Todo lo que se requiere para salvar África es el precio de medio chicle diario de cada uno de los habitantes del mundo rico, según la estrella de rock y activista irlandés Bob Geldof.
Con ese chicle se reunirían los 25.000 millones de dólares anuales que la Comisión para África, designada por el gobierno de Gran Bretaña, recomendó aportar como asistencia adicional al continente hasta 2010.
Pero el equivalente en dinero del chicle u otro sacrificio en materia de consumo no tendría por qué ser necesario, dijo el periodista Robert Guest, de la revista británica The Economist.
Guest estaba respondiendo a Geldof y a cientos de activistas reunidos en una conferencia de un día a instancias de la BBC en Londres para considerar el informe de la Comisión para África, presentado el día 11.
El periodista invitó a pensar en los 350.000 millones de dólares al año que el Norte industrial paga en subsidios agrícolas. Eso sería un paquete gigante de chicle. Y los únicos perdedores serían una pequeña cantidad de hacendados relativamente pudientes en el mundo rico.
Las recomendaciones de la Comisión para África sobre el chicle fueron fallidas. Reglas justas de comercio podrían hacer por África más, quizás, que la donación extra que Geldof y la Comisión reclamaron con tanta pasión.
Entre las propuestas de la Comisión presentadas el viernes por el primer ministro británico Tony Blair figuran un aporte de la comunidad internacional de 25.000 millones de dólares hasta 2010 y la cancelación de 100 por ciento la deuda externa de los países africanos.
También sugiere que los países ricos cumplan con su promesa de destinar 0,7 por ciento de su producto interno bruto a la asistencia oficial al desarrollo.
El plan prevé además una ayuda extraordinaria por otros 25.000 millones de dólares anuales hasta 2015, bajo la condición de que para ese período se constate en el continente una buena gobernanza.
Cantante de la disuelta banda de rock The Boomtown Rats, actor principal de la célebre película The Wall y organizador en 1985 de los multitudinarios conciertos Live Aid, en beneficio de Etiopía, Bob Geldof está más ligado a la Comisión para África de lo que creen la mayoría de los británicos.
De hecho, el propio artista aseguró ante la conferencia que él fue el factotum de la Comisión.
En una reciente visita a Etiopía, el músico se alarmó por la existencia de bananas falsas colgadas de árboles improductivos para simular plantaciones. Antes de regresar a Gran Bretaña, Geldof llamó al primer ministro Tony Blair a su residencia en el número 10 de la calle Downing Street.
Blair lo invitó a visitarlo para cuando retornara. La reunión ocurrió poco después, y así, según Geldof, nació la Comisión para África..
El primer ministro británico, guitarrista aficionado en su tiempo libre, atiende con mucho respeto las opiniones del músico. Y sabe qué puede esperar de él.
En una entrevista televisiva, el cantante de la banda irlandesa U2, Bono, recordó que en una ocasión Geldof detuvo a Blair en el receso de una conferencia para increparlo porque no hacía lo suficiente para cancelar la deuda externa del Sur en desarrollo.
El entonces secretario de prensa de Blair, Alistair Campbell, debió insistir ante el gobernante para que dejara de lado la charla y continuara participando en la conferencia.
En cierto sentido, Geldof domina a Blair. Cuando se presentó el informe de la Comisión para África la semana pasada, el músico calificó al presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, de anciano reptil. También condenó al de Uganda, Yoweri Museveni, por su supuesta intención de perpetuarse en el poder.
Luego, Blair apoyó a Geldof en su discurso, en una actitud que sobrepasó los límites de la retórica diplomática.
El músico y el gobernante estuvieron en estrecho contacto para afinar la iniciativa africana. Geldof dijo el día 11 que Blair había asumido las recomendaciones de la Comisión como política del gobierno británico. Ése fue, dijo, un momento de increíble influencia política.
Todo lo que, según Geldof, deberían hacer los siete países más ricos del mundo (Alemania, Estados Unidos, Canadá, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón) es destinar otro 0,1 por ciento del producto interno bruto a la asistencia para África.
El ministro de Finanzas británico Gordon Brown, además, ideó la Facilidad Financiera Internacional (IIF) para recaudar más dinero con fines de asistencia. Si es tan fácil hacerlo, ¿por qué no hacerlo?, consideró Geldof.
Fácil o difícil, y cualquiera sea la razón, la conferencia convocada por la BBC sirvió para destacar la poca atención que el resto del mundo industrial prestaba a lo que salía de los cerebros de Blair y Geldof.
Entre otros funcionarios que participaron en la reunión de Londres, el comisario de Comercio de la Unión Europea (UE), Peter Mandelson, advirtió que Estados Unidos, Canadá y Japón no parecían muy interesados en la Comisión para África o en el IFF de Gordon Brown.
Espero que la UE tome la delantera, afirmó.
Pero ninguno de los restantes miembros europeos del Grupo de los Siete países más ricos —Alemania, Francia e Italia— adhirieron hasta ahora a la iniciativa de Brown ni a las recomendaciones de la Comisión para África.
Ese detalle deja sola a Gran Bretaña. Sin embargo, una importante organización humanitaria británica, War on Want, recordó que Londres no practica lo que predica la Comisión.
Al fin y al cabo, en la conferencia resaltó la idea de que lo más importante será lo que África haga por sí misma.
África no se enriquecerá con la caridad, acotó el periodista Guest. Pero para las cámaras de la BBC, Bob Geldof era la noticia. La economía del chicle es más televisiva. África no importa tanto.