El fortalecimiento de la asociación comercial y estratégica entre China e Irán estorba los esfuerzos de Estados Unidos por limitar la capacidad atómica de Teherán, que esta semana suspendió su programa de enriquecimiento de uranio para evitar sanciones de la ONU.
Cualquier medida de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) contra Irán depende del apoyo de China, uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, con capacidad de veto.
Pero Beijing no está dispuesto a votar en contra de Irán, un país amigo que puede proporcionarle buena parte de las fuentes de energía necesarias para sustentar la economía china, que crece a un promedio de nueve por ciento anual desde hace 10 años.
El acercamiento entre el gigante de Asia e Irán se hizo evidente cuando Seyed Hossein Mussavian, enviado iraní ante la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), visitó Beijing en la víspera de una reunión el jueves de la junta directiva de esa agencia para discutir sobre actividades sospechosas de Irán.
Estados Unidos sostiene que Irán intenta desarrollar armas nucleares, pero Teherán desmiente esa acusación.
Según Mussavian, funcionarios de la cancillería china le transmitieron la pretensión de Beijing de que el programa nuclear iraní sea manejado por la AIEA, con sede en Viena.
Ellos se oponen a derivar la cuestión de Irán al Consejo de Seguridad, declaró el miércoles a la prensa.
China precisa del petróleo y el gas de Irán, e Irán está ansioso por vendérselo. El ministro iraní de petróleo, Bijan Zandaneh, declaró al semanario China Business Weekly que Teherán quiere que China desplace a Japón como su principal comprador de gas y petróleo.
Japón es nuestro principal importador de energía por razones históricas, pero quisiéramos dar preferencia a China, dijo Zanganeh durante su visita a Beijing a fines de octubre.
El 6 de este mes, el canciller chino Li Zhaoxing, que acaba de terminar un año de negociaciones bilaterales, realizó una rara visita a Teherán.. En una reunión con el presidente iraní Mohammed Jatami, Li le dijo que su gobierno se opondría a cualquier intento de Washington de remitir el asunto del programa nuclear de Irán al Consejo de Seguridad de la ONU.
El canciller chino también dijo a Jatami que había discutido la cuestión nuclear de Irán con el secretario de Estado (canciller) estadounidense, Colin Powell, y su par británico Jack Straw, y les hizo saber que Irán estaba cooperando satisfactoriamente con
Según Li, derivar el asunto al Consejo de Seguridad sólo complicaría las cosas.
En el centro de la relación entre Beijing y Teherán están los asuntos comerciales, pero también están en juego elementos geopolíticos.
Japón, que depende aun más que China de las importaciones de petróleo, no quiere ceder su porción de los recursos energéticos iraníes a Beijing y probablemente se resista también a la presión de Washington por castigar a Teherán por proliferación nuclear.
Hay señales de que Tokio se opondría a los esfuerzos de Washington por sancionar a Teherán, con miras a forzar a empresas extranjeras a retirarse de los yacimientos petrolíferos iraníes.
China, que se ha transformado en el segundo importador mundial de petróleo después de Estados Unidos, obtiene 13,6 por ciento de sus importaciones de crudo de Irán. Beijing anunció que también quiere comprar más gas natural iraní.
El comercio entre ambos países alcanzó un récord de 4.000 millones de dólares en 2003, incluida la venta de crudo iraní por 2.500 millones de dólares.
Dado que la floreciente economía China convirtió a este país en uno de los mayores consumidores de petróleo del mundo, es natural que Irán, el segundo vendedor de crudo de la OPEP (después de Arabia Saudita), sea socio de China, dijo Zanganeh al China Business Weekly.
Actualmente, China e Irán cooperan en cerca de 100 proyectos diferentes, según diplomáticos.
Los vínculos económicos entre dos de las más antiguas civilizaciones de Asia tendrán importantes implicaciones políticas para Estados Unidos.
Las incursiones de Beijing en el sector de la energía de Irán dificultarán los esfuerzos de Washington por mantener a Teherán bajo presión mediante el embargo económico que les impuso a ese gobierno y al libio en abril de 1995, al establecer sanciones para aquellas empresas que inviertan por año más de 40 millones de dólares en proyectos de gas y petróleo en Libia o Irán.
Funcionarios estadounidenses también temen que algunas empresas chinas suministren a Irán tecnología de misiles o equipos de producción de sustancias químicas de uso doble, civil y militar.
En el pasado, Washington aplicó sanciones a 13 empresas extranjeras que vendieron tecnología o equipos de uso doble a Irán. (