La nueva Comisión Europea demoró tres semanas en entrar en funciones, debido a los cuestionamientos parlamentarios a algunos de sus integrantes, pero la polémica aún no ha terminado.
El presidente de la Comisión —brazo ejecutivo de la Unión Europea (UE)—, el portugués José Manuel Durao Barroso, debió dedicar sus primeros días de gestión a responder a nuevas críticas en el Parlamento Europeo, ahora contra su comisario de Transporte, el francés Jacques Barrot.
Barrot fue condenado a ocho meses de prisión en 2000 por cometer estafa para financiar su partido, el Centro Social Demócrata Francés, que luego se integró a la ahora gobernante Unión para un Movimiento Popular.
Los liberales y socialistas del Parlamento Europeo exigieron a Durao Barroso que explique por qué no les informó sobre los antecedentes Barrot cuando se reunió con ellos a comienzos de este mes.
Algunos legisladores quieren que Barrot sea retirado del cargo, y acusan a Durao Barroso de traición por haber postulado a un equipo de funcionarios de los que ocultó información.
Las revelaciones sobre Barrot abonaron la polémica, que parecía ya terminada, sobre la conformación de la Comisión. Durao Barroso debió reformar su equipo para satisfacer a los europarlamentarios.
Todo empezó en octubre, cuando el Comité de Libertades Civiles del Parlamento criticó la postulación del italiano Rocco Buttiglione en el cargo de comisario de Justicia y Libertades Civiles, por sus posturas conservadoras sobre el papel social de la mujer y la homosexualidad.
Buttiglione, dirigente del Partido Demócrata Cristiano Italiano y amigo del papa Juan Pablo II, afirmó que la homosexualidad es un pecado y que el matrimonio existe para que las mujeres tengan hijos y sean protegidas por sus esposos.
Esto generó una crisis sin precedentes en el bloque y postergó la investidura de Durao Barroso.
Forzado por la presión del Parlamento, único órgano electo en forma directa en la UE, el portugués presentó su nuevo equipo con tres cambios, aunque los legisladores habían cuestionado cinco nombres en octubre.
Las leyes de la UE no permiten a los legisladores aceptar o rechazar a los miembros de la Comisión en forma individual. Sólo pueden vetar al equipo entero.
El italiano Franco Frattini fue nombrado en lugar de Buttiglione. El letón Andris Piebalgs fue nombrado comisario de Energía, cargo que originalmente era para el húngaro László Kovács, trasladado a Mercado Interno y Fiscalidad.
Los parlamentarios tenían dudas de que Kovács estuviera lo suficientemente capacitado en asuntos de energía.
Durao Barroso mantuvo a la holandesa Neelie Kroes como comisaria de Competencia, a pesar de que algunos legisladores temen que sus vínculos con el sector empresarial den origen a conflictos de intereses.
Ahora el Parlamento Europeo se precia de su poder. Su presidente, el español Josep Borrell, afirmó el lunes que la crisis política en la UE provocada por las declaraciones de Buttiglione tuvieron un efecto positivo.
Todos coinciden en que el papel institucional del Parlamento ahora es más fuerte. Durante el debate del 17 de noviembre (sobre la integración de al Comisión), casi todos los líderes, incluyendo a Durao Barroso, hicieron declaraciones subrayando este punto, señaló Borrell.
Pero la mayoría de los observadores coinciden en que el peso del Parlamento en el triángulo de poderes institucionales de la UE es muy limitado, y que el verdadero poder lo tienen los gobiernos de las potencias europeas.
El Parlamento Europeo no tiene fuerza como para presionar la Comisión.. Lo mismo se puede decir de la Comisión en relación con los países miembro, sostuvo el analista Bernard Bulcke, del periódico belga De Standaard.
Bulcke considera posible que en la UE se produzcan nuevas crisis institucionales cuando el bloque deba tratar problemas relativos a la globalización, al cambio climático, al terrorismo y a la inmigración.
Mientras, organizaciones no gubernamentales temen que la Comisión Europea presidida por Durao Barroso favorezca los intereses de las grandes corporaciones.
En los últimos días, mientras los 25 nuevos comisarios se ubicaban en sus oficinas de Bruselas, cientos de activistas protestaban en las calles contra la influencia excesiva de los grupos de presión empresariales en el órgano ejecutivo de la UE.
Los manifestantes marchaban con una marioneta gigante que representaba al nuevo comisario de Comercio Exterior, el británico Peter Mandelson, y que era manejada por los grupos de presión de las corporaciones europeas.
Mandelson tiene la reputación de ser un hombre muy vinculado a la comunidad empresarial, dijo Erik Wesselius, del independiente Observatorio Corporativo de Europa, un grupo dedicado a analizar las amenazas a la democracia en el continente.
El nuevo comisario de Comercio deberá romper con la tradición de la influencia secreta de las compañías en las políticas comerciales europeas, sostuvo.