– Una sublevación de diputados impuso al gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva su más grave derrota política, al arrancar al gobernante Partido de los Trabajadores (PT) la presidencia de la Cámara de Diputados.
El diputado Severino Cavalcanti, del conservador Partido Progresista (PP), fue elegido presidente de la cámara baja para los dos próximos años, en una conturbada votación que se inició a las 18.00 horas del lunes, 20.00 GMT, y se prolongó por trece más.
El triunfo de Cavalcanti, por 300 votos contra 195 del postulante del PT, Luiz Eduardo Greenhalgh, se hizo efectivo en una segunda votación en la mañana de este martes, tras una vigilia que reflejó la intensidad de la disputa.
En la primera votación, los 510 diputados presentes de un total de 513, se dividieron entre cinco candidatos y ninguno obtuvo la mayoría absoluta necesaria. En esa oportunidad Greenhalgh superó a Cavalcanti por 207 votos contra 124.
Pero luego, Greenhalgh enfrentó una aplastante concertación de opositores y disidentes del PT que le restó votos.
Tras la perplejidad de los líderes aliados al oficialismo, políticos y analistas evalúan que la derrota se debió a una reacción ante la arrogancia del PT, y una advertencia de que se requiere un cambio en las actitudes del gobierno.
Por primera vez, el partido que cuenta con mayor representación (el PT tiene 91 diputados) no presidirá la cámara baja, rompiendo una tradición. Tampoco ocupará ningún cargo en la mesa directiva.
El hecho subvierte las reglas parlamentarias y refleja el deterioro de los partidos. Varios diputados cambiaron de bando, pues la votación secreta permitió un elevado índice de traición a la disciplina partidaria.
En sus dos años de gobierno, el PT estimuló esas migraciones y la indisciplina, debilitando a los partidos, y ahora cosecha lo que sembró, evaluó el gobernador del meridional estado de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, del opositor Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB).
La división del PT fue decisiva para la derrota del oficialismo. Uno de sus diputados, Virgilio Guimaraes, se presentó como candidato disidente, rebelándose contra la decisión partidaria de postular a Greenhalgh.
Éste, conocido defensor de los derechos humanos, sufre el rechazo de buena parte de los parlamentarios conservadores de la heterogénea base aliada, como se denomina la coalición que respalda al gobierno de Lula en el Congreso legislativo. El PP de Cavalcanti forma parte de esa alianza.
Cavalcanti aglutinó el descontento de los más variados grupos parlamentarios, pese a su escaso peso político y al hecho de pertenecer a un partido con apenas 54 diputados y la mancha de un pasado incondicionalmente a favor de la dictadura militar (1964-1985).
El nuevo presidente de la Cámara representa al llamado bajo clero, los diputados sin expresión política que se quejan de la escasa atención que les presta el oficialismo. Buena parte de ellos busca ventajas económicas.
Cavalcanti conquistó muchos votos con la promesa de duplicar el sueldo de los diputados, equiparándolo a la remuneración de los jueces de la Suprema Corte de Justicia.
El nuevo presidente de la Cámara tiene 74 años y acumuló larga experiencia en 38 años de vida parlamentaria, 28 de los cuales transcurrieron en la Asamblea Legislativa de su estado, Pernambuco, en el noreste del país. Desde 1995 ocupa un escaño de la cámara baja, en Brasilia.
Católico conservador, Cavalcanti se opone al matrimonio entre homosexuales, al aborto y a otros reclamos feministas. Uno de sus proyectos propone prohibir la desnudez en televisión.
Su presidencia es también una derrota de las luchas por los derechos de las mujeres y las minorías sexuales, lamentó Elizabeth Saar, asesora parlamentaria del no gubernamental Centro Feminista de Estudios y Asesoría, con sede en Brasilia.
Cavalcanti intentó que el aborto fuese calificado como crimen hediondo, y sus proyectos, en general, se destinan a obstaculizar el goce de derechos, como la asistencia a mujeres víctimas de violencia sexual en servicios de salud pública y las cirugías de cambio de sexo.
La elección de Cavalcanti es una tristeza para el feminismo, dijo Saar a IPS. Espero que respete el carácter laico del Estado y no supedite su nueva función a su religiosidad, en desmedro de la sociedad, agregó.
En su primer discurso tras ser elegido, Cavalcanti aseguró que no creará escollos al gobierno, pero que sostendrá la independencia del Poder Legislativo, y criticó el exceso de decretos presidenciales con poder de ley y vigencia inmediata, que el Congreso debe tramitar en dos meses.
Cavalcanti se manifestó también en contra del aumento de la carga tributaria, indicando barreras adicionales para la aprobación de un decreto con que el gobierno pretende elevar la tributación de las empresas de servicios, y contra el cual ya se alzó un movimiento empresarial.
Aunque el PP respalda al gobierno, es natural que el Poder Ejecutivo espere mayores dificultades para aprobar sus propuestas legislativas, lo cual podría obligarlo inclusive a reorganizar sus fuerzas parlamentarias en la Cámara.
En el Senado, el oficialismo no afronta problemas. Su nuevo presidente, Renan Calheiros, es un aliado fiel.