Líderes de la Unión Europea (UE) y funcionarios del bloque contemplaron con interés, y algunos con consternación, la investidura de George W. Bush para un segundo periodo al frente del gobierno de Estados Unidos.
Muchos, molestos con la política unilateral de Bush y la guerra en Iraq —para la que Washington contó con ayuda de algunos países europeos, como Gran Bretaña e Italia—, querían que perdiera las elecciones de noviembre.
Ahora, aquellos que lo criticaban deberán contentarse con hacer las cosas lo mejor posible a partir de lo que consideran una mala situación.
Sin embargo, Bush se comprometió, horas después de ser reelegido, a enmendar la amistad con la UE y a cambiar el enfoque del gobierno estadounidense hacia el bloque y otras organizaciones multilaterales.
En ese sentido, el mandatario se propuso trabajar a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y con la UE para fortalecer la cooperación entre Europa y Estados Unidos.
Por lo tanto, la UE espera que Bush la escuche y consulte más en torno de las disputas que hoy alientan la brecha transatlántica.
Pero las diferencias en torno de varios asuntos volvieron a salir a la luz, aun antes de que Bush fuera investido este jueves.
Mientras la UE y Washington lograron impedir un choque legal entre las dos principales fabricantes de aviones del mundo, Airbus y Boeing, persisten otras disputas comerciales y políticas que constituyen focos de tensión.
La disposición de la UE a dejar sin efecto el embargo de armas contra China, dispuesto hace 15 años a raíz de la masacre en la pekinesa plaza Tiananmén, enfureció a Estados Unidos.
El canciller de Gran Bretaña, Jack Straw, comunicó este viernes en Beijing a las autoridades chinas que en los próximos meses se levantaría el embargo. Londres estará a cargo de la presidencia rotativa de la UE en el segundo semestre del año.
Estados Unidos cree que la reanudación de las ventas de armas europeas a China socavará la posición de Taiwán y alentará la represión interna.
La cálida relación entre la UE y Cuba, tras un periodo de distanciamiento por la prisión de 75 disidentes a los que La Habana calificó de agentes al servicio de Estados Unidos y la ejecución de tres hombres que intentaron secuestrar una embarcación, también es una fuente de descontento en Washington.
El vínculo se había dañado cuando diplomáticos europeos comenzaron a invitar a críticos del régimen de Fidel Castro a sus recepciones en La Habana, práctica que desaconsejó el mes pasado la Comisión Europea, rama ejecutiva de la UE.
Pero Estados Unidos mantiene una firme oposición al gobierno de Castro, al punto que la recientemente confirmada secretaria de Estado (canciller) Condoleezza Rice, calificó a Cuba de puesto de avanzada de la tiranía.
Pero en su alocución ante el Senado, Rice también enfatizó en la necesidad de fortalecer el vínculo de Estados Unidos con la UE y con instituciones multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La relación de Estados Unidos con las potencias mundiales será crítica. Nuestra interacción con el resto del mundo debe ser una conversación, no un monólogo, dijo.
El vínculo entre Estados Unidos e Irán persistirá, al parecer, como fuente de tensión con la UE en el segundo periodo de Bush. El bloque favorece el diálogo para asegurar que Irán no desarrolle armas nucleares. Washington, en cambio, se inclina por la presión.
Bush tampoco da muestras de responder las llamadas para que firme el Protocolo de Kyoto, que obliga a los países del Norte industrial a recortar la emisión de gases invernadero, y el Estatuto de Roma, que creó la Corte Penal Internacional contra crímenes de guerra y actos de genocidio.
Tampoco hay señales de que Estados Unidos fortalezca el dólar, a pesar de que la UE está preocupada por el perjuicio que su depreciación respecto del euro causa a las exportaciones.
La UE procurará mucho más compromiso en el proceso de paz de Medio Oriente, pues confía en que Estados Unidos pondrá, como ya ha anunciado, nuevo vigor en ese sentido.
Incluso el principal aliado de Bush, el primer ministro británico Tony Blair, mostró su frustración ante la falta de avances en Medio Oriente.
A Bush le resultará difícil buscar apoyo en la ciudadanía europea. Una encuesta divulgada por la BBC así lo señala: tres cuartos de los franceses y alemanes consideran que la reelección del mandatario estadounidense fue mala para la paz y la seguridad mundiales, tal como dos tercios de los británicos.
La encuesta, realizada por la firma GlobalScan y diseñada por un departamento de la estadounidense Universidad de Maryland, también indicó que la gran mayoría de los rusos y los turcos consideran negativa la influencia de Washington en el mundo.
El principal factor en ese sentido es la operación militar en Iraq. (