Brasil seguirá siendo una democracia renga, a menos que se apruebe una reforma electoral que favorezca la participación de la mujer en el poder político, indican los resultados de las elecciones locales del domingo.
Esta evaluación de Almira Rodrigues, una de las directoras del Centro Feminista de Estudios y Asesoría (CFEMEA), se basa en que las alcaldesas representan solo 7,3 por ciento del total de los elegidos, con un pequeño avance en relación con el 5,7 por ciento alcanzado hace cuatro años.
Son mujeres solo 404 de los 5.079 vencedores de la disputa por las alcaldías del domingo. Ese número puede crecer un poco, porque hay 37 nuevos alcaldes que no informaron su sexo a la justicia electoral, falta conocer el resultado de dos municipios y habrá segunda vuelta, el 31 de octubre, en 44 distritos que tienen más de 200.000 electores.
La participación femenina en las cámaras municipales será un poco mayor, de 12,6 por ciento en un total de 51.819 concejales elegidos para asumir en enero. En las elecciones de 2000 las candidatas obtuvieron 11,6 por ciento de los escaños.
En cantidad absoluta hubo una disminución de candidatas, de 7.001 cuatro años atrás y a 6.555 ahora. Ello se debió a una decisión del Tribunal Superior Electoral (TSE) que controla el proceso comicial, que redujo en 8.481 el total de concejales en Brasil.
Con esa reducción, las mujeres perdieron 446 puestos, mientras los hombres perdieron más de 8.000, observó Rodrigues.
Esa disminución de escaños intensificó la competencia, con más candidatos disputando escaños más escasos, un cuadro menos favorable aún para las mujeres que cuentan con pocos recursos y apoyo de sus partidos, explicó.
CFEMEA, una organización no gubernamental que acompaña los proyectos legislativos y las cuestiones políticas que interesan a la población femenina, espera más datos para concluir una evaluación detallada de las elecciones del domingo en este país de casi 180 millones de habitantes.
Falta, por ejemplo, conocer la distribución de las mujeres elegidas por los partidos y en los distintos estados del país, para apuntar factores de triunfos y fracasos, además de las tendencias electorales.
Por ahora podemos afirmar que solo mantuvimos nuestras posiciones, dijo Rodrigues a IPS, para destacar que el resultado fue muy inferior a las expectativas y a las propias posibilidades de las mujeres en estas elecciones.
Los partidos aún no reconocen la importancia de la participación política de las mujeres, siguen la lógica de que la política es espacio de los hombres, una cultura que afecta también al electorado femenino, que es mayoría pero vota abrumadoramente por hombres, observó.
El sistema electoral es selectivo, excluyente y favorece a quien ya está en el círculo del poder, en desmedro de los principiantes, acotó.. Sin una amplia reforma de ese sistema, la democracia brasileña seguirá coja, ya que los avances logrados en las elecciones que se repiten cada cuatro años son mínimos, diagnosticó.
Manteniendo el actual ritmo de crecimiento de la representación femenina en las distintas instancias del poder político en Brasil, serán necesarios varios siglos para alcanzar la igualdad, según proyecciones de varias instituciones.
El movimiento femenino obtuvo en la década pasada una legislación para elevar su representación en el poder legislativo en todos los ámbitos, estableciendo que los partidos debían destinar por lo menos 30 por ciento de las candidaturas a mujeres.
Pero la ley no estableció castigos ni mecanismos para hacer obligatoria esta disposición.
De esa forma, en estas elecciones municipales las candidatas a concejales se limitaron a 22,14 por ciento del total.
En la Cámara de Diputados, las mujeres suman solo 8,2 por ciento de los 513 elegidos en 2002. La participación en el Senado es menor aún y en las asambleas legislativas estaduales llega a 12,5 por ciento.
Las feministas reclaman reformas más efectivas, entre las cuales se encuentra la financiación pública de las campañas electorales y cuotas en listas cerradas de los partidos, mecanismo que permitió un rápido crecimiento de la representación parlamentaria femenina en países como Argentina y Costa Rica.
Para superar la tendencia a la inercia, los partidos tendrían además que priorizar las candidaturas de mujeres otorgándoles más recursos, más capacitación y mejores condiciones para su propaganda, especialmente en la televisión, sostuvo Rodrigues.
La tendencia brasileña indica un crecimiento marcado de mujeres en alcaldías y concejos de las regiones pobres del país, como el norte y el nordeste. Mientras en los grandes y ricos centros urbanos, la disputa es más reñida en desmedro de las mujeres, explicó la activista.