El nuevo choque entre China y Japón por Taiwan, después de un año marcado por la desconfianza mutua, es un mal augurio para el clima político de Asia oriental, advirtieron analistas.
Fue Japón, más que Estados Unidos, el blanco de la ira del dragón asiático por la medida sin precedentes de Tokio y Washington de declarar interés común de seguridad a Taiwan, a la que Beijing considera una provincia rebelde.
La inclusión el fin de semana de Taiwan en la lista de objetivos de seguridad conjuntos entre Estados Unidos y Japón deterioró las ya tensas relaciones políticas entre Beijing y Tokio.
Arrastrar a Japón al desacuerdo entre Estados Unidos y China acerca de Taiwan no es una medida inteligente por parte de Washington, comentó el analista Xie Yong en el diario oficialista Beijing News.
Para Estados Unidos, cerrar filas con Japón en una cuestión territorial tan sensible para China como Taiwan significa asociarse en el imaginario de los chinos con la historia invasora de Japón, agregó.
Pese a disputas esporádicas entre Beijing y Washington, sus relaciones políticas bilaterales están libres de la carga histórica de odio y desconfianza que caracteriza a los vínculos entre China y Japón.
Japón y la China moderna se trabaron dos veces en guerra, y entre los chinos persiste un fuerte sentimiento antijaponés.
Ahora, por primera vez, Tokio dejó de lado sus ambigüedades con respecto a Taiwan y en una reformulación de la declaración conjunta de 1996 sobre seguridad bilateral aseguró que trabajará junto a Washington por la resolución pacífica de los problemas relacionados con el estrecho de Taiwan.
También se unió a Estados Unidos para alentar a China a mejorar la transparencia de sus asuntos militares.
La reacción oficial de Beijing no se hizo esperar. La agencia estatal de noticias Xinhua condenó a Tokio y Washington por entrometerse en asuntos internos de China y consideró que la nueva declaración de seguridad es una medida irresponsable que tendrá graves consecuencias.
La cuestión de Taiwan es un tema de soberanía nacional, integridad territorial y seguridad nacional de China que no concierne a otros países, declaró la cancillería.
El compromiso de Washington de defender a Taiwan si China atacaba la isla ha dado lugar a audaces manifestaciones de Taipei a favor de la independencia formal.
Taiwan se separó de China tras la victoria de los comunistas en este país, en 1949, y actualmente es gobernada por autoridades elegidas en forma democrática.
En los últimos años, ha crecido el apoyo a una identidad taiwanesa separada entre la población de la isla. El actual presidente taiwanés, Chen Shui-bian, sugirió reelaborar la Constitución para reflejar la nueva realidad.
El inesperado respaldo de Japón a lo que Beijing llama movimiento separatista de Taiwan provocó duras críticas en medios oficiales.
Una nota editorial publicada en el Beijing News advirtió sobre graves consecuencias para todo Asia-Pacífico si las fuerzas derechistas de Japón siguen usando la alianza con Taiwan como medio de contener a China.
El cambio de postura oficial de Japón sobre la cuestión de Taiwan, aunque menor, sólo enfriará más las relaciones chino-japonesas, previno la agencia Xinhua.
En contraste con las florecientes relaciones económicas entre China y Japón (el año pasado China desplazó a Estados Unidos como el principal socio comercial de Japón), la cooperación política entre ambos vecinos siempre ha sido dubitativa.
Las visitas anuales del primer ministro japonés Junichiro Koizumi al polémico sepulcro de Yasukini, que rinde honor a soldados de la segunda guerra mundial entre los cuales hay criminales de guerra, han reavivado los dolorosos recuerdos de la ocupación japonesa en China.
Además, en 2004 tanto China como Japón publicaron informes en los que se identificaron uno al otro como posibles amenazas militares. (