Nadie lo admite públicamente, pero quedan pocas dudas de que las negociaciones de nueve años para un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) fracasaron sin dejar siquiera muchas esperanzas para el año próximo.
Liberar el comercio es un proceso complejo que implica pérdidas a corto plazo, por ello exige una fuerte voluntad política que, evidentemente, falta en los dos bloques, sentenció Pedro Camargo Neto, activo participante del sector privado en las negociaciones como director de asuntos internacionales de la Sociedad Rural Brasileña, que representa a los grandes hacendados.
La frustración de la actual la ronda de conversaciones era previsible, porque desde hace mucho se acumulan indicios de insuficiente voluntad y disensiones internas en los bloques y en los países, factor que limita las concesiones de ambas partes, dijo Camargo a IPS.
Ello se reflejó en las últimas propuestas de ofertas completas intercambiadas entre el Mercosur (Mercado Común del Sur) y la UE. Fue un esfuerzo por concluir un acuerdo antes del 31 de octubre, cuando termina el mandato de la actual Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE. Pero el resultado dejó decepción mutua.
La propuesta europea, entregada el miércoles, no constituye una contrapartida equivalente o siquiera cercana a las ofertas mejoradas del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) presentadas el viernes pasado, evaluó la cancillería brasileña, que recibió el documento europeo pues este país ejerce la presidencia de turno del bloque sudamericano.
Es una evaluación preliminar, que será discutida junto al documento de la UE con la Coalición Empresarial Brasileña este martes y con los demás países miembros del bloque el jueves y viernes próximos en Brasilia.
Pero la oferta europea representa un retroceso respecto de las formalizadas en mayo y de las informales de inicios de este mes, según la diplomacia brasileña. Las cuotas para productos agrícolas que la UE pretende incluir en la desgravación arancelaria, por ejemplo, se mantienen iguales, pero ahora con nuevas condiciones.
El aumento de las cuotas estaría condicionado a los resultados de la Ronda Doha para liberalizar el comercio agrícola mundial, que se lleva a cabo en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
En el caso de la carne vacuna, a Brasil le tocaría en un primer año una cuota de exportación de 2.400 toneladas, casi nada comparado con las 95.000 toneladas anuales que este país ya vende al mercado europeo con aranceles que llegan a 176 por ciento.
En cambio, el Mercosur hizo un gran esfuerzo para ampliar la desgravación total o parcial en 90 por ciento de los rubros importados de la UE y para abrir su mercado en servicios, inversiones y compras gubernamentales que interesan al bloque europeo, sostiene la cancillería brasileña.
Pero informaciones trascendidas indican que algunos gobiernos europeos consideraron insatisfactorias las concesiones del Mercosur, como la preferencia de sólo tres por ciento en algunas licitaciones de compras gubernamentales.
Solo un hecho nuevo podría resucitar las negociaciones, según Camargo, por ejemplo una posible reactivación del proceso negociador del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), también paralizado por falta de interés tanto de Brasil como de Estados Unidos, que presiden las conversaciones para crear un mercado libre hemisférico.
El acercamiento entre el Mercosur y la UE necesita el estímulo de un avance paralelo del ALCA, pues solo la competencia entre los dos procesos puede forzar a los europeos a aceptar mayores concesiones en su apertura comercial, opinó.
También Brasil podría cambiar su actitud, si el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva sabe mejor lo que quiere de la integración comercial, dijo Camargo.
El último esfuerzo negociador terminó por desnudar los conflictos de intereses entre los países miembros del Mercosur y entre los distintos sectores de cada país, como obstáculos a un acuerdo.
El sector agrícola del bloque, el más interesado en un acuerdo, se quejó de las resistencias a una mayor apertura de los demás, fundamentalmente industria y servicios.
El bloque se volvió incapaz de definir propuestas suficientemente atractivas para un acuerdo, lamentó Antonio Donizeti Beraldo, responsable de comercio exterior de la Confederación Nacional de Agricultura brasileña.
Brasil hizo hincapié, por ejemplo, en la cláusula de industria naciente, que permite aumentar la protección arancelaria a un producto que empieza a ser fabricado en el país. El objetivo es no renunciar a posibilidades futuras de industrialización, pero esa disposición agregaría incertidumbre a un posible acuerdo.
Las exigencias argentinas, por otra parte, limitaron las ofertas del Mercosur en el área de vehículos automotores y textiles, por ejemplo.
Brasil pretendía ofrecer a la UE una cuota de por lo menos 100.000 unidades vehiculares y la desgravación de todas las importaciones del sector en diez años, pero la oferta fue muy inferior, debido al interés argentino en recuperar su industria automovilística, muy afectada por la crisis de los últimos años.
Del otro lado del Atlántico son igualmente las contradicciones internas las que no permiten a la UE abrir sustancialmente su muy protegido mercado agrícola, como reclama el bloque sudamericano.