ENERGIA-BRASIL: Lucha por ingresar al club nuclear

El revuelo desatado por la inspección de la planta brasileña de enriquecimiento de uranio es una ”falsa polémica”, que puede ocultar intentos de trabar el desarrollo local de la industria nuclear.

Esta opinión, del físico Aquilino Senra Martínez, se basa en la certeza de que la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) puede monitorear la producción de combustible nuclear brasileño sin examinar todos los equipos de la planta, y también en experiencias del pasado.

El profesor de posgrado en Ingeniería de la Universidad de Sao Paulo recordó a IPS las dificultades que enfrentó Brasil para importar supercomputadoras en los años 80, bajo el pretexto de que podían servir a la producción de armas nucleares de largo alcance.

El veto estadounidense a esas importaciones afectó el desarrollo de la industria aeronáutica brasileña y obligó a un centro de previsiones meteorológicas a construir su sede fuera de Sao José dos Campos, capital de la tecnología aeroespacial en Brasil, a cien kilómetros de Sao Paulo, para poder disponer de una supercomputadora.

Brasil ha desarrollado una tecnología de enriquecimiento de uranio en ”escala piloto, no comercial”, aclaró. Para producir combustible en cantidad suficiente al abastecimiento de sus dos centrales nucleares, necesitará miles de aparatos ultracentrífugos, lo que requiere importar muchos componentes, observó Martínez.

Las dudas sobre los fines pacíficos de la industria nuclear de este país pueden trabar la importación de los equipos y componentes necesarios, razonó. Este sería, a juicio del científico, el objetivo de la ”falsa polémica”.

Tres inspectores de la AIEA concluyeron este miércoles una visita de tres días al sector nuclear brasileño. Mantuvieron reuniones con la Comisión Nacional de Energía Nuclear y el martes permanecieron por más de seis horas en la planta de producción de elementos combustibles de Resende, a 160 kilómetros de Río de Janeiro.

El gobierno brasileño no aceptó la inspección visual de los equipos ultracentrífugos, usados en el enriquecimiento del uranio.

La restricción tiene por fin proteger secretos industriales, ya que se trata de una técnica innovadora que reduce costos, argumentaron las autoridades para ocultar los equipos con paneles que impiden ver la cantidad, el tamaño y la forma de las máquinas ultracentrífugas.

La AIEA decidirá con base en el informe de los técnicos si acepta las restricciones impuestas por Brasil y promueve una inspección más detallada, dentro de dos semanas, para averiguar si la planta ofrece garantías de uso pacífico.

La resistencia brasileña a una inspección sin restricciones se mantiene desde abril, y ha dado pie a especulaciones sobre posibles irregularidades, como la adquisición de equipos ilegales de Pakistán. El gobierno espera que las pequeñas concesiones hechas a la misión técnica sean suficientes para superar las discrepancias con la agencia de la ONU.

Sin la aprobación de la AIEA, esperada para el próximo mes por el gobierno, Brasil no producirá combustible para sus dos centrales nucleares.

El país tiene derecho a proteger su tecnología y no rechaza la inspección, sino que está negociando procedimientos, un hecho ”normal cuando se trata de nuevas instalaciones”, dijo a IPS Edson Kuramoto, director de la Asociación Brasileña de Energía Nuclear, que reúne a 1.200 técnicos del sector.

El objetivo inicial es lograr la autosuficiencia en combustible nuclear para abastecer sus propias centrales, lo que representaría un ahorro de 14 millones de dólares al año que se gastan ahora en la importación de ese insumo.

La construcción de una tercera central, actualmente a estudio del gobierno, crearía una demanda interna a una escala que daría viabilidad económica a todo el ciclo combustible, una antigua meta del sector, observó Kuramoto.

La polémica internacional sobre si Brasil ha desarrollado efectivamente máquinas ultracentrífugas más eficientes que consumen menos energía, justificaría el secreto.

Los que ponen en duda esta capacidad desconocen un hecho sencillo: que las plantas más recientes incorporan nueva tecnología y por eso tienen todas las condiciones para ser más eficientes, argumentó Kuramoto.

Solo cuatro empresas en el mundo (dos europeas, una estadounidense y una rusa) producen combustible nuclear, y sus plantas ya son viejas, acotó..

”Quien hace último hace mejor”, tanto en informática como en cualquier industria, acotó Martínez. Por eso, la entrada de un nuevo competidor como Brasil a ese limitado club constituye una amenaza para los que controlan el mercado y genera resistencias, arguyó.

Contando con grandes yacimientos de uranio, Brasil podrá en el futuro disputar el mercado mundial de materiales combustibles, que moviliza cerca de 11.000 millones de dólares al año, destacó el físico.

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