La música se calló en Afganistán durante el régimen del movimiento islámico Talibán (1996-2001). Pero sobrevive porque florecieron en el vecino Pakistán numerosas escuelas dedicadas a preservar las tradiciones.
Hoy, los músicos exiliados que crearon estas academias cosechan los beneficios de su duro trabajo y esperan el día en que sus estudiantes sean capaces de practicar su arte en Afganistán.
Ustad Mohammad Ihsan, cantante de 48 años, estableció el Centro de Música Irfan en Peshawar. Debemos hacer algo para preservar y proteger la identidad sociocultural de los afganos después del régimen de Talibán, dijo Ihsan a IPS.
El músico escapó de Afganistán cuando Talibán tomó el control de Kabul y de la mayor parte del territorio del país en 1996. Ese mismo año, fundó su academia.
El régimen insistió en que existía un 'hadith' (registro de los dichos del profeta Mahoma, creador del Islam) en que se prohibía la música. A quienes la escucharan, les echarían metal fundido en los oídos el día del juicio final, recordó Ihsan.
La policía se dedicó a ejercer la violencia contra los instrumentos musicales y contra cualquiera que disfrutara con su uso. Los músicos fueron perseguidos, y sus instrumentos, destruidos, agregó.
Talibán, en que participaban estudiantes de teología refugiados en Pakistán durante la ocupación soviética de Afganistán (1979-1987), prohibió la actividad artística, desconoció los derechos fundamentales de las mujeres y destruyó antiguos monumentos budistas.
La versión fundamentalista del Islam practicada por Talibán ha sido rechazada incluso por académicos y políticos de todo el mundo musulmán.. La Conferencia Islámica, integrada por 56 países desde el océano Pacífico hasta el Atlántico, nunca lo apoyó.
A las mujeres se les prohibía estudiar, trabajar y salir solas de sus casas. Las que no usaban burqa, la tradicional vestimenta que las cubre de pies a cabeza, sufrían insultos, golpes y azotes. Muchas viudas morían de hambre pues, sin compañía de un familiar masculino, se les impedía salir de sus hogares.
El intento de crear una sociedad islámica pura incluyó amputaciones y ejecuciones públicas, con el propósito de erradicar el delito. Y también estuvieron prohibidos el maquillaje y los adornos, el ajedrez, la televisión, el cine, el teatro y la música.
El régimen concluyó en 2001, tras una operación militar a cargo de una coalición encabezada por Estados Unidos en respuesta a los atentados que el 11 de septiembre de ese año dejaron 3.000 muertos en Nueva York y en Washington.
Los ataques contra Estados Unidos fueron atribuidos a la red terrorista Al Qaeda, el grueso de cuyos integrantes —como su líder, el saudita Osama bin Laden— estaban refugiados en Afganistán bajo la protección de Talibán.
La coalición militar triunfante impuso como presidente al magnate exiliado Hamid Karzai, confirmado en el cargo en octubre. Bajo su gobierno, las escuelas volvieron a recibir a las niñas y muchas mujeres recuperaron sus empleos. Hay tres ministras mujeres en el gabinete.
Y también por primera vez desde 1996, las mujeres recuperaron el derecho a cantar para emisiones de radio y de televisión.
La música juega un importante papel en la unidad de una sociedad tan diversa étnica y culturalmente como la afgana, dijo el más popular de los cantantes afganos de Peshawar, Baryalai Samadi.
Los principales grupos étnicos de Afganistán son el mayoritario pashtun (patanes), que dominan el sur del país y tienen grandes vínculos con Pakistán, y el tajik, cuyo idioma es el farsi. La mayoría de los miembros de Talibán eran de la etnia pashtun.
La música tuvo gran influencia en unir a los dos grupos. La música popular que se escucha hoy en Afganistán es, de hecho, un híbrido de melodías pashtun con letras tajik, dijo Samadi a IPS.
Las emisiones de radio comenzaron en Afganistán en los años 40. La música se convirtió entonces en una gran fuerza modernizadora.
El carácter de músico profesional era antes, por lo general, un don hereditario entre miembros de familias de clase baja, y suponía un estigma social. La radio permitió el surgimiento de músicos de clase media, pues no eran vistos ni reconocidos por el público.
Bajo el régimen de Talibán, los músicos volvieron a sufrir el estigma, esta vez religioso. Confiscaron nuestros instrumentos y fuimos sometidos a una inmensa humillación, dijo el guitarrista Tor Gul.
Fuimos obligados a montar asnos en los bazares y otros lugares, con el rostro pintado de negro, porque los mulás (clérigos) decían que eran pecadores, declaró Gul a IPS.
Gran cantidad de músicos emigraron a Pakistán, Estados Unidos y a Europa. Varios intérpretes conocidos promueven ahora la música afgana en los países ricos.
Apenas un puñado de músicos se quedaron, trabajando en Radio Talibán Shariat como locutores o 'qaris' (lectores del Corán, el libro sagrado del Islam), indicó Gul. Radio Talibán Shariat era la emisora oficial del régimen, la única permitida, y no transmitía música.
No faltan principiantes entusiastas en el Centro de Música Irfan. Ihsan asegura haberle enseñado a unos 400 jóvenes afganos. Hoy tenemos 60 estudiantes. Les cobro apenas cinco dólares mensuales, y quienes no pueden pagarlos asisten a clases gratuitamente, dijo.
Jafar Muqeem aprende música hace dos meses. Su instrumento favorito es el zerbaghali, un tambor semejante a una tabla. Vengo todos los días después de la escuela. Espero poder tocar en Afganistán algún día, dijo.
Asif Mohammad, de 13 años, nació en la provincia afgana de Kandahar y aprende a tocar teclados, en especial el armonio, un instrumento procedente de Europa y adoptado por las ex colonias británicas de Asia meridional.
Vivíamos confortablemente en Afganistán, pero obligué a mis padres a emigrar a Pakistán para estudiar artes escénicas, dijo Mohammad a IPS. Yo también quiero volver a Afganistán para presentarme allí.
Massod, de 10 años, quiere seguir los pasos de su padre, Muhammad Azeem, un famoso músico afgano. Aprende a tocar el rubab, instrumento similar a la cítara. Y también aspira a regresar a su país.
Sin la música, te privas de importantes canales de comunicación, tanto en términos de expresión emotiva como de unir a la gente para que se sienta parte de la comunidad, afirmó Ihsan.
Estos jóvenes estudiantes son la única esperanza para la sabiduría musical del nuevo Afganistán. Por eso me apasiona enseñarles, concluyó. (