La Iglesia Católica intenta frenar las reformas sociales puestas en marcha por el gobierno español presidido por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que se mantuvo firme y rechazó este martes las críticas de la jerarquía eclesial local y las del propio papa Juan Pablo II.
El ministro de Defensa, José Bono, hombre fuerte del gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y reconocido católico practicante, se pronunció claramente en contra de las críticas efectuadas en la víspera por el Papa.
Juan Pablo II, ante los cardenales y obispos españoles reunidos en el Vaticano, atacó la posición del gobierno de Zapatero, al que calificó de laicista y lo acusó de conducir a un desprecio o ignorancia de lo religioso e, incluso, a cercenar la libertad religiosa.
La Iglesia Católica se enfrenta al gobierno socialista desde que asumió en mayo de 2004. Los principales puntos de fricción son sus respectivas posiciones acerca del matrimonio homosexual, la utilización de preservativos para prevenir enfermedades de transmisión sexual y la educación religiosa en las escuelas del Estado.
En torno a la enseñanza de religión, el gobierno entiende, y así anunció que lo decretará, que la misma no debe ser una asignatura evaluable para la puntuación de los alumnos, además de ser optativa. Asimismo, pretende anular la normativa vigente que otorga a la jerarquía católica la potestad de elegir y designar a los profesores que impartan la religión de esa Iglesia.
El ministro Bono rechazó que fueran en contra de las enseñanzas de Cristo las posiciones gubernamentales en favor de la legalización de la unión de homosexuales y la campaña de recomendación del uso de preservativos para prevenir el contagio del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).
Tras rechazar que el gobierno sea la causa del avance del laicismo, el ministro adicionó que la Iglesia Católica jerárquica debería pensar si no tiene algo de culpa en el apartamiento de las personas de la fe cristiana, porque a estas alturas del curso mucha gente buena cuando usa un preservativo cree que está pecando contra Dios, dada la dura posición episcopal contra su uso.
En los últimos cuatro años, el porcentaje de jóvenes que asisten a misa bajó de 28 a 14 por ciento, según cifras oficiales del gobierno y de la propia Iglesia Católica.
Yo no estoy dispuesto a decir que peca una persona que se pone un preservativo para no contagiar el sida que, por ejemplo, le han contagiado por una transfusión de sangre, o a afirmar que los homosexuales están condenados, añadió.
Además, Bono puntualizó que Cristo estaría hoy más preocupado por los 25.000 niños que mueren cada día de hambre en el mundo, o de las guerras, y no por los temas levantados por el episcopado español.
También sostuvo que, escuchar condenaciones eternas a estas alturas de curso sobre que los homosexuales no entrarán en el reino de los cielos, es una obscenidad.
Para oponerse a las medida impulsadas por el gobierno, la semana pasada finalizó una campaña de recolección de firmas en favor de las clases de religión, postulada por la Confederación Católica Nacional de Padres de Alumnos (Concapa), en la que se reunieron más de tres millones de voluntades, todo un récord para Luis Carbonell, presidente de esa entidad.
Nada más concluir la campaña, Carbonell remitió una carta informativa y pidiendo ser recibido por Zapatero, de quien todavía no recibió respuesta. Si no nos recibe querrá decir que al presidente del gobierno le importan un bledo tres millones de personas y prefiere otros colectivos, mucho más minoritarios, pero que le aseguran un apoyo al gobierno, ¡dijo a IPS.
La principal fuerza de oposición, el centroderechista Partido Popular (PP), se negó a pronunciarse sobre las palabras del Papa. Siempre que se producen testimonios de personalidades, son respetables, y para muchas personas va más allá del respeto, se justificó en rueda de prensa su portavoz parlamentario, Eduardo Zaplana.
Esta es la segunda vez que el Papa critica al actual gobierno español, repitiéndose de algún modo la situación del 21 de junio de 2004, cuando recibió a Zapatero sólo un mes después de haber asumido el cargo perdido en las elecciones de marzo por José María Aznar, del PP.
En esa oportunidad, Juan Pablo II se manifestó complacido con la visita, en la que ambos mantuvieron un clima de cordialidad, aunque en el discurso que pronunció ante la delegación española le pidió a Zapatero que tuviese en cuenta los valores éticos para impulsar el desarrollo de su país. También cuestionó su posición respecto del matrimonios entre homosexuales, el aborto y la educación religiosa.
Según el Papa, el gobierno español debería garantizar el derecho fundamental a la vida, lo que implica oponerse al aborto y al uso de anticonceptivos, defender a la familia basada en el matrimonio entre una mujer y un hombre y respetar la enseñanza de la religión católica en las escuelas públicas.
Nada de ello fue garantizado sino que se encararon reformas legislativas y campañas gubernamentales en sentido contrario.
Pero las críticas del Papa fueron más allá de esos temas y se pronunció también sobre un enfrentamiento del gobierno socialista con el opositor Partido Popular, apoyando las reclamaciones de este último en relación con un suspendido trasvase de agua del río Ebro.
Al respecto dijo que en algunas partes se vive la confrontación social por un recurso natural, el agua, siendo ésta un bien común, no se puede despilfarrar ni se puede olvidar el deber solidario de compartir su uso.
Los asistentes a la reunión interpretaron esas palabras como una alusión al caso del Ebro, cuyo trasvase planificó el anterior gobierno, del Partido Popular, para que pasase desde una Comunidad Autónoma gobernada por los socialistas, la de Aragón, a otra gobernada por el PP, la de Murcia.
Fuentes del Vaticano confirmaron que el discurso papal fue elaborado contando con mensajes enviados previamente por los obispos españoles.