Con un ex guerrillero presidiendo la Asamblea General, el parlamento de Uruguay inició este martes un nuevo período, con mayoría absoluta de la izquierda por primera vez en la historia del país..
La primacía del partido gobernante en el parlamento es también novedad en casi cinco décadas, descontando el interregno de la dictadura (1973-1985), lo cual dará un respiro y, a la vez, impondrá un compromiso mayor a Tabaré Vázquez como presidente uruguayo desde el 1 de marzo, dijo a IPS el politólogo Jorge Lanzaro.
El Senado de 30 miembros quedó instalado con la presidencia de quien lidera el sector más votado dentro de la izquierda, José Mujica, uno de los jefes del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T), que se alzó en armas a inicios de los años 60. Mujica pasó parte de sus 15 años de prisión en un aljibe, como uno de los rehenes del régimen militar.
En su nueva condición, Mujica tuvo la misión de imponer como senador a Julio María Sanguinetti, que ocupara la presidencia de Uruguay de 1985 a 1990 y de 1995 a 2000.
Ese momento fue especialmente significativo debido al duro enfrentamiento entre ambos durante la campaña electoral, con cruce de acusaciones por el pasado violento de Mujica, y por la cercanía de Sanguinetti a los sectores más autoritarios de su Partido Colorado en esa época.
La Cámara de Diputados eligió por unanimidad de sus 99 integrantes, en la sesión que siguió al juramento de sus miembros, a la maestra Nora Castro, también perteneciente al MLN-T.
Así, como presidentes de cada uno de los cuerpos parlamentarios, estos dos tupamaros comandaron la parada de honor del Batallón Florida del ejército, el cuerpo militar que apresó a Mújica tres décadas y media atrás.
La vida tiene estas zancadillas y creo que ni el novelista más creativo pudo haber pensado estas cosas tiempo atrás, comentó ante esta circunstancia el propio Mujica, un cultivador de flores, legislador en los dos últimos períodos y ya designado ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca.
El triunfo del Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría, con casi 51 por ciento de los votos en las elecciones del 31 de octubre, no sólo dio la presidencia a Tabaré Vázquez sin necesidad de una segunda vuelta, sino que facilitará la gestión del gobierno que asumirá el próximo 1 de marzo.
De este modo, toma las riendas del parlamento bicameral la coalición nacida en 1971 de la conjunción de corrientes marxistas, socialdemócratas, democristianos, escindidos de los partidos fundacionales Nacional y Colorado, el brazo político de la guerrilla activa entonces y ciudadanos independientes.
La izquierda, que cobija en general las mismas corrientes de sus orígenes, cuenta con 52 representantes, el Partido Nacional o Blanco con 36, el Partido Independiente con un diputado, y sólo 10 legisladores tiene el aún gobernante Partido Colorado, dueño de los resortes del poder en este país durante 150 de los 175 años de vida independiente.
El Senado quedó integrado por 16 legisladores de la izquierda, a los que se sumará Rodolfo Nin Novoa cuando asuma en 15 días la vicepresidencia del país y la titularidad de esa cámara, mientras que la bancada nacionalista cuentan con 11 miembros y la colorada con apenas tres.
Fue un largo proceso de construcción y acumulación de la izquierda que, aunque tiene puntos de contacto con sus pares chilena y brasileña, aparece más coherente y sin la necesidad de alianzas externas que condicionarán menos a Vázquez y a su gente, dijo Lanzaro, fundador y ex director del Instituto de Ciencias Políticas de la estatal Universidad de la República.
Es inevitable para Lanzaro la referencia del gobierno de la coalición centroizquierdista de Chile, del socialista Ricardo Lagos, y de Luiz Inácio Lula da Silva en Bresil, con su izquierdista Partido de los Trabajadores necesitado de coaliciones parlamentarias, en algunos casos con sectores en sus antípodas ideológicas.
A diferencia de Lagos y Lula, Vázquez asumirá el gobierno con mayoría parlamentaria propia. Y para llegar a ese cargo, la fuerte competencia con blancos y colorados obligó a la izquierda uruguaya a desplazarse hacia el centro del espectro ideológico, explicó el experto.
Ello lo pone al amparo en principio de críticas internas, aún del lado más radical de su fuerza política, además de permitir una transición ordenada y muy lejos de los traumas que años atrás se podían pronosticar.
El propio gobierno saliente de Jorge Batlle ha ayudado a ese clima, con gestos y lenguajes conciliatorios, que se puede retrotraer a la vida política de 1870 a 1920 cuando colorados y blancos fraguaron el Uruguay moderno, señaló Lanzaro.
Muy lejos, por cierto, de los enfrentamientos de fines de los años 60 y comienzos de los 70, cuando nacía la coalición de izquierda que hoy llega al gobierno.
Pero el politólogo también destaca como una gran incógnita el hecho de que la izquierda haya puesto el foco en el Poder Ejecutivo, en una suerte de gobierno de gabinete con casi todos los líderes sectoriales al frente de ministerios.
Por eso, la conformación final del parlamento, una vez que asuman los suplentes de quienes ocuparán cargos ejecutivos, tendrá en los escaños de izquierda liderazgos a construir.
Quizás el mayor signo negativo de la nueva legislatura instalada este martes es la escasa presencia femenina, con apenas 13 mujeres en una Asamblea General (ambos cuerpos reunidos) de 129 miembros.
La presencia de Castro como presidenta de la Cámara de Diputados y el compromiso de que su par, la socialista Daisy Tourné, ocupe ese cargo el último año de legislatura, aparecen como intentos avaros de romper con la tradición machista de la política.
Los actos de instalación de ambas cámaras culminaron al caer la noche en Uruguay con festejos populares en la explanada que circunda la sede del Palacio Legislativo en la capital, con la actuación de la Orquesta Filarmónica de Montevideo, y de decenas de otros artistas.
Hasta las austeras ventanas del Palacio sirvieron de escenario para acordes de rock and roll y despliegues de banderas de colores.