El saliente secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Colin Powell, quizás no haya tenido mucho peso en decisiones clave de Washington sobre Iraq, Irán y Corea del Norte, pero fue responsable del enfriamiento de la relación con India.
La postura de Powell en las disputas entre India y Pakistán por la fronteriza provincia de Cachemira nunca fueron del agrado de las autoridades en Nueva Delhi.
India prefiere que todas las posturas de Estados Unidos sobre las disputas con Pakistán sean tratadas con reserva. Pero Powell rompió con esa ley, señaló un portavoz de la cancillería india que no quiso dar su nombre.
El lunes, Powell anunció que no continuará en el cargo en la segunda presidencia de George W. Bush, quien, al día siguiente, anunció que la próxima secretaria de Estado será Condolezza Rice, actual consejera de Seguridad Nacional.
En marzo, Powell designó a Pakistán aliado principal extra OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), una categoría que supone un alto grado de cooperación en materia de defensa.
Entonces quedó claro para India que Estados Unidos prefería una mejor relación con el gobierno de Pakistán que velar por el equilibrio en Asia meridional.
Washington necesita del apoyo pakistaní en la lucha que libra en la frontera con Afganistán contra células de la red terrorista Al Qaeda, a la que se atribuyen los atentados que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y en Washington el 11 de septiembre de 2001.
Para mantener feliz a Islamabad, Washington ignoró viejas acusaciones indias de que el territorio pakistaní es refugio de organizaciones terroristas, tan peligrosas para India como para Estados Unidos y el resto del mundo.
Desde 1947, cuando se independizaron del imperio británico, India y Pakistán se disputan el control de Cachemira, una zona rica en petróleo cuya población es mayoritariamente musulmana.
Esas diferencias sirvieron de motivo para tres guerras entre los dos países. Por eso la Organización de las Naciones Unidas estableció en la región una frontera provisional —la llamada línea de control— a través de la cual el intercambio de fuego es frecuente.
En la parte bajo control indio, integrada al estado de Jammu y Cachemira, actúan grupos separatistas que han perpetrado en los últimos años varios atentados.
India acusa a Pakistán de respaldar militarmente a esos guerrilleros islámicos, pero Islamabad asegura que sólo les brinda apoyo moral y diplomático.
Semanas antes de las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos, Powell hizo llamadas frecuentes a Islamabad y a Nueva Delhi para impulsar el acercamiento entre los dos países.
Sin embargo, esta actitud tampoco fue recibida con agrado por los líderes indios, que aspiran a mantener a Washington lejos de las disputas.
Jaswant Singh, canciller indio durante el gobierno del primer ministro Atal Bihari Vajpayee (1996, 1998-2004) se molestó cuando Powell indirectamente se atribuyó un exitoso descongelamiento en las relaciones entre los países rivales de Asia meridional.
Que Powell sugiera que él logró todo es la cumbre de la imaginación, dijo Singh a la prensa. Las declaraciones del secretario de Estado estadounidense son objetables, afirmó.
El también ex canciller indio Yashwant Sinha, quien mantuvo una buena relación con Powell, sostuvo que los actuales esfuerzos de paz entre India y Pakistán tienen una naturaleza puramente bilateral.
De hecho, los primeros intentos de acercamiento partieron justamente del gobierno de Vajpayee, y han sido mantenidos por el actual primer ministro indio, Manmohan Singh.
Powell, un general condecorado, selló una estrecha amistad con el presidente pakistaní, el general Pervez Musharraf, aunque en público procuró mostrarse siempre equilibrado.
El sentimiento general en Nueva Delhi es que Powell, a pesar de su discurso multilateralista, es tan partidario de una política exterior de línea dura como los llamados halcones, los miembros del ala más conservadora de Washington, como el vicepresidente Dick Cheney y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
Éstos no consideraron nunca importante dedicarle tiempo a los problemas de Asia meridional, y por eso Powell tuvo cierta libertad para tomar decisiones clave.
En cambio, hubo algunas diferencias en cuanto a la postura a tomar con China. Mientras Cheney y Rumsfeld creían que era importante apoyar a India y a Japón para contrarrestar la influencia china en Asia, Powell procuró una buena relación con Beijing, relegando otra vez a Nueva Delhi.
Los diplomáticos indios se quejan de que Powell tuvo mucho contacto con regímenes despóticos como China y Arabia Saudita e ignoró los antecedentes antidemocráticos de Musharraf para asegurarse su apoyo en la guerra contra el terrorismo.
Pero lo que más indignó a Nueva Delhi fueron las críticas del canciller estadounidense al primer ministro Singh por haber recibido meses atrás al líder de la junta militar de Birmania, Than Shwe.
El régimen militar de Rangún ha sido condenado en más de una oportunidad por la comunidad internacional debido a sus violaciones a los derechos humanos.
De todos modos, el reemplazo de Powell por Rice no alimenta esperanzas en los líderes indios, pues saben que la ex consejera de Seguridad Nacional llegó al cargo por las intrigas y presiones de los conservadores en el gobierno de Bush.
Para el analista Gopalaswami Parthasarthy, ex representante de Nueva Delhi en Pakistán, las relaciones entre Estados Unidos e India podrían mejorar en los próximos años si se avanza en la iniciativa Próximos Pasos para la Asociación Estratégica, destinada a fomentar la cooperación bilateral en alta tecnología.
Las negociaciones podrían generar una amistad, aunque es posible que, con Rice, Washington adopte una postura aun más intransigente y exija a toda costa apoyo militar antes de llegar a un acuerdo sobre cooperación tecnológica, sostuvo Parthasarthy.