Pocos en Tailandia dudaban de que Thaksin Shinawatra y su partido Thai Rak Thai (TRT, significa ”Los tais aman a los tais”), responsables de la recuperación económica del país tras la crisis de 1997, ganarían las elecciones del domingo. La sorpresa fue que lograron una mayoría sin precedentes de dos tercios en el parlamento.
Nunca antes en la historia del país un partido había obtenido mayoría propia para gobernar, y tampoco había ocurrido que un primer ministro completara su mandato de cuatro años y recibiera respaldo para iniciar otro periodo.
La resonante victoria del TRT, resaltada por la participación de alrededor de 80 por ciento de los habilitados para votar, será anunciada oficialmente la semana próxima, pero con más de la mitad de los sufragios contados, la Comisión Electoral organizadora de los comicios proyectó que el partido de Thaksin ocupará 374 de las 500 bancas parlamentarias, y su principal rival, el Partido Demócrata, sólo 91.
Basta con 325 legisladores para evitar una censura parlamentaria, y con 350 para reformar la Constitución.
Según la proyección de una encuesta realizada el domingo a una muestra de personas que habían votado, el TRT lograría 399 lugares en el parlamento, en el que tiene 248 desde su debut electoral en 2001.
”La abrumadora victoria (de Thaksin) marca el comienzo de una nueva época en la historia política de Tailandia desde la introducción de la democracia parlamentaria en 1932”, opinó en su editorial de la mañana de este lunes el diario The Nation, que se edita en inglés en Bangkok.
”Puede decirse que Thaksin es la figura política más poderosa en la historia del país, por encima incluso de los militares que lo gobernaron con mano de hierro hace algunas décadas”, añadió en alusión a dictaduras apoyadas por Estados Unidos desde los años 50.
Según el profesor de ciencia política Thitinan Pongsudhirak, de la Universidad Chulalongkorn de Bangkok, el futuro del país corre peligro con el gobierno de un solo partido.
”Nunca estuvimos en una coyuntura como ésta. Es una paradoja que la gente, al votar por la estabilidad, haya dado al TRT una mayoría tan abrumadora que ahora no habrá controles ni equilibrios”, dijo a IPS.
”Necesitamos tres levantamientos, en 1973, 1976 y 1992, para lograr una democracia plena, y ahora, con más de 350 parlamentarios, Thaksin puede deshacer cualquier norma constitucional”, dijo a periodistas Anek Laothamatas, dirigente del opositor partido Mahachon.
”El dominio del TRT seguramente llevará al país a una era oscura”, auguró.
El primer ministro trató de tranquilizar a quienes temen su predominio absoluto. ”Dentro de cuatro años, mis críticos en la academia y la oposición partidaria me conocerán mejor. Deseo estar abierto a las críticas. La carrera terminó, y es hora de que recurramos unos a otros para empezar a trabajar juntos”, dijo ante una multitud de periodistas y simpatizantes en la noche del domingo.
La victoria de Thaksin muestra muy claramente que la ciudadanía está dispuesta a pasar por alto su estilo autoritario, a cambio de que continúen la estabilidad y el crecimiento económico.
”Tailandia dejó de ser un faro regional de libertad y respeto por los derechos humanos, y se ha convertido en un motivo de gran preocupación”, afirmó en la víspera de las elecciones Brad Adams, director para Asia de la organización no gubernamental humanitaria Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York.
”Muchos de los firmes progresos realizados por Tailandia en la última década se han revertido durante el gobierno de Thaksin”, aseveró.
HRW mencionó como ejemplos de ese retroceso graves violaciones de los derechos humanos asociadas con la represión militar de una creciente insurgencia en las provincias del sur del país, de mayoría musulmana, que culminó en octubre con la muerte de 86 manifestantes.
También señaló que la ”guerra a las drogas” lanzada por el gobierno fue acompañada por unas 2.500 ejecuciones extrajudiciales.
Thaksin, una de las personas más ricas del país, llegó al gobierno en 2001, cuando Tailandia aún sufría las consecuencias de la crisis financiera asiática de 1997. Su política de reactivación ha incluido cuantiosos subsidios a aldeanos para pequeños proyectos; créditos con facilidades de pago para el consumo, anulación de deudas de agricultores, servicios de salud baratos para los pobres, y aumento de la oferta de préstamos de los bancos estatales.
En 2004, el producto interno bruto creció seis por ciento, y la popularidad de Thaksin se fue a las nubes.
”Voté por Thaksin y su Thai Rak Thai porque él ha hecho próspero al país, después de lo mucho que sufrimos en 1997”, dijo a IPS el conductor de taxi Komsak Thienthong.
El primer ministro prometió durante la campaña que el motor del crecimiento económico en los próximos cuatro años será la inversión de unos 26.000 millones de dólares para obras de infraestructura, incluyendo nuevas autopistas y vías de ferrocarril.
Thaksin también se comprometió a subsidiar la construcción de nuevas plantas generadoras de energía y crear condiciones para que disminuyan los costos del transporte público.
”La mayoría votó con sus bolsillos”, según el jefe de la sección de economía de The Nation, Thanong Khanthong. (