IRAQ: Fuerzas japonesas a punto de volver a casa

El primer ministro de Japón, Junichiro Koizumi, logró convencer el año pasado al parlamento que le permitiera enviar soldados a Iraq, pero ahora tiene que hacer un esfuerzo mayor si desea extender el mandato del contingente, que expirará el mes próximo.

El aumento de la violencia en territorio iraquí tuvo un gran impacto en la opinión pública japonesa en las últimas semanas, sobre todo después de que varios civiles de esa nacionalidad fueron secuestrados y decapitados por grupos radicales.

Funcionarios de Tokio confirmaron el domingo 31 de octubre que un cadáver encontrado en Bagdad pertenecía Shosei Koda, un mochilero japonés de 24 años.

Koda había sido secuestrado por una organización radical islámica liderada por Abu Musab Al Zarqawi, aliado de la red terrorista Al Qaeda, que amenazó con decapitarlo si Tokio no retiraba a sus 550 soldados instalados en la localidad de Samawa, 270 kilómetros al sur de Bagdad.

Las llamadas Fuerzas de Autodefensa japonesas sólo participan de tareas humanitarias y de reconstrucción, ya que la Constitución les prohíbe tomar parte en conflictos internacionales.

Otros cuatro japoneses —dos diplomáticos y dos periodistas— también fueron asesinados en Iraq desde la invasión liderada por Estados Unidos el año pasado.

”Es una vergüenza que se nieguen a ver las consecuencias sociales y políticas del asesinato. Los militantes exigieron el regreso de las tropas a cambio de la vida de un hombre, una situación que supone un nuevo peligro para los (soldados) japoneses”, dijo el portavoz de la organización pacifista Peace Boat, Daiin Nakahara.

Al principio, la opinión pública japonesa reaccionó con indignación ante la decapitación de Koda, pero después predominó la idea de que el joven ”se buscó su propia muerte” al viajar por diversión a un país en conflicto como Iraq.

”Fue realmente estúpido que Koda fuera a Iraq, ya que ese país está sumido en la violencia. Sólo se le puede culpar a él mismo, y estoy contenta de que Koizumi no haya accedido a las demandas de los terroristas”, dijo a IPS Akiko Nakano, una estudiante de 25 años.

Varios medios de prensa también respaldaron la forma en que actuó el primer ministro en este caso.

”Japón tiene que continuar con las tareas humanitarias y de reconstrucción en Iraq”, escribió el periódico Yomuiri Shimbun, el mayor del país, y destacó cómo ”los japoneses observaron con calma los esfuerzos del gobierno para el rescate” de Koda.

Pero organizaciones pacifistas critican a Koizumi, y señalan que su gobierno debería dejar de involucrarse en la política exterior de Washington.

La Constitución japonesa, impuesta por Estados Unidos después de la rendición de Tokio en la segunda guerra mundial (1939-1945), reduce el uso de la fuerza a la autodefensa, en manos de militares y guardacostas, y prohíbe la salida de tropas del territorio nacional.

Tokio y Washington firmaron en 1951 un acuerdo de seguridad por el cual Estados Unidos instaló bases para defender sus intereses en Asia. Ese pacto dio inicio a la estrecha alianza que aún hoy continúa.

Koizumi está interesado en que las Fuerzas de Autodefensa participen en iniciativas de mantenimiento de paz auspiciadas por la Organización de las Naciones Unidas, pues sabe que Japón, segunda economía mundial, puede jugar un papel de peso en el escenario internacional.

El primer ministro tendrá que convencer a la población y al parlamento de que las fuerzas japonesas tienen una misión humanitaria en Iraq, si desea ampliar su mandato el 15 de diciembre.

Sesenta por ciento de los consultados por el periódico Asahi Shimbun el mes pasado se expresaron en contra de la presencia japonesa en Iraq.

El analista político Yutaka Takaoka señaló que, aun cuando la mayoría de los japoneses no mostraron mucha compasión por la muerte de Koda, Koizumi hizo todo por dejar en claro que estaba comprometido con los esfuerzos por su liberación.

El primer ministro designó a una comisión especial para analizar el caso y ayudar a la familia del joven.

”Es lamentable. Siento furia por ese acto bárbaro e inhumano”, dijo Koizumi a periodistas.

Pero cuando estos le preguntaron sobre la renovación del mandato de las Fuerzas de Autodefensa, el primer ministro apeló a la cautela y señaló que su gobierno ”analizará la situación en Iraq antes de tomar cualquier decisión”.

”Pero creo que Japón ha dado su gran ayuda”, añadió.

La cautela de Koizumi revela que procura un equilibrio entre la sensibilidad de la opinión pública de su país y las presiones de Estados Unidos, afirmó el analista Minoru Morita.

”Japón, considerado el aliado más cercano de Estados Unidos, debe seguir mostrando apoyo. Pero la población está dividida sobre el despliegue de tropas en Iraq, y por eso Koizumi procede con cuidado”, añadió.

Por su parte Takaoka señaló que los japoneses en este momento se muestran más solidarios que nunca con el gobierno de Koizumi, embarcado en una campaña para ayudar a miles de personas afectadas por un reciente terremoto en la septentrional localidad de Niiagata.

”No obstante, la situación se volvió tensa después del asesinato. Siempre está latente el temor de que la próxima víctima sea un integrante de las Fuerzas de Autodefensa, y eso tendría graves consecuencias para Koizumi”, alertó.

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