El gobierno de Tailandia buscará en cada rincón del país e incautará las copias de un vídeo con imágenes polémicas sobre una represión militar contra manifestantes musulmanes.
Se trata de una filmación de los choques del 26 de octubre entre militares y cientos de manifestantes de la minoría malayo-musulmana en Tak Bai, localidad situada en la meridional provincia de Narathiwat.
Seis manifestantes murieron durante los disturbios y otros 78 que fueron detenidos perecieron asfixiados cuando eran trasladados en camiones del ejército a una prisión militar.
La censura del VCD (acrónimo en inglés de disco compacto de vídeo) fue anunciada por el propio primer ministro Thaksin Shinawatra, paradójicamente el viernes 10 de este mes, Día Internacional de los Derechos Humanos.
Thaksin amenazó con usar toda la fuerza de la ley contra aquellos que están detrás de la distribución del disco compacto, informó el periódico The Nation el día 12.
No es justo difundir el VCD y atacar al gobierno, como si el gobierno hubiera matado a los musulmanes, dijo Thaksin al diario en inglés.
Las autoridades arguyen que las imágenes podrían exacerbar el ánimo de los musulmanes del sur y causar más violencia.
Está muy claro que el gobierno intenta suprimir el derecho a la información, dijo a IPS Sunai Phasuk, de la organización internacional defensora de los derechos humanos Human Rights Watch.
Es contradictorio, porque el gobierno expresa interés en hacer una investigación independiente sobre lo que ocurrió en Tak Bai, pero se niega a admitir visiones alternativas, añadió.
El mes pasado, Thaksin rechazó una oferta de la Organización de las Naciones Unidas para investigar lo ocurrido en Tak Bai, y consideró suficiente la labor que realiza una comisión gubernamental.
El editor de la revista independiente Fah Diew Kan, Thanaphol Eiwsakul, está preocupado por la censura, ya que tenía previsto distribuir copias del VCD con la próxima edición.
Tendremos que defender nuestros derechos, dijo el periodista, e informó que la policía cerró los depósitos de la revista donde se fabricaban los VCD.
El disco compacto comenzó a circular poco después de las muertes en Tak Bai. En pocos días estaba en manos de muchos tailandeses, aunque no se divulgó por televisión, lo que demuestra el limitado espacio que tienen las imágenes críticas al Estado.
Cinco de las mayores estaciones de televisión pertenecen al ejército y a dependencias del gobierno. El único canal independiente es del imperio de las telecomunicaciones construido por Thaksin y su familia.
El día de los enfrentamientos, los militares dijeron a todos los canales que no transmitieran imágenes, dijo a IPS Pipope Panichpakdee, productor de un pequeño canal de cable propiedad del diario The Nation.
No obstante, Pipope decidió transmitir algunas partes de la filmación, en las que se muestra a militares pateando a personas en el piso. Periódicos independientes también publicaron fotos en las que se ve a los soldados disparando contra la multitud y golpeando a manifestantes en la cabeza.
El gobierno todavía no ha explicado en qué ley se basará para prohibir la circulación del VCD. Las leyes de seguridad del país permiten la clausura de publicaciones que divulguen material considerado subversivo por el Estado.
El gobierno de Thaksin ha sido incapaz de contener la violencia que comenzó en enero en las meridionales provincias de Narathiwat, Yala and Pattani. Desde entonces, más de 500 personas han muerto, incluyendo a soldados, policías, civiles y monjes budistas.
El 4 de enero, atacantes desconocidos irrumpieron en un campamento del ejército en el sur y robaron gran cantidad de armas, entre ellas 380 rifles de asalto M-16, siete lanzaderas de granadas a cohete, dos ametralladoras M-60 y 24 pistolas.
Los atentados contra puestos de policía, e incluso contra escuelas, continuaron desde entonces.
El gobierno atribuye los últimos ataques a grupos separatistas musulmanes como la Organización Unida Pattani de Liberación, que comenzó su actividad en los años 70. Pero la población local no está convencida de esa tesis.
Los musulmanes representan seis millones de los 63 millones de habitantes de este país mayoritariamente budista, y se distinguen del resto de los tailandeses por su historia y tradiciones culturales, así como por el lenguaje yawi, un dialecto del malayo.
Desde hace años acusan al gobierno de postergar el desarrollo del sur.
Hace más de un siglo, las hoy cinco provincias mayoritariamente musulmanas pertenecían al reino de Pattani, anexado en 1902 por Siam, como era conocida entonces Tailandia.