Más de 100.000 refugiados de Bhután se perpetúan en campamentos instalados en Nepal sin que los gobiernos de los dos reinos ni la comunidad internacional conciban un plan para acabar con ese destierro, que se prolonga desde hace 13 años.
La larga espera por la repatriación ha minado las esperanzas de la gente y un sentimiento de frustración cunde entre los refugiados, en especial los jóvenes, imposibilitados de retornar a Bhután, describió el profesor Ratan Gazmere, forzado al exilio en 1992.
El éxodo de la población de lengua nepalesa que estaba asentada al sur de Bhután comenzó a fines de 1990. Desde entonces, decenas de miles de miembros de esa comunidad fueron despojados de su nacionalidad bhutanesa y expulsados de sus lugares de residencia, recordó Gazmere.
El último recuento, de junio pasado, elevó a 104.235 el número de personas bajo protección de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) que permanecen en siete campamentos levantados en Nepal.
El alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ruud Lubbers, estimó hace dos semanas, durante las sesiones del comité ejecutivo del Acnur en Ginebra, que la situación de los refugiados bhutaneses es poco alentadora.
Los acontecimientos del último año en Nepal apremian la búsqueda de una solución, dijo Lubbers en referencia al incremento de las actividades de guerrilleros maoistas y de la represión gubernamental en ese reino asiático.
Gazmere comentó a IPS que en los campamentos de refugiados bhutaneses, ubicados al sur de Nepal, no hemos percibido evidencias de que el conflicto armado afecte nuestra estada en el país.
De todos modos, estamos preocupados, aclaró. Las organizaciones de refugiados reclaman una intervención urgente de la comunidad internacional para evitar que ese foco de tensión interna de Nepal complique la situación de los exiliados.
Desde 1993, las negociaciones para encontrar una solución al problema de los refugiados bhutaneses se han reducido al plano bilateral, entre los gobiernos de Nepal y Bhután.
Las autoridades de Bhutan han prescindido de la participación del Acnur en las negociaciones. Tampoco han aceptado la presencia de representantes de esa agencia de la ONU en su territorio.
En cambio, apenas comenzó el desplazamiento de los refugiados originarios de Bhután del Sur, Katmandú solicitó la colaboración del Acnur, que presta asistencia en los siete campamentos establecidos al sudeste de Nepal.
El único fruto de las negociaciones bilaterales ha sido una categorización de las personas alojadas en los campamentos, divididos en: 1) Los bhutanses de buena fe que fueron expulsados por la fuerza, 2) los bhutaneses que abandonar voluntariamente Bhután, 3) los no bhutaneses, y 4) los bhutaneses que han cometido delitos.
Los dos gobiernos aplicaron ese criterio de clasificación en una verificación efectuada en el campamento de Khudunabari, donde se alojan 12.500 refugiados.
El representante de Acnur en Nepal, Abraham Abraham, expresó su preocupación por los resultados de esa encuesta, que arrojó sólo 293 personas en el grupo de buena fe, mientras 70 por ciento de los residentes en Khudunabari correspondieron a la categoría de los desplazados voluntarios, que han perdido su ciudadanía de acuerdo a las disposiciones legales de Bhután.
La clasificación indicó que 85 familias se ubicaban en el grupo de los delincuentes, que incluyó a menores nacidos en los campamentos. Algunas familias de refugiados quedaron divididas, con miembros distribuidos en grupos diferentes, se quejó Abraham.
Por lo pronto, 94 por ciento de la población de Khudunabari ha apelado el dictamen de la encuesta, mientras Acnur demandó la participación de un órgano independiente y manifestó preocupación porque el proceso de apelación bilateral no contempla los patrones legales internacionales.
Los líderes de los refugiados descreen esencialmente del proceso bilateral, pues no va a resolver el problema ni a ofrecer una salida duradera para los exiliados bhutaneses, dijo Gazmere.
A su vez, los refugiados proponen la realización a la brevedad de una conferencia internacional para discutir una solución. Gazmere opinó que deberían participar Nepal, Bhután, el Acnur, la Oficina del Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Derechos Humanos, los propios refugiados y los países donantes que contribuyen a sostener los campamentos.
El activista sostuvo que las invitaciones deberían extenderse también a organizaciones no gubernamentales involucradas en el tema, como Amnistía Internacional, con sede en Londres, Human Rights Watch, con casa central en Nueva York, y la Federación Mundial Luterana.
Mientras se dilata la solución al problema, la situación de los refugiados en los campamentos se ha deteriorado mucho, en particular las condiciones de los servicios de salud y de educación se han reducidas drásticamente, sostuvo Gazmere.
Mucha gente muere, en particular los más ancianos, porque no reciben a tiempo la asistencia médica, que parece más orientada a los jóvenes, estimó.
En cuanto a la instrucción, al comienzo Acnur aseguraba inclusive la enseñanza universitaria, pero luego de dos o tres años se limitó a los cursos secundarios. Y a partir de este año ni siquiera eso, pues sólo se brinda educación primaria, aseguró.
Por el contrario, Jennifer Pagonis, subjefa de información pública del Acnur, dijo que no es correcta la apreciación sobre una menor prestación de cuidados médicos a los ancianos.
Acnur siempre ha sido consecuente en ofrecer, a través de organizaciones no gubernamentales, un nivel aceptable de atención sanitaria a los refugiados de todas las edades, explicó Pagonis a IPS.
En realidad, la calidad de los cuidados médicos prestados a los refugiados supera a los que reciben las poblaciones locales. En efecto, Acnur incluye a los pobladores nepaleses en sus programas para elevar sus niveles y equipararlos a los nuestros, argumentó la funcionaria.
En cuanto a la educación, el mandato del Acnur le obliga a suministrar instrucción primaria a los refugiados de todo el mundo. En el caso de los refugiados bhutaneses, también recibía enseñanza secundaria
Pero, lamentablemente la organización no gubernamental que prestaba ese servicio, la católica Cáritas, no obtuvo este año los fondos necesarios para continuarlo. Esperamos, para beneficio de los refugiados, que mejore la situación financiera de esa institución, comentó Pagonis.