«Participe de esta única oportunidad» dice el aviso publicado en Argentina. Parece la publicidad de un crucero o un concurso con atractivos premios, pero es el lanzamiento oficial del canje de bonos de la deuda externa por valor de 81.800 millones de dólares, que los acreedores no cobran desde 2001.
La operación de canje, sin antecedentes por el volumen a reestructurar, implica una quita de cerca de la mitad del capital y un aplazamiento del pago, pero se cree que más de 70 por ciento de los poseedores de bonos podrían aceptar alguna de las propuestas del menú que promueve el gobierno argentino este mes.
El voluminoso descuento tampoco garantiza que el Estado resuelva el problema definitivamente. La deuda externa total, que en el mejor de los casos bajará de 181.000 millones a 120.400 millones de dólares, seguirá siendo una pesada carga para más de una generación de argentinos durante medio siglo.
En la letra chica, la oferta aclara que no contempla pagos futuros para los que no ingresen al canje. En este sentido, el presidente de la Asociación de Ahorristas de Argentina, Carlos Baez Silva, anticipó a IPS que los pequeños acreedores de la deuda en default (cese de pagos) rechazarán la propuesta y analizan la opción de hacer juicio al Estado.
A diferencia de las previsiones de analistas financieros que confían en un alto nivel de aceptación, Baez, que representa a unos 3.000 tenedores locales de bonos, pronosticó que apenas 50 por ciento de los acreedores accederá a la propuesta, y opinó que ese "fracaso" va a demostrar "la necesidad de un nuevo y mejor canje".
De los adherentes a la Asociación, son más de 90 por ciento los que anticiparon que no participarán en la reprogramación, a la espera de una oferta que les resulte más conveniente. "Somos gente de clase media que creyó que la inversión en bonos era segura", explica Baez al referirse al perfil de los tenedores de papeles emitidos en los años 90.
En aquella época, la deuda externa argentina se multiplicó, y a fines de 2001 el sistema colapsó, luego de tres años de recesión económica y ajuste de gastos.
En diciembre de 2001, en medio de una profunda crisis, Argentina declaró el cese de pagos a acreedores privados locales y extranjeros. Se trata de una deuda de 81.800 millones de dólares que no paga desde entonces y que se apresta a reestructurar del 14 de enero al 25 de febrero.
El ministerio de Economía propone reemplazar los 178 series de bonos emitidas en los 90, en 14 monedas distintas, por apenas tres tipos de papeles (bonos par, cuasipar y bonos de descuento), y en sólo cuatro denominaciones: dólares, euros, yenes y pesos. Habrá además otros incentivos por participar.
Los bonos par se cobrarán a 35 años de plazo y pagarán una tasa de interés creciente. Los de descuento tendrán una quita nominal de 66,3 por ciento a 30 años de plazo y los intereses se pagarán en efectivo. Finalmente, los cuasipar tienen una quita de 30 por ciento y se emiten sólo en pesos, a 42 años y con tasa fija.
Este último bono fue diseñado a medida de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP), instituciones privadas que junto con tenedores particulares argentinos constituyen 38 por ciento del total de acreedores de la deuda. El resto está en Italia, Suiza, Estados Unidos, Alemania, Japón y otros países.
Todos los bonos tienen topes de emisión. En el caso del par, que según los analistas de bolsa se presenta como el título más atractivo para los acreedores, el límite de nuevos títulos a emitir será más amplio si la aceptación global de la oferta es superior a 70 por ciento de los tenedores.
Los que opten por los bonos par y de descuento recibirán un pago en efectivo el 1 de abril de 2005, correspondiente a los intereses acumulados desde el 31 de diciembre de 2003, en un claro estímulo a la aceptación de la propuesta.
Habrá además un cupón extra para los tres bonos, ligado al crecimiento de la economía argentina. Este cupón se pagará a partir de 2006 siempre que el producto interno bruto crezca más de tres por ciento anual. También se destinará parte de ese excedente a la recompra de deuda, a fin de reducir acreencias.
Los analistas estiman que si la oferta fuera aceptada por todos los poseedores de bonos, una hipótesis altamente improbable, el total de la deuda externa argentina se reduciría de 181.000 millones de dólares a 120.400 millones. Por eso es que el gobierno considera que aún con el canje la carga persistirá.
La economía del país comenzó a recuperarse desde fines de 2002 y actualmente crece en promedio casi ocho por ciento al año, pero las proyecciones sobre el ritmo de crecimiento futuro se tornan más inciertas, sobre todo si se tiene en cuenta que desde este año habrá que comenzar a responder a los compromisos impagos.
El ministro de Economía, Roberto Lavagna, dijo que el canje será "un alivio" pero que el problema "no habrá desaparecido" con la reprogramación. El funcionario considera que la oferta es "realista", pues responde a la nueva capacidad de pago del país, pero no se anima a pronosticar un porcentaje de aceptación.
"Lo dirá el mercado", apuntó.
Del total de la deuda externa argentina actual, hay 81.800 millones de dólares que ingresarían al canje, otros 78.600 millones que se pagan regularmente a acreedores privados y organismos multilaterales de crédito, y 20.700 millones de dólares en intereses impagos acumulados desde el cese de pagos.
El economista Claudio Lozano, de la Central de Trabajadores Argentinos, dijo a IPS que el problema "no se resolverá con la reestructuración" porque la reducción propuesta es baja. Además, criticó que se haya privilegiado a los organismos multilaterales, "corresponsables de la crisis argentina", y no a pequeños acreedores.
El experto destacó que el país necesitará un fuerte superávit fiscal por muchos años para destinarlo al pago de la nueva deuda, y que no está garantizado que consiga las divisas suficientes mediante el comercio exterior. Además, alertó sobre el impacto social que supondrá la asignación de recursos al pago de deuda.
La clave del éxito o el fracaso podría definirse en las primeras semanas del periodo de canje, cuando se vea el nivel de aceptación. Pero los desafíos de fondo llegarán luego, cuando Argentina deba pagar la deuda nueva y mantener el nivel de actividad económica conseguido en los últimos dos años.