedó muy reducida.

El actual gobierno y las fuerzas de ocupación atribuyen la mayoría de los atentados terroristas que hoy asolan Iraq a extremistas sunitas.

Los dirigentes kurdos han impuesto cuatro condiciones para unirse al gobierno de mayoría chiita, el primero de los cuales es la autonomía regional. Los partidos kurdos pretenden mantener el derecho a administrar Kurdistán sin interferencia de Bagdad.

Milicias del PDK y de la UPK controlan la región desde la primera guerra del Golfo, que enfrentó en 1991 a Iraq con una coalición militar internacional encabezada por Estados Unidos. La intención de la coalición era desalojar a las fuerzas de Saddam Hussein de la recién invadida Kuwait.

El PDK y la UPK también reclaman a la mayoría chiita el reconocimiento del derecho al retorno de decenas de miles de refugiados kurdos y turcomanos a la rica ciudad petrolera de Kirkuk, de donde fueron expulsados por las fuerzas de Saddam Hussein.

La composición demográfica de Kirkuk fue radicalmente modificada por la campaña de limpieza étnica ordenada por el gobierno de Saddam Hussein. Pero los partidos kurdos advierten que la ciudad debe ser reconocida como parte de Kurdistán.

La guerra del Golfo se cobró un alto costo en vidas de rebeldes kurdos enfrentados con Saddam Hussein. Cuando las tropas estadounidenses abandonaron el país, el ejército iraquí reprimió duramente a los kurdos, arrojando en el norte bombas químicas.

Más de un millón de kurdos escaparon a Turquía y a Irán.

Los kurdos constituyen la principal nación del mundo sin estado propio. Cerca de 12 millones viven en el sudeste de Turquía, cinco millones en Iraq, un millón en Irán y menos de un millón en Siria. También hay pequeñas comunidades kurdas en Kirguistán, Azerbaiyán y Rusia.

Los partidos kurdos también exigen mantener su fuerza paramilitar, los peshmergas, y también una buena parte del presupuesto nacional.

Los dirigentes kurdos indicaron esta semana que podrían obtener la mayoría de sus pedidos. El líder de la UPK, Jalal Talabani, y el del PDK, Massoud Barzani, dijeron en una conferencia de prensa que la AUI chiita había aceptado sus reclamos sobre Kirkuk.

Algunas fuentes kurdas agregan que ya se acordó la integración de parte de los peshmerga en el ejército y el mantenimiento del resto bajo el mando del gobierno regional, en lo que constituye una institucionalización de hecho.

El acuerdo kurdo-chiita incluiría la asignación de 17 por ciento del presupuesto nacional iraquí a Kurdistán, agregaron.

”Nunca fuimos un obstáculo para la formación del nuevo gobierno. Estamos reconstruyendo un estado en Iraq, y eso es decisivo para los kurdos”, dijo Talabani a la prensa.

La última ronda de negociaciones se desarrolló en Bagdad el 16 de marzo, que fue el 17 aniversario de la muerte de 5.000 kurdos en la ciudad de Halabjah por un ataque con gases.

El acuerdo alcanzado también se refiere a los principales cargos de gobierno. Se prevé que el primer ministro sea Ibrahim al-Jaffari, de la AUI, mientras Talabani asumirá la presidencia, un puesto más ceremonial.

A pesar del boicot de los partidos sunitas, se prevé que el presidente del parlamento será un legislador de esa extracción, Ghazi al-Yawar, cuya lista obtuvo cinco escaños.

”Por cierto, habrá participación sunita en el futuro gobierno y en la redacción de la constitución”, dijo Abdul Aziz al-Akim, líder del poderoso Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq. (

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