Más de 750 policías federales y soldados ocuparon este viernes la cárcel de máxima seguridad de La Palma, vecina a la capital mexicana, tras recibir alertas sobre la posible fuga de narcotraficantes, que según evidencias, manejan desde allí sus negocios y una cruenta y abierta guerra entre mafias.
Los agentes permanecerán en la Palma hasta que retornen las condiciones de seguridad de ese centro, señaló el gobierno en un comunicado. El año pasado fueron asesinados en esa prisión tres narcotraficantes, el último el 31 de diciembre, lo cual derivó en varios despidos y en el procesamiento penal de directivos y custodios.
Mientras soldados y policías buscan reestablecer el orden en ese centro, donde hay 500 presos, entre ellos varios ex jefes de bandas de narcotraficantes, en las calles continúa la guerra abierta entre mafias, movida por el afán de acaparar el envío de drogas a Estados Unidos, que es el más grande y apetitoso mercado para esos productos ilegales.
En los que va del año, se registraron en México más de un asesinato por día en promedio. El último se registró el miércoles 12, cuando un comandante de la policía del noroccidental estado de Baja California, vecino a Estados Unidos, fue acribillado a tiros cuando viajaba en un automóvil.
En 2004, los crímenes vinculadas a narcotraficantes sumaron más de 900. Las víctimas fueron policías, abogados y miembros de bandas delictivas.
Hay una guerra entre mafias que buscan tomar el control de la venta de drogas, pues sus espacios han sido acotados por la detención de la mayoría de sus jefes, explicó el jefe de la Procuraduría (fiscalía) General, Rafael Macedo.
Desde la llegada al gobierno en diciembre de 2000 de Vicente Fox varios líderes de las bandas de narcotraficantes fueron detenidos. Sin embargo, eso no mermó el negocio de las drogas ni el poderío de las organizaciones que las controlan, sostiene el criminólogo César Zapata.
El gobierno lleva adelante una guerra interminable alentada por la gigante demanda del norte (Estados Unidos), dijo el experto a IPS.
La Procuraduría reconoció que varios de los jefes del narcotráfico no han dejado de operar desde sus celdas en los penales de alta seguridad y advirtió de que existe el riesgo de que esos delincuentes organicen un ataque armado y una fuga masiva de esos centros de detención.
Con el control de las cárceles, donde incluso ordenan asesinatos de sus rivales, y la guerra en las calles, los narcotraficantes mexicanos están emulando a lo que hicieron en el pasado sus colegas colombianos, apuntó Zapata. Pero eso sólo es una parte de la historia, acotó.
Zapata y otros especialistas en la materia sostienen que, más allá de los grupos de los que habla el gobierno, hay decenas de pequeñas organizaciones de narcotraficantes con jefes desconocidos que son muy efectivos en mantener los flujos de envíos de drogas a Estados Unidos.
Según José Luis Santiago Vasconcelos, subprocurador contra la Delincuencia Organizada de la Procuraduría General, en México operan siete bandas de narcotraficantes, pero el control real del mercado sólo es disputada entre dos.
Se trata de las encabezadas por Osiel Cárdenas, preso en La Palma, y por Joaquín El Chapo Guzmán, quien se fugó en 2001 de la prisión de Puente Grande, otra de los establecimientos de máxima seguridad. A esos grupos se habrían alineado los demás, afirma el funcionario.
Pero Barry McCaffrey, ex jefe de la Oficina de Política Nacional Contra las Drogas de la Casa Blanca, declaró este miércoles que en México existen 30 cárteles del narcotráfico y más de 100 de organizaciones criminales que trabajan con drogas.
Según el subprocurador mexicano, el número de organizaciones sube a más de 130 si se considera a las células que integran las siete organizaciones mayores, varias de las cuales, en su momento en Estados Unidos fueron consideradas organizaciones individuales, pero que no lo son.
Hay una serie de grupos, infinidad de grupos, yo creo que se queda corto con los 130, si hablamos así de las células (que constituyen el) andamiaje de la delincuencia organizada, dijo el funcionario
Los cientos de arrestos efectuados durante el gobierno de Fox, incluidos varios jefes, tienen un impacto nulo en el contrabando de narcóticos a Estados Unidos, reconoció en agosto John P. Walters, jefe de la Oficina Nacional para Políticas del Control de Drogas de la Casa Blanca.
Walters lamentó que el combate a las organizaciones criminales no tenga efecto en la reducción del suministro de drogas, en parte porque las bandas mexicanas renuevan muy pronto sus liderazgos.
Estimaciones oficiales indican que entre 70 y 75 por ciento de la cocaína que llega a Estados Unidos ingresa por la frontera mexicana y el resto lo hace por las costas del mar Caribe.
El narcotráfico mueve unos 500.000 millones de dólares por año en el mundo, según la Organización de las Naciones Unidas.
En México, como en otros países donde el narcotráfico es poderoso, algunos observadores sugieren que la mejor alternativa para aplacar a las mafias es despenalizar el uso de ciertas drogas y redoblar la lucha preventiva al consumo. La primera sugerencia es rechazada tajantemente por el gobierno del presidente Fox.