El contundente triunfo socialista en las elecciones legislativas portuguesas y los sustanciales incrementos en la votación del resto de la izquierda indican que la balanza política de la Unión Europea (UE) comienza a enderezarse, en un vaticinio del declive del dominio conservador.
La histórica victoria por mayoría absoluta del Partido Socialista (PS), que obtuvo el domingo 121 de los 230 diputados de la unicameral Asamblea de la República, fue acompañada por la ampliación de 12 a 14 parlamentarios comunistas y el espectacular crecimiento del Bloque de Izquierda (ex trotskistas), que pasó de dos a ocho legisladores.
Este resultado, que sorprendió hasta a los más optimistas analistas de la izquierda, marca un brusco viraje de rumbo similar al registrado el 14 de marzo del año pasado, con la derrota de Mariano Rajoy, heredero de José María Aznar en el liderazgo de la derecha española y el arribo al poder del socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
La izquierda lusitana, con 60 por ciento del electorado, pasa a ser, proporcionalmente, la más fuerte de la UE, mientras el conservador Partido Socialdemócrata (PSD) y su aliado de coligación, el Centro Democrático Social (CDS), de derecha nacionalista, sufren la peor derrota de los últimos 22 años.
Las elecciones portuguesas marcan un nuevo desaire para los conservadores de la UE (congregados en el Partido Popular Europeo) y una derrota personal del ex primer ministro luso y presidente del ejecutivo del bloque, José Manuel Durão Barroso, arquitecto de la coligación de derecha en 2002.
Durão Barroso preside desde 2004 la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE.
La humillante derrota del PSD y del CDS, que perdieron juntos 14 puntos porcentuales, no pudo ser evitada o minimizada con el inusual empeño en primera línea de Durão Barroso en la campaña, que le costó además severas críticas en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, y en los bastidores de Bruselas, sede de la Comisión.
En los últimos dos años, los conservadores han sido desplazados del poder en Hungría, República Checa, España y Portugal, y todo indica que el laborista Tony Blair logrará mantenerse en el poder en Gran Bretaña y derrotar a sus oponentes conservadores.
El primer líder mundial en felicitar al secretario general del PS y próximo primer ministro luso, José Sócrates, fue su hermano ibérico Zapatero, quien subrayó con entusiasmo en una carta que por primera vez en muchos años, los relojes de España y Portugal marcan la misma hora.
El Partido Socialista Obrero Español de Zapatero obtuvo el poder en marzo de 2004, desplazando al derechista Partido Popular (PP), que gobernaba desde 1996.
Como la administración de Durão Barroso, el gobierno del PP jugó todas sus cartas a apoyar incondicionalmente la agresión de Estados Unidos contra Iraq, pese a que las encuestas señalaban un abrumador rechazo popular a tomar parte en esa guerra.
Si bien Sócrates sostuvo que las tres grandes prioridades de la política exterior lusa serán España, España y España, el dirigente reconoce en Blair su referencia como líder mundial, por su gran contribución al desarrollo de la izquierda europea.
En diversas ocasiones, Sócrates ha subrayado la urgencia de recomponer las relaciones trasatlánticas con Estados Unidos, máxima de la política exterior de Blair, pero a diferencia de éste, el portugués está en desacuerdo con las acciones militares unilaterales de Washington.
Este equilibrio que pretende mantener entre las posturas de Madrid y de Londres le hizo apresurarse a desmentir a un diario estadounidense, según el cual en Lisboa, accederá al poder un Rodríguez Zapatero en versión portuguesa.
La política exterior que cabe esperar de Sócrates fue subrayada por él mismo más de una vez: Portugal cumplirá todas sus obligaciones internacionales, pero solo participará en acciones militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o en aquellas autorizadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El futuro primer ministro de Portugal, que asumirá a mediados de marzo, no coincide con Blair, sino con Zapatero, quien mientras ordenaba el año pasado el retiro del ejército español de Iraq, autorizaba el envío de tropas a Afganistán (país también agredido por Washington, pero donde opera una fuerza multilateral auspiciada por la ONU).
Otro aspecto relevante de las relaciones internacionales de Portugal es la influencia que puede ejercer en algunos de los nuevos países de la UE, que el 1 de mayo de 2004 amplió sus miembros de 15 a 25.
Hungría, la República Checa y Eslovaquia han señalado más de una vez que pese a la distancia geográfica, lingüística y cultural, existen similitudes con Portugal en tamaño territorial, número de habitantes y niveles de desarrollo.
En todo discurso oficial pronunciado en Budapest, Praga y Bratislava, ante una visita de autoridades de Lisboa, se recuerda que los tres países ex socialistas ingresaron a la UE 13 años después de una dictadura de casi medio siglo, proceso muy similar al de Portugal en 1986, cuando habían pasado 12 años de la caída del régimen corporativista de O Estado Novo (el Estado Nuevo).
Sócrates y Zapatero no hacen una primavera entre los partidos socialistas y laboristas europeos, dijo a IPS el analista de política internacional Augusto Vilela.
Pero España y Portugal bien podrían marcar el inicio de una dinámica más pragmática y moderna, en una UE demasiado permeable a la influencia de los neoconservadores de los Estados Unidos, opinó.