La postulación del ex presidente salvadoreño Francisco Flores para dirigir la OEA parece ser la mejor posicionada gracias al apoyo de Estados Unidos, pero también es la que genera mayor cantidad de anticuerpos entre activistas humanitarios y políticos de América.
A Flores lo acompaña una larga sombra de acusaciones desde su gestión de gobierno de El Salvador, entre 1999 y 2004, tanto en materia de derechos humanos como de desobediencia a recomendaciones de organismos multilaterales. Además, se le reprocha su excesiva cercanía a Estados Unidos, expresada entre otras cosas en su apoyo a la invasión a Iraq, en marzo de 2003.
Para los observadores está claro que si Flores llega a la secretaría de la OEA (Organización de Estados Americanos) no lo hará por unanimidad, tal como sucedió en tres de las últimas cuatro nominaciones precedentes para ese cargo, que desde 1948 han ocupado ex mandatarios y diplomáticos de Colombia, Chile, Uruguay, Ecuador, Argentina, Brasil, Colombia y Costa Rica.
Si la OEA llega a ser dirigida por Flores, ese organismo se hundirá, pues el ex presidente tiene una larga cola de errores, como estar muy cercano a la derecha política y totalmente alineado con Washington, dijo a IPS Salvador Arias, diputado del opositor e izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
En las próximas semanas viajaremos (diputados del FMLN) a varios países de América Latina y el Caribe para desenmascarar ante políticos y gobiernos a este candidato (Flores) que, de ganar, sería un peligro para la región, indicó Arias vía telefónica desde la capital salvadoreña.
La OEA, que reúne a 34 países de América, todos a excepción de la suspendida Cuba desde 1962, se quedó sin secretario general en octubre, cuando el ex presidente costarricense Miguel Ángel Rodríguez debió renunciar a ese cargo pocas semanas después de asumir por presuntos actos de corrupción cometidos durante su mandato de 1998 a 2002.
Desde fines de 2004, los candidatos se mantienen en campaña y cada uno afirma que está cerca de reunir los votos necesarios para triunfar. Según lo previsto, la votación en el seno de la OEA se realizará a más tardar en junio.
Estados Unidos, que su apoyo hasta ahora ha resultado clave para quien aspiró al cargo, anunció en enero que su voto será para Flores, quien compite con el ministro del Interior de Chile, José Miguel Insulza, y con el canciller de México, Luis Ernesto Derbez.
Para acceder a la secretaría general de la OEA se requiere un mínimo de 18 votos. Flores cuenta por ahora con el apoyo expreso del gobierno de su país, de Estados Unidos, Guatemala, Costa Rica, Nicaragua y República Dominicana.
El respaldo de Estados Unidos a los candidatos se considera decisivo, por su peso como potencia, que ha hecho que la sede de la OEA se instalara en Washington y que 60,2 por ciento del presupuesto de ese foro, que este año es de 76,2 millones de dólares, esté a cargo de ese país.
En cambio, el aporte de El Salvador es de apenas 0,07 por ciento, Chile de 0,54 y el de México de 6,1 por ciento.
Estados Unidos prefiere en la OEA a su candidato y amigo en vez de a otros que le dieron la espalda. Así de simple y así de lógico, señaló a IPS el académico mexicano Alejandro Trueba.
Como la mayoría de países latinoamericanos y caribeños, Chile y México no apoyaron la invasión de Estados Unidos a Iraq. Además, expresaron duras críticas, contra esa decisión que luego derivó en ocupación, desde el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde en 2003 compartían puestos como miembros no permanentes.
No sucedió lo mismo con El Salvador, que de la mano de Flores, aún la presidencia entonces, dio su apoyo incondicional a la invasión estadounidense e, incluso, envió tropas al país árabe en agosto de 2003, que se han ido renovando hasta la fecha.
Según la diputada Milena Calderón de Escalón, correligionaria de Flores de la gobernante Alianza Republicana Nacionalista (Arena), de derecha, el apoyo de Estados Unidos para el ex presidente ayudará a que otros tomen la decisión de respaldarlo para la secretaría de la OEA.
Muchos países de América Latina y el Caribe tienen en marcha negociaciones de liberalización comercial con Estados Unidos y varios concentran la mayoría de su intercambio con ese país.
El peor candidato para la OEA es Flores, pero ganará si Estados Unidos presiona, lo que es lamentable, declaró a IPS el activista de grupos humanitarios mexicanos Daniel Vaquero.
El gobierno de Venezuela se opone a la candidatura de Flores, pues desde la presidencia de El Salvador reconoció al efímero gobierno cívico-militar que suplantó por la fuerza al presidente Hugo Chávez tras el golpe de Estado de abril de 2002.
Honduras también se opone a Flores, a quien acusa de haber actuado en su contra cuando fue presidente al intentar evadir un fallo de la Corte Internacional de Justicia referente a la disputa fronteriza entre los dos países.
En materia de derechos humanos, los activistas miran con recelo a Flores. El ahora candidato a dirigir la OEA se negó durante su gestión a acatar pedidos del Comité de Derechos Humanos de la ONU y en especial de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que forma parte del sistema de la OEA, de derogar leyes que impiden investigar los crímenes contra la humanidad perpetrados por fuerzas de seguridad.
El enfrentamiento armado de los aparatos de seguridad del Estado salvadoreño y paramilitares contra la guerrilla izquierdista en los años 80 y comienzos de los 90 dejaron 75.000 muertos y 7.000 desaparecidos.
La paz de El Salvador se selló en 1992 con los acuerdos firmados en México entre el gobierno de la época y el entonces guerrillero FMLN. Un año después Arena, a la que pertenece Flores, dictó leyes de amnistía que dejaron impunes todos los crímenes de guerra.
Informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que Flores rechazó considerar durante su gobierno, indican que un Estado no puede ampararse en la existencia de disposiciones de derecho interno para eludir el cumplimiento de su obligación de investigar las violaciones de los derechos humanos, procesar a los responsables y evitar la impunidad.
Otro tema que preocupa a los activistas son las políticas represivas que como presidente impulsó Flores contra las pandillas juveniles, llamadas maras en América Central. Se trata de leyes que permiten detener a los menores de 18 años hasta sólo por su aspecto y faculta a que sean penados como adultos.
Organizaciones humanitarias, como Amnistía Internacional, y miembros del Poder Judicial del país criticaron duramente las normas antimaras impulsadas por Flores, alegando que violaban varios tratados internacionales. Pero éste respondió que sus críticos prefieren favorecer a los delincuentes y no a las víctimas.
Más allá de sus antecedentes y al igual que sus contrincantes en la batalla por la OEA, Flores sostiene que el foro continental enfrenta duros momentos y requiere seguir un plan de emergencia para conquistar el liderazgo continental en la lucha contra la pobreza, el respeto de los derechos humanos y la consolidación de la democracia.
Mientras se define ese camino y elige un nuevo secretario general, la OEA atraviesa por una aguda crisis financiera y, si no obtiene 17,2 millones de dólares adicionales a su presupuesto para este año, no podrá cumplir con sus tareas, advirtió su secretario interino, Luigi Einaudi.