Con fusiles y helicópteros rusos, aviones brasileños, corbetas españolas y uniformes chinos, Venezuela actualiza los pertrechos de sus fuerzas armadas, mientras el presidente Hugo Chávez advierte que Estados Unidos quiere intervenir en el país e incluso asesinarlo.
Las nuevas armas, que pueden consumir hasta 2.000 millones de dólares, llegan a Venezuela en momentos en que crece el enfrentamiento verbal con Washington, aunque se apaciguan las aguas encrespadas en enero con Bogotá.
Las relaciones de Venezuela aparecen ahora más tranquilas con la vecina Colombia, perenne hipótesis de conflicto y que con apoyo de Estados Unidos combate a sus grupos irregulares de izquierda.
La renovación del armamento que se va conociendo a cuentagotas comienza con 100.000 fusiles rusos, kalashnikov AK-103 y 104, para reemplazar los automáticos ligeros (FAL) de origen belga que usa la Fuerza Armada desde hace 40 años, en una operación que implica transferencia de tecnología además de armas, explicó Chávez.
A Rusia también se comprarán 44 helicópteros de los tipos MI-17 y 35, y la mayor parte de la nueva flota se destinará a la frontera occidental, fuente constante de incidentes por la incursión desde Colombia de guerrilleros izquierdistas, paramilitares de derecha, delincuentes comunes y narcotraficantes.
Los medios de comunicación recogen rumores, además, de que Venezuela comprará aviones caza Mig-29 también a Moscú.
China, que donó botas al Ejército venezolano, le venderá ahora uniformes y posiblemente un satélite para comunicaciones, que también podría comprarse a Ucrania o Rusia, en tanto a Brasil se le comprarán aviones, anunció el presidente Chávez.
Venezuela ya tiene 20 aparatos Tucano, de fabricación brasileña, para entrenamiento y patrullaje, y prevé adquirir una flotilla de Supertucano, de reconocimiento y combate aire-tierra.
Según el diario caraqueño El Universal, el armamento ruso costará hasta 800 millones de dólares y los Tucano entre 110 y 180 millones.
En tanto, la prensa española publicó que Venezuela está en negociaciones con ese país para comprar cuatro corbetas misilísticas, para patrullar en el mar Caribe, y seis aviones de transporte C-295, que pueden consumir entre 900 y 1.200 millones de dólares.
Con la información de las compras llegaron también las críticas. El general retirado Fernando Ochoa, ministro de Defensa durante la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez (1989-1993), dijo que aunque no se puede hablar de una carera armamentista, no es el momento para ese gasto, cuando Venezuela padece el desastre causado por las lluvias de las últimas semanas.
Con 10 regiones del país afectadas por lluvias, deslaves e inundaciones, que dejaron más de 60 muertos y 220.000 personas afectadas, el gobierno dispuso una ayuda de emergencia de 52 millones de dólares y destinará otros 500 millones para un fondo que en el mediano plazo estudiará desarrollar nuevos asentamientos humanos.
El general retirado Alberto Müller dijo a IPS que sería ridículo que las potencias que erogan cifras siderales en gastos militares consideren como carrera armamentista la adquisición de 100.000 fusiles o 40 helicópteros por un país que, como Venezuela, sólo al occidente debe cuidar una difícil frontera de más de 2.200 kilómetros.
Destacó, por otra parte Müller, que Venezuela, como Perú, siempre diversificó sus fuentes de sistemas de armas, y así tenemos aviones estadounidenses, franceses y brasileños, fragatas italianas, submarinos alemanes, fusiles belgas, aviones y helicópteros estadounidenses, tanques franceses y piezas de artillería israelíes.
A su vez, el politólogo Alberto Garrido comentó a IPS que la intención de Chávez es apartarse de toda dependencia de Estados Unidos, así como hacerse con un armamento que le equipare de modo táctico con Colombia, que por su vecindad, envergadura y viejas disputas limítrofes se estudia en academias como antagonista en un posible conflicto.
Las relaciones bilaterales se tensaron nuevamente en enero, después que el gobierno de Chávez acusó a Bogotá de violar su soberanía al, presuntamente, sobornar a militares venezolanos para secuestrar en Caracas a un guerrillero colombiano.
Empero, Chávez y su par colombiano, Álvaro Uribe, dejaron formalmente atrás la controversia en una reunión el 15 de febrero.
En esa disputa, Washington abiertamente tomó partido por Bogotá, mientras Brasilia, Buenos Aires, La Habana, Lima, Madrid, México, Santiago y Santo Domingo hicieron labores de mediación y apaciguamiento.
El domingo último, de visita en Bogotá, el canciller venezolano Alí Rodríguez aseguró que no existe ninguna carrera armamentista. Las compras se dirigen sólo a repotenciar unidades y renovar equipos que son de vieja data, explicó.
La canciller de Colombia, Carolina Braco, por su parte, dijo que tanto Madrid como Caracas le informaron que se trata de buques patrulleros, como de costa, y de unos aviones de carga. Me parece que responden a necesidades internas, de Venezuela, aceptó.
Cuando se anunció la compra de fusiles rusos, el secretario de Estado (canciller) adjunto para Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, Roger Noriega, expresó preocupación porque algunas de esas armas lleguen a manos de grupos criminales e irregulares que actúan en América.
Además, Estados Unidos no entiende cómo Venezuela, con unas fuerzas armadas conformadas por 35.000 hombres, necesite 100.000 rifles, agregó Noriega.
Pero, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, basado en Londres, la Fuerza Armada de Venezuela cuenta con 82.000 efectivos, 34.000 de los cuales integran el Ejercito y otros 23.000 la Guardia Nacional (policía militarizada).
Colombia, que desde hace casi medio siglo combate a guerrillas izquierdistas y en las últimas décadas a paramilitares de derecha, cuenta con 200.000 militares uniformados.
El vicepresidente venezolano, José Vicente Rangel, dijo que el destino de las nuevas armas está garantizado. Quizá Estados Unidos no se quejaría si le comprásemos las armas a ellos.
Por su parte, el canciller de Rusia, Serguei Lavrov, indicó que las ventas a Venezuela no violan las normas y acuerdos internacionales.
Caracas inscribió las renovadas críticas de Washington dentro de una campaña para intervenir en Venezuela, como señalara el ministro de Comunicación e Información, Andrés Izarra.
El funcionario acusó, además, a emisoras de televisión y periódicos de Estados Unidos por presentar supuestos vínculos entre Caracas y la guerrilla colombiana, aún después del abrazo con el que Chávez y Uribe declararon cerradas sus diferencias sobre ese punto.
Chávez dijo en su programa de radio y televisión Aló presidente, el domingo pasado, que el gobierno norteamericano (Washington) está preparando una agresión contra Venezuela.
En Washington están planificando mi muerte, amén de que (el presidente George W.) Bush es un asesino de pueblos, asesino del mundo, afirmó.
El mandatario venezolano ha sido un contumaz crítico de las invasiones lideradas por Estados Unidos a Afganistán, en 2001, y a Iraq, en 2003.
Según Chávez, el plan magnicida contempla que este crimen causaría una revuelta general, que sería aprovechada para la intervención armada en el país. El pueblo debe estar alerta y prepararse para la defensa frente a la agresión armada de Estados Unidos.