Los gobiernos de Australia y de Estados Unidos podrían ser demandados ante la justicia por el ciudadano australiano Mamdouh Habib, quien será liberado sin cargos luego de tres años de arresto en la base naval estadounidense de Guantánamo, Cuba.
El equipo de la defensa de Habib fue tomado por sorpresa por su inminente liberación, anunciada por el Departamento (ministerio) de Defensa. Las posibles demandas se resolverán sólo cuando retorne a Australia, lo que está previsto para la semana próxima.
Lo queremos primero de vuelta en casa, dijo a IPS el principal abogado de Habib, Stephen Hopper.
Las posibles acciones legales incluyen demandas por difamación contra políticos australianos y por violación de las leyes estadounidenses contra la tortura. Agencias del gobierno australiano, por otra parte, podrían verse querelladas por no defender a un ciudadano en el exterior.
Debemos esperar a ver qué sucede cuando Habib regrese, hablar con él y saber qué le ha sucedido y qué desea, sostuvo Hopper.
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La semana pasada, los abogados de Habib informaron por escrito a un tribunal estadounidense que su cliente fue torturado el 5 de octubre de 2001, luego de ser detenido cuando viajaba en un autobús en que se dirigía a la ciudad pakistaní de Karachi desde Afganistán.
Habib, de 48 años y padre de cuatro hijos, informó a través del escrito que hombres de acento estadounidense lo interrogaron violentamente en Pakistán en presencia de un funcionario australiano. Canberra niega que algún funcionario hubiera presenciado el supuesto acto de tortura.
El ciudadano australiano fue luego trasladado a Egipto, donde sus abogados aseguran que fue sometido a brutalidades inenarrables durante seis meses.
Luego, lo derivaron a la base militar estadounidense en Bagram, Afganistán, hasta que el 4 de mayo de 2002 terminó en el Campamento Rayos X en Guantánamo, donde aseguró haber sido maltratado también.
Según la declaración escrita ante el tribunal estadounidense, Habib fue obligado en esa base a permanecer parado sobre un barril metálico que era conectado a la corriente eléctrica cuando el prisionero no daba en los interrogatorios las respuestas esperadas.
Luego del escándalo por los maltratos recibidos por prisioneros iraquíes en la prisión de Abu Ghraib, la prensa estadounidense tomó en serio las denuncias de los defensores de Habib, lo cual, a su vez, influyó en la decisión del Pentágono, según Hopper.
Las autoridades estadounidenses afirmaban que Habib conocía con anticipación que se cometerían los atentados que el 11 de septiembre de 2001 dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington, y que había recibido entrenamiento con la red terrorista Al Qaeda en Afganistán.
Los abogados del ciudadano australiano desacreditan las acusaciones. Hasta donde sé, las únicas evidencias que tienen contra Mumdouh Habib fueron confesiones arrancadas mediante tortura. ¿Qué valor podrían tener?, se preguntó Hopper.
El Pentágono anunció el martes la liberación de Habib y de cuatro ciudadanos británicos, si bien insistió en calificar a los cinco de combatientes enemigos.
Washington argumentó entonces que Australia y Gran Bretaña aceptaron responsabilizarse de estos individuos y trabajarán para impedirles comprometerse con actos terroristas o de apoyarlos en el futuro.
Dos alemanes arrestados junto con Habib fueron liberados tras dos semanas de protestas del gobierno de Gerhardt Schroeder, pero la inacción del gobierno australiano fue cuestionada por el Consejo Legal, la principal organización de abogados de ese país.
El señor Habib y su familia tienen todo el derecho a sentirse molestos con el tratamiento que recibieron tanto de las autoridades tanto de Estados Unidos como de Australia, dijo el presidente del Consejo Legal, Stephen Southwood.
El primer ministro de Australia, el conservador John Howard —uno de los principales aliados de Estados Unidos en su guerra contra el terrorismo—, negó el miércoles responsabilidad en el asunto.
No tenemos ninguna disculpa que dar. Y no, no ofreceremos indemnización, dijo a la prensa en Canberra. No cuestioné el derecho de Estados Unidos a detenerlo, dadas las circunstancias. Pero hemos dicho todo este tiempo que debía ser acusarlo o, de lo contrario, liberado , agregó.
Sin embargo, el fiscal general de Australia, Phillip Ruddock, dijo en reiteradas ocasiones que Habib no podría ser acusado de acuerdo con las leyes de su país, si bien Howard se ha negado a reconocer que debería ser considerado inocente.
No me corresponde proclamar la culpabilidad o la inocencia. Es lo último que un miembro del Poder Ejecutivo debería hacer, sostuvo el primer ministro.
Los criminales en este caso están en el gobierno, replicó la esposa de Habib, Maha.
El senador de Los Verdes Bob Brown aplaudió la inminente liberación. Brown interrumpió en octubre de 2003 un discurso del presidente estadounidense George W. Bush ante el parlamento australiano, en protesta contra las detenciones en Guantánamo.
Después de torturar al señor Habib, el gobierno de Bush admite que no tiene argumentos que pudieran sostener contra él ante un tribunal estadounidense, dijo Brown.
La decisión del Pentágono alienta esperanzas de que Estados Unidos libere a otro australiano, David Hicks, quien debería comparecer en marzo.
El abogado australiano de Hicks, Stephen Kenny, dijo que la liberación de Habib vuelve insostenible la detención de su cliente, en Guantánamo desde 2001. En una carta a su familia, Hicks dijo sentirse al borde de la locura.