Será el Iraq de Lula, vaticinó Apolo Heringer Lisboa, para realzar su rechazo al proyecto gubernamental de llevar parte de las aguas del río San Francisco a tierras semiáridas del noreste de Brasil.
Sus razones están expuestas en un largo manifiesto, firmado por 205 organizaciones de diversos tipos, que condena la transposición como equivocada, insustentable en términos políticos y técnicos serios, con riesgos económicos, éticos y ambientales previsibles y consecuencias incalculables.
Pero la decisión está tomada, y el gobierno pretende empezar las obras este año, tras lograr aprobación ambiental para el proyecto, que costará unos 2.380 millones de dólares al cambio actual hasta 2010, según el Ministerio de Integración Nacional (MIN).
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva adoptó la iniciativa como una de sus prioridades, tildando de egoístas las reacciones negativas. Es una cuestión humanitaria llevar agua a gente que camina muchos kilómetros para beberla sucia, alegó.
La polémica idea de transponer aguas del San Francisco, conocido como Viejo Chico, hacia áreas que sufren frecuentes sequías se discute en Brasil desde hace un siglo y medio. Esta vez parece haber voluntad política del gobierno central, pero también una feroz resistencia en los cinco estados que baña el otrora llamado río de la integración nacional, por unir el centro y el noreste del país.
La oposición une a gobiernos estaduales, ambientalistas, científicos, asociaciones comunitarias y profesionales, numerosas organizaciones no gubernamentales (ONG) y el Comité de la Cuenca Hidrográfica del San Francisco, un organismo de gestión y planificación compuesto de representantes de gobiernos y sociedad civil.
El proyecto del MIN es inútil, inviable y dañino para el ambiente, porque el caudal del San Francisco no es suficiente para abastecer más que su actual cuenca, argumentan los opositores.
Se reduciría, por ejemplo, la capacidad de generación de centrales hidroeléctricas instaladas en su curso y responsables de 95 por ciento de la electricidad consumida en el noreste, y gastaría mucha energía en bombeo, elevando el costo del agua a un nivel incompatible con la pobreza de la población local.
Aumentar 3,9 por ciento el agua disponible en las áreas a las que se quiere beneficiar sólo favorecería a grandes hacendados y empresarios, sostuvo Lisboa, un médico impulsor del Proyecto Manuelzao de recuperación ambiental de la cuenca del Río das Velhas, importante afluente del San Francisco.
En cambio, la geóloga Juliana Roscoe, gerente de ambiente y revitalización del MIN, afirma que el proyecto ofrecerá seguridad de abastecimiento y que eso permitirá una gestión más racional de los recursos hídricos.
Los ríos locales son intermitentes, por las sequías, y la región depende de un sistema de represas cuya agua se ahorra al máximo por la incertidumbre, lo que aumenta su evaporación. Pero a veces la lluvia causa más pérdidas, si hay que abrir compuertas para frenar crecidas, explicó. Todo eso obliga a limitar el uso económico del agua, para asegurar el abastecimiento público, pero el aporte del San Francisco pondrá fin al desperdicio, liberando recursos existentes para el desarrollo, explicó Roscoe.
Los temores de insuficiencia de agua en el San Francisco son mitigados por la fórmula acordada, de transferir un volumen fijo que asegure agua potable a la población, es decir 26 metros cúbicos por segundo, o uno por ciento del flujo del río, indicó la geóloga.
El proyecto, que el MIN llama de integración de cuencas, prevé un máximo de 127 metros cúbicos por segundo, pero el volumen sólo aumentará cuando esté llena la represa de Sobradinho, arriba del punto de captación. Además se pondrá en marcha un proceso de revitalización de la cuenca en los próximos 20 años, para superar problemas de deforestación, sedimentación y contaminación de ríos, informó Mauricio Laxe, coordinador del programa en el Ministerio de Medio Ambiente (MMA).
El primer desafío es construir una articulación interinstitucional entre varios ministerios, gobiernos estatales y municipales, y ampliar foros locales para movilizar a la sociedad y combatir eficazmente los problemas, sostuvo.
Falta también educación ambiental. La región metropolitana de Belo Horizonte, capital del sureño estado de Minas Gerais, concentra 30 por ciento de los 12,5 millones de habitantes de la cuenca y más de 20 por ciento de su contaminación, pero sólo uno por ciento de su población tiene conciencia de vivir en la Cuenca del San Francisco, lamentó Laxe.
Recuperar las nacientes, reforestar las riberas y crear áreas de protección son otras tareas clave. Sólo en saneamiento ambiental, a cargo de los ministerios de Ciudades y Salud, se prevé aplicar 220 millones de dólares en 2005, destacó Laxe para señalar la multiplicidad de acciones e inversiones.
Los críticos, como Ruben Siqueira, uno de los coordinadores de la Comisión Pastoral de la Tierra, de la Iglesia Católica, acusan el gobierno de priorizar este proyecto, destinándole 400 millones de dólares en el próximo presupuesto, en desmedro de la revitalización, que solo contaría con un décimo de esa suma en el MMA.
La transposición concentrará el agua y la tierra en pocas manos, como siempre ocurrió en el noreste, ya que favorecerá sólo a cinco por ciento del área semiárida, unos diez kilómetros a cada lado de los canales, sentenció Siqueira.
* El autor es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 8 de enero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.