Grupos de fanáticos ultraconservadores y autoridades de la Iglesia Católica de Argentina lanzaron furiosos ataques contra tres exposiciones de arte plástica tras el pretexto de que ofendían el cristianismo, logrando incluso que la justicia clausurara dos de ellas.
La primera exposición, cerrada al público el 17 de este mes en Buenos Aires, fue la del reconocido plástico argentino León Ferrari, de 84 años, cuyo pecado mayor fue el de haber confesado que no cree en el infierno.
En su exposición podían verse imágenes de la liturgia católica dentro de una licuadora, asomando de una tostadora eléctrica o sobre una sartén..
Poco después de la apertura de la muestra el 29 de noviembre, un obispo la calificó de blasfema y pidió su cierre, expresiones que llamaron a un puñado de fanáticos a destruir varias de esas obras al grito de viva Cristo Rey. Luego, más de 5.000 católicos celebraron una misa de desagravio a la virgen María, junto al edificio donde se presentaba la exposición.
En el clímax de la polémica, una muestra de Roque Fraticelli en el Cabildo de la ciudad de Córdoba fue cancelada, antes de inaugurarse, por las autoridades de la capital de la central provincia del mismo nombre. Este artista también tomó para su trabajo figuras del santoral católico, opción que enojó a fanáticos ultraconservadores que lo amenazaron de muerte.
El arzobispo de Córdoba, Carlos Náñez, sumó su disgusto por el tenor de la obra al indicar que se sentía agraviado y preocupado por la presentación que iba a realizarse en un espacio público municipal.
Me insultaron, amenazaron con quemarme vivo, jamás había vivido una cosa igual, confesó el artista nacido en Córdoba a IPS. Fraticelli consideró que se produjo una coincidencia increíble con lo ocurrido a la muestra de Ferrari y se manifestó indignado porque las autoridades hayan cedido a la pretensión de fanáticos con mucho dinero, dijo.
Argumentando razones de seguridad, el intendente de la capital cordobesa, Luis Juez, resolvió cancelar la muestra. Los espacios públicos son de los vecinos y si uno de esos vecinos se siente agraviado u ofendido moralmente por algo que sucede allí, como autoridad no podemos permitirlo, sostuvo el jefe comunal.
Los trabajos de Fraticelli formaban parte de una muestra más amplia a la que se convocó a 10 artistas para que brindaran su mirada sobre la Navidad. Los plásticos se proponían presentar una instalación en cada salón del Cabildo cordobés, pero el revuelo resolvió a esa comuna a suspender la exposición cuya fecha de inauguración estaba prevista para el día 21.
La instalación de Fraticelli mostraba el acto sexual entre una virgen María y un hombre con cabeza de pájaro que simbolizaba ser el Espíritu Santo. Cuando trascendió ese contenido, los fanáticos se apersonaron ante el Cabildo e impidieron la inauguración.
El sacerdote Julián Espina se presentó en el Cabildo rodeado de fanáticos católicos y advirtió al artista que, si era necesario, defendería a las trompadas a la que proclamó como madre de los cielos, por la virgen María. Soy un ciudadano que tiene derecho a no ver semejante porquería, argumentó el cura, en referencia a la obra de Fraticelli
Azorado, el artista plástico describió la reacción de los ultraconservadores como un delirio místico. Uno de ellos lloraba mirando al cielo, tomado de las rejas del Cabildo, y me gritaba: ¡te voy a asesinar!, relató el artista.
Menos grave fue el ataque contra las vírgenes con cabeza de muñecos que presentó María Belén Lagar en la Galería de Arte privada Elsi del Río, en Buenos Aires. Las estatuillas fueron apedreadas esta semana por jóvenes católicos que aseguraron a los organizadores que debían desmontar la muestra pues ofendía sus creencias. El ataque destrozó los vidrios de la galería pero las vírgenes se salvaron de milagro.
Pero sin duda que la polémica más sostenida fue la desatada en relación a la obra de Ferrari, en particular por la repercusión mediática.
Con una larga y destacada trayectoria, Ferrari es considerado por sus pares como el más grande exponente vivo del arte político argentino en el área de la plástica.
Fue el pintor que introdujo el arte conceptual en este país en los años 60 y algunas de sus obras fueron adquiridas por museos del exterior como el de Arte Moderno de Nueva York y el de la meridional ciudad estadounidense de Houston.
El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le ofreció presentar una retrospectiva de su obra en el Centro Cultural Recoleta, un espacio municipal para expresiones artísticas. Ferrari llevó unas 400 piezas entre cerámicas, esculturas, dibujos, grabados, collages, heliografías y objetos, exposición que inauguró el 30 de noviembre.
Fue entonces que comenzó a gestarse el escándalo. Alrededor de 30 por ciento de la muestra denunciaba la crueldad presente en el imaginario de los católicos, sobre todo en las escenas que describen el infierno.
Ferrari sostiene que las imágenes de esos castigos exaltan la tortura a los que piensan diferente y por eso ideó situaciones que sugieren escenas de tortura en las que las víctimas son los personajes sagrados de la Iglesia Católica.
Estatuillas de la virgen María en una licuadora, santos y papas amontonados en una sartén, o un Cristo clavado en un avión de la fuerza aérea estadounidense en caída libre, fueron algunas de las obras de la discordia del creador.
Las críticas no tardaron en hacerse oír. El cardenal Jorge Bergoglio hizo pública una carta en la que acusaba al artista de blasfemia y una agrupación de abogados católicos pidió el cierre de la muestra. También un puñado de fanáticos ingresó al centro cultural y rompió varios de los trabajos expuestos e incluso hirió incidentalmente a una mujer que visitaba la exhibición.
El viernes 17 una jueza ordenó al gobierno clausurar la presentación por agredir la sensibilidad de los fieles cristianos. Según su fallo, la muestra invade la privacidad de los católicos practicantes que, a su criterio, constituirían una mayoría con derecho a imponer su voluntad de cesar la muestra.
El gobierno de Buenos Aires acató el fallo y apeló la decisión judicial en defensa de la libertad de expresión. Pero ahora es la Cámara de Apelaciones la que deberá responder antes de 15 días. Si los plazos se demoran, la eventual autorización de reapertura podría coincidir con el fin previsto para la muestra, en febrero.
Fraticelli destacó que al menos unas 30.000 personas llegaron a ver las obras de Ferrari, en cambio en su caso la exposición no se abrió siquiera y se afectaron los trabajos preparados por los otros nueve artistas que iban a acompañarlo, por lo que estudian apelar a la justicia.
La clausura de la muestra de Ferrari provocó que miles de personas se reunieran el domingo 19 en una manifestación de repudio a la censura. El artista agradeció a los manifestantes y también de modo irónico a la Iglesia Católica por la publicidad que obtuvo merced al escándalo. En su concepción, la obra se completa con la reacción del público.
Hijo de un artista que pintaba iglesias, Ferrari conoce como pocos el arte religioso. En su interpretación, Miguel Angel, El Bosco, El Giotto o Luca Signorelli son maravillosos en la forma pero terribles en el contenido, porque muestran, aprueban, aplauden y exaltan la tortura, expresó el autor.
Toda esta polémica se resume en una cosa muy simple, explicó el artista a la revista cultural Ñ esta semana. Yo estoy en contra de la tortura y el cristianismo está a favor, dijo, y advirtió que la polémica no es sólo religiosa.
El pintor remarcó que en Estados Unidos, 65 por ciento de la gente cree que el infierno existe y eso significa que cree en la tortura para el que es diferente, concluyó. ¿Por qué el gobierno de (George W.) Bush no va a torturar iraquíes si son infieles?, se preguntó al final. (