MÚSICA-ARGENTINA: Germina el nuevo tango

Alejandro Schaikis es violinista de la Orquesta Sinfónica Nacional. Hace algunos años el tango ”le brotó” como una maleza que su formación clásica no pudo controlar y ahora cree que en esa mixtura puede estar el germen de ”una nueva música argentina”.

”A pesar de no tener una formación en el género, me siento más seguro en Alemania tocando un tango que interpretando Beethoven”, comentó Schaikis a IPS, en referencia a los conciertos que ofrece desde hace dos años con la orquesta Color Tango, dirigida por el bandoneonista Roberto Álvarez.

Este violinista de 41 años observa que la formación actual de los músicos es más abarcadora que la que él tuvo, porque incluye géneros locales y considera que eso tendrá necesariamente repercusión en todo el ambiente musical. ”Estamos en un momento de creación, en el proceso de una nueva música argentina”, se entusiasmó.

Schaikis se sorprende de ver el entusiasmo que provoca el tango en el público europeo, y sostiene que esa devolución del público le permitió a él conocer más de su cultura que lo que había aprendido en el conservatorio. ”Yo nunca escuchaba tango, pero se nota que lo tenía en el inconsciente”, aseguró.

Hace 20 años, cuando Schaikis recién comenzaba su carrera, el tango estaba asociado al gusto musical de los mayores de 50 años que rechazaban como sacrilegio cualquier intento de evolución dentro del género. De esa manera, el tango corría el riesgo de pasar a ser un fantasma de Buenos Aires y sus cultores en unos artistas en extinción.

Fue entonces cuando las fronteras se volvieron más flexibles. Primero fue el furor del baile. Miles de jóvenes se lanzaron a aprender la danza del brazo de los tradicionales ”milongueros” que nunca lo abandonaron. Luego se animaron con la música, las letras, el cine y todas las otras expresiones de la cultura.

El tango dejó así de vivir de recuerdos. Los recién llegados aportaron sus propias tradiciones artísticas y, sin prejuicios, sometieron a este género musical a distintos experimentos, algunos controvertidos como los que produce el tango electrónico y otros más aceptados como los intentos del jazz o del rock.

El cantor Horacio Molina fue víctima del rechazo de los tangueros clásicos por venir de la música melódica. Ahora, tras 35 años de incursionar en la música del Río de la Plata, es un referente de los más jóvenes.

”Las fronteras del tango se cerraron en un momento en forma exagerada, y ahora también se abren en forma exagerada”, comentó a IPS.

Para Molina, el tango no es música folclórica y, por lo tanto, se puede permitir una evolución ”siempre y cuando se siga reconociendo el origen del género” en cada obra. El cantante considera que no todo lo que se denomina tango tiene verdaderamente la estructura del género y atribuyó este desvío a la ignorancia sobre las fuentes.

”Para hacer evolucionar al tango hay que conocerlo desde sus orígenes”, propuso Molina, y no todos lo hacen.

Molina se refirió a la tendencia de muchos músicos de rock a incluir tangos en su repertorio. ”Algunos lo hacen bien, otros no, pero lo que sí se debe destacar es que todos son un puente que puede llevar a los jóvenes a las raíces del tango”, apuntó.

Todas estas novedades serán la nota característica del ”VII Festival Buenos Aires Tango”, que se realizará del 25 de febrero al 6 de marzo, con espectáculos varios, milongas (bailes) y conciertos en 37 escenarios de la ciudad, además de clases de baile y exposiciones de todo tipo.

El festival es organizado cada año por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires desde 1998. Pero esta vez los organizadores se preocuparon particularmente de incluir al más amplio espectro de artistas vinculados al tango, sin excluir a cantantes de rock o cultores de la música electrónica.

”El tango está más abierto y volvió a ser de la gente joven como era hace un siglo”, declaró a IPS exultante el cantor Walter Laborde, uno de los padrinos artísticos del festival. ”Hay una evolución del género y muchísimos artistas nuevos, incluso muchas mujeres que hace unos años no se veían tanto”, destacó.

Laborde atribuye la renovación a que ”muchos 'dinosaurios' están desapareciendo” y con ellos la ortodoxia que sentenció, por ejemplo, al célebre bandoneonista Astor Piazzolla, el ya fallecido autor de ”Adiós Nonino” que fuera marginado por los antiguos cultores del género por intentar, y lograr, trascender esas fronteras.

Nacido en los años 70, Laborde asegura haber cantado tangos ”hasta los siete años”. Entonces se pasó al rock en el que inició su carrera como cantante. Luego, hace más o menos una década, sintió ”un vacío muy grande” y la necesidad de volver a esa música tradicional que dice haber escuchado en su casa ”desde la cuna”.

Ahora es uno de los emergentes del tango joven. ”La globalización cambió muchas cosas y en lo personal hace imperioso volver a lo propio”, afirmó el cantante.

Para marcar ciertos límites entre tanta amplitud y diversidad, el festival comenzará este viernes con un concierto al aire libre del célebre pianista Mariano Mores, de 87 años, creador de tangos muy difundidos en el exterior como ”Uno”, ”Cuartito Azul” y ”En esta tarde gris”, entre otros.

El cierre del encuentro tanguero estará en manos de otro clásico, el bandoneonista Leopoldo Federico, de 77 años, que acompañó con su orquesta durante muchos años a Julio Sosa, el exitoso cantante uruguayo muerto en un accidente automovilístico a comienzos de los años 60.

Las celebraciones que vestirán de tango la ciudad se apoyarán en otro ícono, el fallecido Osvaldo Pugliese, pianista, director y compositor que este año cumpliría 100 años.

En esos marcos se desarrollará la más amplia y diversa programación. Habrá músicos de rock que incursionaron en el tango, como Javier Calamaro, grupos de jazz o de música electrónica que están experimentando con el género, y distintos estilos de tango danza desde la más clásica hasta las más modernas.

El público podrá asistir a conciertos de orquestas como Color Tango, escuchar a cantantes como Molina, o tomar clases de tango danza. También se podrá recorrer una exposición de fotos artísticas de milongas, visitar museos como el que está en la cada de Carlos Gardel o asistir al cine para seguir inmersos en el mundo del dos por cuatro pero ante la pantalla gigante.

Entre las clásicas películas de tango filmadas en los años 30 y 40, como ”Madreselva”, se exhiben otras nuevas realizadas por directores jóvenes como ”Blue Tango en Buenos Aires” o ”Yo no sé que me han hecho tus ojos”, un documental sobre la vida de la cantante Ada Falcón, una leyenda del tango.

Los autores Sergio Wolf y Lorena Muñoz aseguraron sentirse atraídos por la historia sin final de esta cantante en ascenso, que se retiró abruptamente en 1942 y no se supo más de ella. Wolf y Muñoz siguieron sus rastros hasta encontrarla encerrada en un convento bajo otro nombre, ya anciana y casi sin memoria unos pocos años atrás. (

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