El presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durão Barroso, al negarse a comentar la crisis política que estalló en la víspera en su país, optó por eludir la responsabilidad que asumió en julio cuando nombró como su sucesor al frente del gobierno luso a Pedro Santana Lopes.
A partir de que el presidente de Portugal, Jorge Sampaio, decidiera el martes retirar su confianza política del populista conservador Santana Lopes, este sentir se ha generalizado en los analistas políticos, inclusive entre aquellos que apoyaron su gestión como primer ministro de este país entre abril de 2002 y julio de este año.
Sampaio se reunirá la semana que viene con el Consejo de Estado (organismo de consulta formado por ex presidentes, ex primeros ministros y distintas personalidades) y con líderes de partidos con representación parlamentaria, para luego decretar en 10 o 15 días la disolución del Congreso y convocar a elecciones anticipadas, que deben realizarse en el lapso no menor de 55 días y un máximo de 60 días.
El parlamento que surja de esos comicios será el encargado de nombrar el gobierno que sustituya finalmente a la administración de Santana Lopes.
El mismo día de julio pasado en que fue invitado a presidir la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la Unión Europea (UE), Durão Barroso dio garantías personales y políticas de que el gobierno portugués quedaba en excelentes manos, las de Santana Lopes, su segundo en la estructura del Partido Socialdemócrata (PSD), de orientación conservadora pese a su nombre.
Sin embargo, según Costância da Cunha e Sá, ex directora del semanario conservador O Independente y en la actualidad una de las analistas políticas más destacada del país, dijo que nada de esto se cumplió y es una vergüenza que el presidente de la Comisión no asuma su responsabilidad por lo que dejó detrás de sí.
Esta opinión, si bien en un lenguaje menos drástico, es compartida por los observadores más renombrados de Portugal, que se desdoblan en intervenciones en foros que se realizan por estas horas en las principales radios y estaciones de televisión del país, intentando explicar como fue posible el registro de tal cantidad de situaciones caóticas en un corto período de cuatro meses.
Especialmente escuchadas fueron las voces de alarma a Sampaio sobre el peligro de dejar continuar a Santana Lopes en el cargo, dadas el fin de semana pasado por ex gobernantes cuyas opiniones siguen teniendo un inmenso peso tanto en la izquierda como en derecha, como son la del ex presidente socialista Mario Soares (1986-1996) y la del ex primer ministro (1985-1995) Aníbal Cavaco e Silva, del PSD.
Soares dijo que se deberá hacer algo, porque este gobierno no tiene condiciones para gobernar ni cuenta con una estabilidad mínima, ya que la implosión proviene de su interior, mientras Cavaco e Silva opinó que, en la estructura del poder actual, los políticos incompetentes han apartado a los competentes.
El detonante que hizo a Sampaio corregir su opinión sobre Santana Lopes fue la renuncia de Henrique Chaves al cargo de ministro de Juventud y Deportes, cuatro días después de haber asumido.
Chaves había ocupado hasta la semana pasada la influyente cartera de adjunto del Primer Ministro (secretario general de Gobierno) y su designación al frente del Ministerio de Juventud y Deportes fue una rebaja de nivel.
No se trató de la dimisión de un simple gobernante sino de un político que, como amigo personal del primer ministro, en los últimos tiempos saltó del anonimato al primer plano, donde esperaba continuar.
Así, relegado a un papel secundario, Chaves se sintió traicionado y, tras cuatro días en su nuevo cargo, renunció al nuevo cargo acusando a Santana Lopes de falta de lealtad y de no decir la verdad en repetidas ocasiones, revelando además la total falta de norte del Poder Ejecutivo.
Este caso fue la culminación de una serie de conflictos en el interior del PSD y en el seno del gobierno de coligación con el ultra nacionalista Centro Democrático Social (CDS), el partido más a la derecha del abanico político portugués.
Con frecuencia en los últimos cuatro meses, las palabras del ministro de Finanzas, Antonio Bagão Felix, lamentando la imposibilidad de bajar los impuestos debido a la difícil situación económica, eran contrariada por Santana Lopes en fogosos discursos en los que anunciaba el fin de la crisis e imposiciones fiscales más suaves.
Los titulares de las carteras de Ciudades y Vivienda, José Luís Arnaut, y de Economía, Alvaro Barreto, se declararon en guerra abierta desde las primeras páginas de los diarios, la misma tribuna usada por la ministra de Educación, Maria do Carmo Seabra, para confesar que, si hubiese sabido lo que sabe hoy, probablemente no hubiese aceptado participar en este gobierno.
Otro tanto ocurría con los ministros Luís Nobre Guedes, de Ambiente, por una parte, y António Mexia, de Obras Públicas por otra, al tiempo que el todopoderoso ministro de Estado y de la Presidencia del Consejo, Nuno Morais Sarmento, entraba en conflicto abierto con los directores de los medios de comunicación estatales por el control directo de la información producida.
El subdirector del influyente Diario Económico, João Paulo Guerra, recordó en un comentario sobre la crisis que Durão Barroso designó como su sucesor a Santana Lopes en nombre de la estabilidad, pero que, en cambio, llevó la inestabilidad hacia el gobierno de la república, lo que marcó toda su trastornada actividad política.
Los 135 días de gestión de Santana Lopes fueron una sucesión de situaciones ridículas propias de una comedia, que acarrea el riesgo de que en el mundo Portugal deje de ser visto como un país serio y pase a ser considerado una especie de circo en autogestión, apuntó Guerra.
Santana Lopes, político con grandes recursos en el campo de la comunicación directa con el pueblo, intentó poner toda la fuerza de su evidente carisma en estos cuatro meses en que gobernó bajo una lluvia de críticas, alguna de ellas hasta originadas en sus correligionarios del PSD.
Comenzó por decir que los cuestionamientos son un síntoma de la gran democracia interna de su partido, luego se dijo víctima de persecuciones de los hermanos mayores del PSD, para acabar denunciando que fue blanco de una traición. Durante estos cuatro meses se advirtió que, más que en descomposición, el gobierno vivía un proceso de autodestrucción.
Los politólogos, tanto independientes como afines o contrarios al gobierno, coinciden en un aspecto central: el Poder Ejecutivo no cae por mérito de la oposición sino de sus partidarios y del propio Santana Lopes.
El primer ministro fue calificado unánimemente por los analistas como el principal foco de inestabilidad del país, que según Pedro Guerreiro, director de Jornal de Negocios, quedó demostrado con la falta de rumbo y de estrategia, que convirtió el gobierno en un mero ejercicio gestión del poder.
El director del diario Publico, de Lisboa, José Manuel Fernandes, apunta en su editorial de este miércoles que en julio Sampaio dio a Santana Lopes la oportunidad de probar que tenía la estatura de primer ministro, pero éste se encargó de probar lo contrario.
Santana Lopes demostró que el mismo era un foco de inestabilidad política y el presidente entendió que no podía continuar sustentando a un gobierno que se autodestruía vorazmente, sentenció Fernandes.
Durão Barroso fue el gran culpable por haber entregado el país a Santana Lopes, según la óptica del escritor y analista Miguel Sousa Tavares.
Es que Santa Lopes es el primer ministro más incompetente que ha tenido Portugal en 30 años de democracia, fatal para la imagen internacional del país que exportó al presidente de la Comisión Europea.