Nepaleses en el exilio, incluso simpatizantes de la monarquía, no ahorran críticas al rey Gyanendra, que esta semana disolvió el gobierno del primer ministro Sher Bahadur Deuba, declaró el estado de emergencia e impuso una fuerte censura a los medios.
La democracia multipartidaria no se restaurará hasta que la insurgencia maoísta, inspirada en la guerrilla peruana Sendero Luminoso, sea aplastada, anunció el viernes el nuevo canciller nepalés, Ramesh Nath Pandey.
Después de pagar un alto costo, hemos aprendido la lección de que no se puede convocar elecciones sin restaurar la paz y la seguridad, sostuvo Pandey.
Al anunciar por cadena de televisión el estado de emergencia el martes 1, el rey Gyanendra dijo: Niños inocentes fueron masacrados y el gobierno no pudo lograr ningún resultado importante y efectivo.
La corona es tradicionalmente responsable de proteger la soberanía nacional, la democracia y el derecho del pueblo a vivir en paz, advirtió el monarca.
Gyanendra calificó a los maoístas de terroristas, y se comprometió a fortalecer las fuerzas de seguridad para aplastar la rebelión. Más de 10.500 nepaleses murieron a causa de la violencia política desde que se desató la insurgencia en 1996.
Los maoístas aspiran a abolir la monarquía en Nepal para instaurar una república comunista.
En esta era de globalización e internacionalismo sin precedentes, ¿es serio el rey Gyanendra al creer que puede tomar como rehén a toda una nación y volver a los tiempos feudales en que los reyes gobernaban por decreto?, cuestionó Saurav Jung Thapa, estudiante nepalés en la universidad estadounidense Hampshire College.
La ciudadanía nepalesa ya le tomó el gusto a la democracia y nadie seguirá ciegamente a un dictador mal aconsejado, que se cree dueño del país por derecho divino, escribió Thapa en un mensaje electrónico a la Red Internacional de Solidaridad con Nepal.
Y si Gyanendra cree que la rebelión maoísta —producto de la generalizada disparidad económica— puede resolverse militarmente, debo decirle que vive en un mundo de fantasía, igual que el norcoreano Kim Jong Il, agregó el estudiante.
¿Por qué la familia real conduce automóviles Jaguar y moticicletas Harley-Davidson cuando la mayoría de los nepaleses son desempleados y se mueren de hambre?, se preguntó.
Las comunicaciones en Katmandú continuaban cerradas este sábado, excepto por algunos instantes en que los teléfonos fijos funcionaron.
Muchos creen que las llamadas telefónicas son grabadas, como sugieren los inusuales sonidos en las líneas. Pasarán 15 días hasta que se restaure la telefonía fija, tres meses para la celular y seis meses para la comunicación vía Internet, según insistentes versiones extraoficiales.
El cierre de las comunicaciones ya le ha sido útil a las fuerzas armadas en su lucha contra los insurgentes, dijo al diario Himalayan Times el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Pyar Jung Thapa.
Mientras, la Asociación de Abogados de Nepal aseguró que las 27 personas oficialmente registradas como detenidas al amparo de la Ley de Seguridad Pública son apenas una pequeña parte de los arrestos efectivamente realizados.
Según la Asociación, 22 dirigentes políticos fueron detenidos solo en la ciudad de Biratnagar, fronteriza con India.
El rey Gyanendra asumió un gran riesgo y él personalmente está en peligro, dijo a IPS Jaya Shah, un nepalés de 93 años que camina frente a la embajada de Nepal en India, en el centro de Nueva Delhi.
Shah muestra preocupación por el futuro de la democracia y de la monarquía en su país. Este anciano de apariencia muy saludable para su edad es monarquista y pertenece al mismo clan que el rey Gyanendra.
Pero a Shah no le sorprende el golpe de Estado, que le recuerda el que dio en 1960 el padre del actual monarca, el fallecido rey Mahendra. Gyanendra, aseguró, desprecia a los políticos. Sabíamos que a hacerlo tarde o temprano. Todos lo esperaban en Nepal, y también en India, dijo.
Mientras IPS hablaba con Shah, un centenar de estudiantes nepaleses exiliados en India se manifestaban en una cadena humana a unos 100 metros de la entrada de la embajada.
Retirar el estado de emergencia, asegurar la democracia en Nepal, reza, en letras blancas, un cartel negro.
Otro legrero urge a la comunidad internacional, especialmente a los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña e India, a quitar respaldo diplomático y militar a la autocracia medieval de Nepal.
Condenamos el golpe y urgimos a Estados Unidos, Gran Breaña, India y a otros países a imponer una moratoria a la venta de armas al rey y a su ejército, dijo a IPS Anand Swaroop Verma, integrante del Foro de Solidaridad Nepalesa y el Frente Antimonárquico, que convocaron a la manifestación.
Pero la actriz nepalesa residente en Mumbai (ex Bombay) Manisha Koirala dijo a IPS que el grueso de los cuestionamientos deberían formularse a los partidos políticos, no al rey.
La incompetencia de los políticos derivaron en la creación de elementos antinacionales como los maoístas, que no matan a nadie más que a los pobres de Nepal, advirtió.
Le daría al rey tres años para solucionar este enredo, concluyó. (