Un melancólico remedo de paz se despierta cuando el sol se oculta en esta ciudad, en el corazón de la zona donde durante dos decenios las fuerzas del gobierno de Sri Lanka se enfrentaron con los rebeldes tamiles.
Las luces se encienden en las viviendas, los comercios y en las casas de huéspedes. Durante la guerra civil, la electricidad era un recurso limitado y era frecuente que la oscuridad total se adueñara de las noches.
Al atardecer, fluyen sin parar las bicicletas, en grupos o solas. La mayoría de los ciclistas se ven relajados y despreocupados. Durante la guerra, sólo montarse en bicicleta era arriesgado, debido a los toques de queda y los registros nocturnos.
Pero en el tercer aniversario del acuerdo de cese del fuego entre el gobierno srilankés, cumplido el martes 22, no eliminó las preocupaciones. Los recordatorios de lo buena que puede ser la vida en tiempos de paz tienen, subyacente, el sentimiento de que la calma podría no durar mucho.
La gente tiene dudas sobre la perdurabilidad del cese del fuego, dijo a IPS en su oficina en Jaffna M. V. Kaanamylnathan, directori del diario tamil Uthayan.
El desacuerdo entre el gobierno y los insurgentes Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE) sobre los mecanismos adecuados para reconstruir el norte y el este de Sri Lanka, devastados por el maremoto del 26 de diciembre, es el último de los puntos de tensión, explicó Kaanamylnathan.
Esperaba que la buena voluntad vista poco después del tsunami ayudaría. Los singaleses (etnia mayoritaria en Sri Lanka) del sur del país enviaban entonces ayuda a los tamiles en el norte. Pero los políticos se hicieron cargo y volvieron las suspicacias, agregó el periodista.
Para aliviar las tensiones tras el tsunami, el gobierno de la presidenta Chandrika Kumaratunga manifestó su intención de trabajar con los LTTE hasta que ambas partes acordaran un mecanismo de distribución de la ayuda extranjera.
Hoy ponemos el énfasis en trabajar en la reconstrucción tras el tsunami, dijo a IPS el portavoz de la presidenta srilankesa, Harim Peris. El gobierno envió una invitación escrita a los LTTE para participar en los esfuerzos por la reconstrucción.
El tsunami que se abatió sobre tres cuartas partes de las costas de Sri Lanka dejó un saldo de 38.000 muertos y 800.000 personas desplazadas.
Esta isla en el océano Índico, al sudeste de India, fue el segundo país más afectado entre los 12 de Asia sudoriental y meridional golpeados por el tsunami, que mató a más de 220.000 personas.
En unas pocas horas, murieron en Sri Lanka una cantidad de personas equivalente a más de la mitad de los 64.000 muertos en dos decenios de conflicto étnico.
Otro motivo de preocupación es la falta de negociaciones de paz entre Colombo y los LTTE en los últimos 22 meses, desde el retiro de los insurgentes tras seis rondas de diálogo.
Eso suma grandes tensiones al cese del fuego y crea una peligrosa incertidumbre, dijo Hagrup Haukland, jefe de la misión de los cinco países nórdicos que patrocinan las conversaciones hacia la paz definitiva.
Los LTTE, que luchan por la creación de un estado tamil en el norte y el este de Sri Lanka, cometieron 2.636 violaciones del cese del fuego en 2004, mientras el gobierno cometió 115, según la misión. Las violaciones casi cuadruplican las de los años anteriores.
Los civiles tamiles —en especial los niños y niñas— son las principales víctimas de esas violaciones. Los LTTE practican la leva forzada: el año pasado reclutaron así a 1.490 niños y 393 adultos, aseguró la misión europea.
Pero la falta de grandes choques entre el gobierno y los insurgentes indica cierta contención en situaciones que se pudieron haber escalado, acotó Haukland.
Esta voluntad se debe a que sectores predominantes de la ciudadanía aspiran a mantener la paz antes que a reanudar los combates, dijo a IPS el líder y diputado del Congreso Musulmán de Sri Lanka.
Los cálculos militares también le auguran una larga vida al cese del fuego, dijo a IPS Ketheshwaran Loganathan, director de la unidad de análisis de conflictos y paz del académico Centro para Alternativas Políticas.
Cuando se acordó el cese del fuego, el conflicto militar estaba estancado. En los primeros dos años, el balance militar fue a favor de los LTTE, pero el gobierno avanzó el año pasado gracias a las divisiones entre los insurgentes, afirmó Loganathan.
Pero el líder del ala militar de los LTTE, S. P. Thamilselvan, declaró esta semana a la prensa: No podemos decir por cuánto tiempo podremos preservar el cese del fuego.
La tensión posterior al tsunami les resultó familiar a viejos residentes de Jaffna como el arzobispo anglicano Selliah Nesakumar. Muchos aquí temían que la guerra volviera, dijo el religioso a IPS.
Un cese del fuego no es suficiente para alcanzar la paz. Mientras no haya una solución, no habrá paz en los espíritus, advirtió. (