La peor crisis en dos décadas entre Colombia y Venezuela, detonada por el secuestro en esta capital de un guerrillero colombiano, fue cerrada este martes por los presidentes Álvaro Uribe y Hugo Chávez, aunque sin publicitar los acuerdos pactados para conjurar nuevos incidentes.
La fórmula es prudencia en el manejo del tema, con más comunicación entre nuestros gobiernos y menos información periodística o, si se quiere, más comunicación directa y menos mediática, dijo Uribe en rueda de prensa junto a su anfitrión Chávez.
En enero, ambos gobiernos desarrollaron una guerra de declaraciones y comunicados, con Caracas acusando a Bogotá de violar su soberanía y prestarse a juegos de Washington para torpedear la integración sudamericana, y Colombia señalando a Venezuela como albergue de terroristas y pidiendo cooperación para combatirlos.
Ratificamos nuestro compromiso con los pueblos de Venezuela y Colombia y sus instituciones: nuestro país no ha sido ni será jamás santuario de terroristas, ni de guerrilleros, ni de paramilitares o del narcotráfico, afirmó Chávez.
La visita del mandatario colombiano fue pactada por las respectivas cancillerías como cierre de la crisis y debió efectuarse a comienzos de febrero, pero una súbita laberintitis sufrida por Uribe cuando se aprestaba a viajar obligó a postergar el encuentro hasta que este martes superó el reposo indicado por sus médicos.
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Estamos muy agradecidos por tu gesto. Apenas te estás levantando del reposo, dijo Chávez a Uribe, mientras con su histrionismo habitual le entregaba unas pastillas contra la laberintitis que me regaló (el presidente cubano) Fidel Castro.
El diálogo entre hermanos hay que mantenerlo todos los días, dijo por su parte Uribe. Hemos venido a la fertilización de la confianza. Con buenos canales de comunicación todas las dificultades se pueden superar, agregó, y en correspondencia al gesto de Chávez le entregó un volumen sobre construcción de confianza..
El conflicto estalló porque el 13 de diciembre fue secuestrado en Caracas Rodrigo Granda, responsable de asuntos internacionales de las guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Al día siguiente la policía colombiana anunció su captura en la ciudad de Cúcuta, noreste de Colombia y a 900 kilómetros de Caracas.
Las FARC emitieron un comunicado denunciando el secuestro, lo que hicieron además Granda y sus abogados, y Venezuela denunció el rapto a cargo de policías y militares venezolanos que lo habrían llevado en auto hasta la frontera.
Venezuela acusó a Colombia de violar su soberanía al sobornar a oficiales de su Fuerza Armada, pero el gobierno colombiano insistió en que capturó al rebelde en Cúcuta aunque admitió haber pagado por información para aprehenderlo.
Hace un mes Chávez exigió una disculpa pública de Bogotá y el compromiso de que no repetiría episodios como el de Granda, y ordenó suspender todos los programas de cooperación con Colombia, inclusive un proyecto para construir un gasoducto en la península binacional de la Guajira.
El ingreso de pasajeros colombianos, el tránsito de camiones en la frontera y, sobre todo, el suministro de gasolina venezolana a comunidades fronterizas colombianas, que adquieren legal o clandestinamente miles de barriles cada día, quedaron restringidos.
El gobierno de Uribe reivindicó el derecho de perseguir a terroristas colombianos, y sostuvo que la guerrilla de su país tiene campamentos en Venezuela, donde se habría detectado, además, la presencia ocasional de comandantes de la insurgencia.
Al escalar la crisis intervinieron para moderarla los gobernantes de Argentina, Brasil, Cuba, España, México, Perú y República Dominicana.
Estados Unidos y El Salvador, en cambio, tomaron partido por Colombia. El embajador estadounidense en Bogotá, William Wood, dijo que respaldaba ciento por ciento a Uribe en esta contienda, y el Departamento de Estado (cancillería) se dirigió a varios gobiernos de la región para pedirles presión sobre Chávez.
Las gestiones mediadoras —al parecer fue muy eficaz la de Castro— y la presión de los comerciantes colombianos que tienen en Venezuela su segundo mercado, favorecieron un acuerdo entre las cancillerías, que remata la visita de Uribe.
Los cancilleres Carolina Barco (Colombia) y Alí Rodríguez (Venezuela), los altos funcionarios más discretos en esta crisis, encabezarán una comisión binacional que estudiará los temas que condujeron al incidente y prevé reunirse antes de abril.
Los presidentes evadieron ante la prensa referirse a los términos bajo los cuales superaron la crisis, y a las preguntas sobre los temas de las excusas que exigió Chávez, o la presencia de guerrilleros que denunció Uribe, insistieron en que el incidente ha sido superado y hemos dado vuelta a la página.
Esa exhibida fraternidad es muy delgada. En cualquier momento puede producirse un nuevo episodio de crisis, por las visiones confrontadas de Uribe y Chávez, opinó Beatriz de Majo, asesora empresarial especializada en la relación bilateral.
Otro estudioso del tema, Alberto Garrido, dijo a IPS que nuevos incidentes se pueden presentar, porque lo que está en juego es la extensión al área andina del Plan Colombia, que ha entrado en su fase militar o Plan Patriota.
El Plan Colombia de lucha contra el narcotráfico y la guerrilla, financiado por Estados Unidos, asumió en 2004 el carácter de ataque militar masivo a las zonas de influencia de las FARC.
Uribe destacó que lo importante es la comunicación entre nuestros gobiernos, los ministros, los cuerpos policiales y, cuando los presidentes lo autoricen, entre los comandantes de nuestras fuerzas militares.