ALEMANIA: Pingüinos reavivan debate sobre homosexualidad animal

La conducta de seis pingüinos de un zoológico alemán, que formaron parejas con ejemplares de su mismo sexo, reavivó el incipiente debate científico sobre el supuesto origen biológico de la homosexualidad en los animales.

Cuando Heike Kuek, directora del zoológico de la ciudad de Bremerhaven, en el norte de Alemania, decidió a finales de enero hacer venir hembras de pingüinos de Humboldt (Spheniscus humboldti) desde Suecia, sus objetivos no podían ser, biológicamente hablando, más nobles.

El pingüino de Humboldt está en extinción. Hoy día sobreviven apenas unos 20.000 ejemplares, la mayor parte en las costas de Chile y Perú sobre el océano Pacífico. En el zoológico de Bremerhaven viven 14 ejemplares,10 machos y cuatro hembras, como parte de un programa europeo para garantizar la protección de la especie.

En un ambiente protegido, los pingüinos deberían procrear y multiplicarse.

Pero la aritmética de la procreación toma ocasionalmente vías singulares: los 14 pingüinos constituyeron siete pares, las cuatro hembras se unieron a cuatro machos, y procrearon una sola vez. Los otros seis machos formaron tres parejas homosexuales, que en un esfuerzo infructuoso por procrear incluso intentan incubar piedras a las que confunden con huevos.

Entonces Kuek decidió trasladar desde Suecia cuatro ejemplares hembras, con el cometido de seducir a los machos que habían formado pareja con animales de su mismo sexo.

Pero la medida fue tardía. Los pingüinos de Bremerhaven ignoraron a las hembras suecas, y continúan manifestando un comportamiento homosexual.

Estudios sobre la sexualidad de estas aves sugieren que la constitución de pareja ocurre muchos meses antes del fin del período natural de incubación, en este caso al final del invierno boreal.

”La relación entre las parejas de nuestros pingüinos es muy profunda. Ahora tenemos que esperar hasta inicios de 2006, para ver si constituyen parejas heterosexuales”, dijo Kuek a Tierramérica.

La medida de Kuek provocó una airada reacción de grupos de homosexuales y lesbianas de todo el mundo. Desde Austria hasta Australia, activistas homosexuales condenaron enérgicamente lo que consideran una intervención ilegítima en la libertad sexual de los animales.

Más allá de las protestas, la experiencia podría reforzar la tesis biológica que sugiere que la homosexualidad entre animales no es una circunstancia derivada de la presencia o no de suficientes ejemplares de ambos sexos.

Según un estudio realizado en ovejas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Oregon, noroeste de Estados Unidos, la sexualidad animal podría estar determinada, entre otras variantes, por un nudo de nervios situado en el hipotálamo (una región del cerebro responsable de la producción de numerosas hormonas) y que condiciona la conducta sexual.

La investigación publicada en 2004, el fisiólogo Charles Roselli y su equipo descubrieron grupos de células cerebrales divergentes entre animales, y que mostraban una fuerte correlación con su preferencia sexual. Roselli bautizó este nudo de células nerviosas ”núcleo ovino sexualmente dimórfico” (oSDN, según sus siglas en inglés).

El equipo examinó a 27 ovejas adultas, de cuatro años y de diferentes razas, criadas en una estación experimental de ovejas del estado de Idaho. La muestra incluyó ocho machos que manifestaban preferencia heterosexual, nueve machos de preferencia homosexual y 10 hembras.

El estudio determinó que el oSDN de los machos que preferían hembras era considerablemente mayor y contenía muchas más neuronas que en las otras 19 ovejas.

”Nuestro estudio y otros similares sugieren fuertemente que la preferencia sexual entre animales es determinada biológicamente”, dijo a la prensa Roselli, profesor de fisiología y farmacología de la Universidad de Oregon, al presentar su estudio. ”Esta posibilidad también es válida para los humanos”, añadió.

Si esto es cierto, los pingüinos de Bremerhaven son homosexuales y aunque las hembras suecas muestren todos sus encantos, sus esfuerzos serán infructuosos.

Sin embargo, estudios con otras especies sugieren que la homosexualidad entre animales puede ser una estrategia de sobrevivencia, determinada por factores sociales.

Una investigación sobre macacos japoneses hembras bisexuales, y particularmente promiscuas, ilustra esta argumentación. Los ejemplares estudiados, y que muestran ocasionalmente una preferencia homosexual, se esfuerzan a pesar de todo en excitar machos, compitiendo a la vez con ellos por los favores sexuales de otras hembras.

Según Paul Vasey, profesor en el departamento de psicología y neurociencia de la Universidad de Lethbridge, en Canadá, este comportamiento aparece sobre todo cuando las hembras se confrontan con machos sexualmente inermes.

El comportamiento bisexual de los macacos hembras es una estrategia para excitar a los machos sexualmente inactivos, dijo Vasey a Tierramérica..

Vasey explicó que durante su investigación, publicada en 2002 en los Archivos de Conducta Sexual (Archives of Sexual Behaviour), él manipuló la relación numérica de macacos hembras con respecto de los machos, a fin de analizar las preferencias sexuales de éstas en función de la disponibilidad de compañeros potenciales del sexo opuesto. ”Pude comprobar que, cuando el número de machos disminuye, la conducta homosexual de las hembras aumenta”, aseguró.

Según Vasey, el cautiverio, como en el caso de los pingüinos Humboldt de Bremerhaven, no explica la conducta homosexual. ”La evidencia a nuestra disposición sugiere que los animales que muestran una conducta homosexual en cautiverio, también lo hacen en libertad”, dijo.

Las experiencias de animales con conducta homosexual abundan. En el zoológico del Parque Central de Manhattan, en la estadounidense ciudad de Nueva York, dos pingüinos machos de la especie Pygoscelis Antarctica, Roy y Silo, constituyen una pareja desde hace siete años, exhibiendo lo que expertos llaman conducta sexual extática típica de la especie.

Cuando en un intento similar al del de Bremerhaven, la dirección del zoológico de Manhattan introdujo pingüinos hembras en las cercanías de Roy y Silo, a fin de modificar su conducta sexual, éstos las ignoraron.

En cambio, como sus primos de Alemania, Roy y Silo intentaron incubar piedras. Cuando el zoológico puso a su disposición un huevo, la pareja lo incubó y ayudó así a dar a luz a una hembra, bautizada Tango. Después del nacimiento de Tango, Roy y Silo se comportaron como perfectos padres de familia, criándola y cuidándola como si fuera su descendiente.

Basados en estas experiencias, científicos consideran que una teoría más comprensiva de la selección sexual entre animales debería analizar aspectos sociales, a la vez que biológicos.

* El autor es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 26 de febrero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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