EEUU-EUROPA: Expertos proponen pacto de armonía transatlántica

En vísperas del primer viaje del presidente George W. Bush a Europa en su segundo mandato, 50 expertos estadounidenses y europeos en política exterior presentaron un plan para guiar a Washington y Bruselas a través del espinoso matorral de sus relaciones.

Académicos, diplomáticos y ex funcionarios gubernamentales de ambos lados del Atlántico propusieron un ”Pacto entre Estados Unidos y Europa” de 13 puntos como forma de mejorar las relaciones transatlánticas, deterioradas por el rumbo unilateralista y radical que adoptó la política exterior estadounidense tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.

Entre otras cosas, propone que Europa respalde más a Washington en Iraq y que Estados Unidos se sume a las negociaciones de Alemania, Gran Bretaña y Francia con Irán sobre el programa nuclear iraní.

También reclama una serie de concesiones recíprocas en cuanto a la propuesta venta de armas europeas a China e iniciativas relacionadas con el cambio climático, la Corte Penal Internacional (CPI) y las convenciones de Ginebra sobre el tratamiento de los prisioneros de guerra.

Además de la guerra contra Iraq, una de las medidas de Bush que más lo distanciaron de varios gobiernos y la opinión pública de Europa fue su retirada del Protocolo de Kyoto para reducir las emisiones de gases invernadero, que entró en vigor el miércoles 16. La decisión de Bush de no ratificar este tratado, firmado por su antecesor Bill Clinton, fue anterior al 11 de septiembre.

Otra medida de Washington que deterioró las relaciones transatlánticas fue el retiro en mayo de 2002 de su firma del Estatuto de Roma, que creó la CPI, así como su relativa complacencia respecto de los documentados abusos y torturas contra prisioneros de la ”guerra contra el terrorismo”.

La semana pasada, la flamante secretaria de Estado (canciller) Condoleezza Rice y el secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, viajaron a Europa para enmendar relaciones.

La visita tuvo su punto culminante cuando Rumsfeld, quien había llamado despectivamente a Francia y Alemania ”la vieja Europa” debido a su oposición a la invasión de Iraq, declaró que ése era ”el viejo Rumsfeld”, en señal de un cambio de actitud.

La semana próxima, el propio Bush cruzará el Atlántico para reunirse con sus distanciados aliados europeos, conscientes de que tendrán que tratar con el reelecto mandatario estadounidense cuatro años más.

Pese a las sonrisas y los comentarios amables, más de un observador señaló que, salvando la insistencia de Rice en el apoyo de Washington a una Europa unida, los enviados de Bush no mostraron demasiada flexibilidad en cuanto a sus posiciones anteriores.

”Si fuera un jugador, yo no apostaría a que esta luna de miel transatlántica durará mucho”, escribió Timothy Garten Ash, profesor de la Universidad de Oxford y uno de los suscriptores del Pacto, en el diario Los Angeles Times.

Otros firmantes europeos son el ex embajador británico ante las Naciones Unidas, David Hannay; el ex primer ministro de Estonia, Mart Laar; el ex canciller británico Douglas Hurd; el director del Instituto de Estudios de Seguridad de la UE, Nicole Gnesotto, y el jefe de relaciones internacionales de la Fundación Bertelsmann, Josef Janning.

Entre los suscriptores de Estados Unidos se cuentan varios funcionarios de seguridad nacional del gobierno de Bill Clinton (1993-2001), como Anthony Lake, Sandy Berger y James Steinberg, así como el ex subsecretario de Estado Strobe Talbott.

La lista incluye también a individuos más conservadores, como el ex embajador ante Alemania, Richard Burt; el columnista de la revista Newsweek, Fareed Zakaria; y dos destacados neoconservadores: Robert Kagan, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, y Radek Sikorski, del gabinete de expertos American Enterprise Institute.

El Pacto propuesto es un plan de entendimiento y concesiones recíprocas, basado en la idea de que ”la asociación entre Europa y Estados Unidos debe durar porque nuestro futuro común depende de ella”.

Destaca, sin embargo, que las diferencias bilaterales no surgieron ”por causas ambientales o falta de comunicación”, sino a raíz de actos específicos que una de las partes consideró contrarios a sus intereses o valores.

Entre otras recomendaciones, el Pacto insta a Estados Unidos a apoyar el diálogo europeo con Irán y abstenerse de interferir en esa relación.. A cambio, la UE debería declarar su disposición a sancionar a Irán prohibiendo inversiones en el sector iraní de la energía, si Teherán se rehusa a poner fin a su programa de combustible nuclear.

En cuanto a Iraq, Estados Unidos debería lanzar un diálogo estratégico con Europa mediante un nuevo ”Grupo de Contacto”, mientras que la UE debería comprometerse a entrenar a 5.000 funcionarios públicos y 25.000 miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes por año, además de ofrecer 1.000 millones de dólares adicionales para la reconstrucción de ese país.

Si el nuevo gobierno iraquí lo solicita, la UE también debería apoyar una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para instalar en Iraq una fuerza multinacional de estabilización bajo el comando de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

En cuanto al conflicto palestino-israelí, ambas partes deberían reafirmar su compromiso con un plan de paz para una solución biestatal ”basada en las fronteras de 1967”.

Con respecto a la CPI, Estados Unidos debería levantar todas las represalias contra aquellos gobiernos que ratificaron el Estatuto de Roma y dejar de oponerse a una resolución del Consejo de Seguridad para remitir a ese tribunal internacional la cuestión de Darfur, una región de Sudán escenario de masacres cotidianas por paramilitares progubernamentales.

”Se trata de un plan sensato y con visión de futuro…, pero dada la actual polarización, parece más una expresión de deseos”, comentó Charles Kupchan, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores, un gabinete de expertos con sede en Washington, y firmante del documento. (

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