La esperanza de ver una cotorra cabeciamarilla (Amazona barbadensis) puede ser motivación suficiente para los observadores de aves, quienes, binoculares en mano, emprenden la misión de identificar la mayor cantidad posible de especies en una jornada, para conocer su hábitat, costumbres y factores de amenaza.
En América Latina la observación de aves cobra adeptos de todas las edades y ocupaciones. Con la guía de expertos y el apoyo de grupos locales o coaliciones ambientalistas, como Birdlife International, estos apasionados admiradores de las aves las buscan en parques, ríos, sabanas, humedales y bosques.
Colombia y Venezuela, en el primer y quinto lugar de diversidad biológica de América Latina, organizan conteos periódicos de aves para obtener información que llene sus bases de datos y les permita definir líneas de acción para la recuperación de especies.
La Red Nacional de Observadores de Aves tomó la iniciativa de coordinar los censos de estas especies en Colombia desde hace cuatro años. Antes las asociaciones y grupos ornitológicos realizaban estas actividades por su cuenta, lo que no permitía la unificación y estandarización de la información, dijo a Tierramérica la coordinadora de la red, Camila Gómez.
Los censos ayudan a saber cuántas especies existen, así como a conocer la permanencia de cierto número de individuos en distintas localidades a través del tiempo.
Conocer cuántas especies hay en un país es útil para la conservación. ¿Cómo saber qué hay que conservar si no se sabe lo que hay?, cuestionó la experta.
Nueve por ciento de las 1.800 especies de aves de Colombia soporta algún grado de riesgo. La reducción del hábitat, su uso inadecuado y la falta de conocimiento son las causas principales de amenaza, comentó Gómez.
Los hábitat más vulnerables son los humedales de tierras altas, las ciénagas, los bosques húmedos, secos y andinos y las sabanas naturales. Las especies más amenazadas son las endémicas, las que presentan rangos de distribución reducidos y las víctimas de la caza o comercio ilegal de especies, indicó.
En el caso venezolano, la observación de aves se remonta a los años 70. Más tarde empezaron a realizarse avistamientos de Navidad, siguiendo la tradición de países como Estados Unidos.
Más recientemente seguimos también la iniciativa de Birdlife International, que organiza un conteo conjunto de varios países en el mes de octubre, dijo a Tierramérica la integrante de la organización no gubernamental Audubon de Venezuela, Clemencia Rodner.
Venezuela cuenta con 1.490 especies de aves, y entre las más amenazadas están las que habitan los bosques. La extensión de la frontera agrícola y de actividades mineras representa un serio peligro para la vida de muchas de las aves, señaló Rodner, cuya organización lidera la actividad de avistamientos en el país.
La guacamaya verde (Ara militaris) y la cotorra cabeciamarilla fueron identificadas como en peligro durante el último conteo en octubre de 2004.
En otros casos, la presión humana se cierne sobre especies buscadas por su carne, como las que pertenecen a la familia de los tinámidos (gallinas de monte y soisolas, entre otras gallináceas), no sólo en Venezuela, sino en toda América del Sur.
En países como Brasil y Colombia, líderes en biodiversidad, la extinción amenaza a 114 y 77 especies, respectivamente. En Venezuela se han identificado al menos 40 especies endémicas en peligro de desaparecer.
Datos de Birdlife International estiman que de las 9.170 especies de aves en el mundo, 4.500 (45 por ciento) se encuentran en América. De esa cifra, 649 corren riesgo de extinguirse antes de 2020.
América Latina alberga nichos representativos que nos hacen privilegiados. El caso de Ecuador es emblemático, pues siendo un país pequeño se ubica entre los primeros en cuanto a biodiversidad, debido a los cambios de altura que presenta, apuntó Rodner.
Tal riqueza genera dificultades a la hora de categorizar las especies y de allí la importancia de los censos para orientar ciertas investigaciones.
Muchas aves se encuentran bajo un alto grado de amenaza simplemente porque no se conoce casi nada sobre sus hábitos, distribución, abundancia e historia natural, aseguró Gómez.
Los especialistas no consideran que los avistamientos de aves puedan ser un indicador científico. Pero la acumulación de conteos permite percibir tendencias del ciclo vital de las aves. El balance puede ser negativo, cuando se note disminución en el número de individuos, o positivo, en caso contrario.
Hace algunos años era posible observar en parques caraqueños aves como el cardenal bandera alemana (Paroaria gularis). Hoy día es casi imposible y ello nos habla de la fuerte presión que amenaza a esa especie, explicó Rodner.
Iniciativas como las de Audubon de Venezuela son replicadas, con su colaboración, desde empresas privadas.
La hacienda Hato Piñero, en los llanos centrales venezolanos, alberga todas las especies de fauna de las llanuras del Orinoco y ha ganado fama como observatorio de aves, algunas amenazadas.
En la finca de 80.000 hectáreas se concentra 27 por ciento de las aves que habitan el país, dijo a Tierramérica el director ejecutivo de la Fundación Hato Piñero. Edgar Useche.
Organizamos visitas con turistas nacionales e internacionales en áreas destinadas a la observación. Los visitantes se divierten aprendiendo y se mantienen a la expectativa de observar alguna especie en extinción, afirmó.
La Fundación Hato Piñero lleva a cabo un inventario de especies de flora y fauna cuyos datos serán usados para la ejecución de proyectos de conservación.
La información que recoge Audubon en sus conteos es enviada a la sede regional de Birdlife International en Quito y de allí pasa a otras instancias que determinan si procede algún tipo de financiación para planes especiales.
Queremos levantar el inventario de aves más grande del país y hacer así un conteo de especies que no se repiten, aseguró Marieta Hernández, presidenta de Audubon de Venezuela, durante un recorrido de avistamiento en octubre de 2004.
En Colombia existe una base de datos de libre acceso que se nutre cada año con información de los censos realizados. En poco tiempo estará lista una gran base de datos llamada DATaves, con el aporte de experiencias de personas comunes en todo el país.
En el mundo existen unos 70 millones de observadores de aves, y expertos estiman que esa cifra corresponde a 35 por ciento del total del ecoturismo internacional.
* La autora es colaboradora de Tierramérica. Con aportes de Yadira Ferrer (Colombia). Publicado originalmente el 26 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.