Manzanas más dulces, lechugas más verdes y leche más pura; miel sin azúcar y vino que no emborracha ni causa acidez; zanahorias que se mantienen frescas más de dos semanas. Estos son algunos de los productos de la agricultura biodinámica, que crecen sin degradación del suelo ni fertilizantes o pesticidas sintéticos, tratando de adecuarse a los ciclos naturales del cosmos.
En Italia existen unas 400 empresas dedicadas a esa actividad, en 5.000 hectáreas y con una facturación anual de unos 27 millones de dólares, modesta en comparación con la de la agricultura convencional.
Su producción es sólo cinco por ciento del total italiano, entre otras cosas porque tiene costos más elevados.
Quienes la practican usan humus para fertilizar la tierra y se inspiran en antiguas técnicas. Se trabaja a ciclo cerrado, porque las plantas son organismos autosuficientes y sanos. Esto ayuda a recuperar la fertilidad de la tierra y a entender la estructura del humus. El agricultor biodinámico vive en armonía con la naturaleza, explicó a Tierramérica Marcelo Lo Sterzo, agrónomo y consultor sobre esa técnica.
La agricultura biodinámica, que comenzó a desarrollarse en Alemania en 1924, se basa en la antroposofía, filosofía holística del austriaco Rudolf Steiner (1861-1925), que abarca la influencia del cosmos en plantas y animales, al igual que orientaciones para la relación del ser humano con el resto de la naturaleza.
Entre sus métodos típicos están la rotación en el uso de suelos, y el ordenamiento de siembras y cultivos de acuerdo con los calendarios lunar y planetario.
En este tipo de agricultura, se preparan fertilizantes con sustancias naturales, que son más nutritivos para las plantas, y favorecen tanto la absorción de las raíces como la fotosíntesis, señaló a Tierramérica Mario Bavio, representante de la Asociación Biodinámica para la región de Lombardía, al norte de Italia.
La empresa agrícola Cascine Orsine, con sede en la ciudad lombarda de Pavia, cultiva 350 hectáreas con este método. Produce leche, carne, quesos, cereales, arroz y harinas, con maquinarias especiales y cinco veces más mano de obra que sus pares convencionales.
Nuestro producto principal es la leche. Cuidamos el suelo y las vacas, no les cortamos los cuernos, les damos una alimentación especial, y si se enferman las curamos con medicamentos homeopáticos. Duermen sobre paja porque eso es lo natural, explicó Aldo Paravini, propietario de Cascine Orsine.
Los agricultores biodinámicos sostienen que si respetan el terreno, la calidad de las semillas y ciertos ciclos de cultivo, el cosmos influye positivamente en su actividad.
Por ejemplo, entienden que la siembra da mejores resultados si se realiza cuando la órbita lunar lleva a nuestro satélite más lejos de la Tierra.
Nuestra actividad, que iniciamos hace 15 años, corresponde a nuestra filosofía de vida, dijo Marco Rossi, propietario de Verdeallogio, una pequeña empresa de apicultura biodinámica en seis hectáreas de Giove, al centro de Italia, que produce miel y cosméticos basados en ella.
Las abejas allí no se alimentan con azúcar y no están obligadas a sobreproducir. La colmena es un lugar especial, alejado del ruido y de las personas, según Rossi.
Los defensores de la agricultura biodinámica aseguran que es la expresión más avanzada de un modelo de desarrollo ambientalmente sustentable, y que supera a la agricultura orgánica, también llamada biológica o ecológica.
El 95 por ciento de los productos biodinámicos se venden frescos, y el resto son cosméticos, fibra de algodón y cáñamo.
La agricultura biodinámica pasa por tres controles para garantizar su calidad, realizados por la Asociación Demeter, una organización ecológica que agrupa a 3.000 productores de 40 países, la asociación biotecnológica suiza Swissbio, y la Unión Europea en el marco de su norma 2092/91, sobre agricultura biológica.
Dos tercios de la producción italiana se venden en el norte de Europa, Estados Unidos, Canadá y Japón. Los precios son en promedio 50 por ciento mayores que los de la agricultura convencional.
Eso se debe a que los costos iniciales son tres o cuatro veces mayores, pero los productores biodinámicos aseguran que luego de dos o tres años de trabajo la relación cambia drásticamente, ya que al prescindir de productos sintéticos el costo baja 40 por ciento.
* La autora es colaboradora de Tierramérica. Publicado originalmente el 8 de enero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.