Viejos son los tiempos en que se afirmaba que Portugal y Brasil son dos países hermanos separados por una lengua común.
La vertiginosa modernización de Portugal desde su ingreso en 1986 a la Unión Europea (UE, entonces Comunidad Económica Europea), y el que Brasil se sitúe hoy entre las diez primeras economías del mundo, incrementó el respeto mutuo en ambos sentidos.
Los 10,2 millones de portugueses se rindieron ante el cine, la televisión, el teatro, la gastronomía, la música, los bailes y hasta la simpática y eficiente atención de los camareros de restaurante reclutados entre los cerca de 120.000 inmigrantes procedentes de la que un día fue la mayor posesión lusa de ultramar.
Por su parte, los brasileños comienzan a comprobar que Portugal no es sólo el lugar de donde salieron 1,3 millones de personas, muchas de ellas semianalfabetas y tozudas, que residen en su vasto país sudamericano de 172 millones de habitantes.
Comienza a diluirse el contencioso luso-brasileño, basado muchas veces en respectivos desprecios de ambos lados del océano Atlántico.
Gran parte del mérito de que eso haya cesado se debe a la sabia decisión en 1994 del entonces presidente brasileño Itamar Franco, que nombró embajador en Lisboa al ex ministro de Cultura de Brasil, José Aparecido de Oliveira, dijo a IPS el analista portugués José Carlos de Vasconcelos,.
Además de haber sido el arquitecto de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa, Zé (diminutivo de José, en portugués) Aparecido es un verdadero admirador y amante de la cultura portuguesa.
Gran parte del mejor conocimiento entre los dos países se debe indudablemente a Zé Aparecido, un profundo conocedor de nuestra cultura, que abrió las puertas de su embajada a todos los niveles de la cultura y no sólo a los dirigentes políticos, a lo que se une la inmensa popularidad en Portugal del actual presidente brasileño Luiz Inácio Lula de Silva, apuntó Vasconcelos.
Quizás haya que fechar el comienzo de la invasión brasileña a Portugal en 1977, cuando la telenovela Gabriela fue un enorme éxito, y se llegó a suspender los trabajos del parlamento y una reunión de consejo de ministros para ver el último capítulo.
En aquel tiempo, Sonia Braga, protagonista de esa producción basada en una novela del también brasileño Jorge Amado, alcanzó en Portugal niveles de popularidad aun mayores que en su propio país, y los libros de Amado se agotaron rápidamente en las librerías lusas.
Desde hace un cuarto de siglo, los actores brasileños pasaron a formar parte del menú diario de las familias portuguesas, que a la hora de la cena suelen encender el televisor para ver las telenoveleas de la brasileña TV Globo.
Por su parte, los artistas brasileños ven en la lengua común con Portugal una oportunidad única y un palco privilegiado para presentaciones en vivo, pagadas en euros y con el nivel de remuneración normal en la UE, que es unas cinco veces mayor que el de Brasil.
Pero no solo en el área del arte y los espectáculos se produce el veloz acercamiento. El turismo en Brasil atrae a cada vez más portugueses, al igual que la gastronomía y las danzas típicas brasileñas.
El país del samba (música bailable de origen carnavalesco) y la capoeira (mezcla de danza y arte marcial de origen africano y desarrollada por esclavos en la época colonial), de las bellas playas, de la caipirinha (aguardiente con jugo de limón y azúcar) y de los paisajes naturales en enormes espacios, impensables en Europa, se convirtió en uno de los destinos turísticos más buscados por portugueses.
La gastronomía brasileña es uno de los aspectos que más atrae a los lusitanos, los mayores consumidores de peces y mariscos del mundo.
Pasar vacaciones en el noreste brasileño, con playas indescriptibles, y comer una inmensa parrillada de mariscos junto al mar para tres, por el precio de un plato de pollo con patatas fritas en Lisboa, además de ser muy bien atendidos y en un país donde se habla portugués, es para nosotros un sueño que se convierte en realidad, dijo a IPS Sergio Cunha, director de una agencia bancaria, a su regreso de Brasil.
Muchos brasileños sólo conocían Portugal por la historia de la colonización y a través de la lectura obligatoria en el liceo de Luiz Vaz de Camões, el padre de la lengua portuguesa. La otra cara de la moneda era el estereotipo del país atrasado, materia prima para chistes similares a los que se hacen en otros países latinoamericanos sobre los gallegos españoles.
Una de esas bromas que descalifican dice que un computador alemán tiene memoria, mientras uno portugués tiene un vago recuerdo, pero ahora muchos medios de comunicación brasileños informan sobre el Portugal moderno, que comenzó a ser posible en el seno de la UE.
En Brasil, la presencia lusa se hace sentir en varias áreas relacionadas directamente con la mayoría de la población, como la telefonía móvil, las grandes cadenas de supermercados y la distribución de agua y electricidad, además de los miles de turistas.
En Portugal, los dueños de bares, confiterías y restaurantes contratan con gusto a inmigrantes de la suave invasión brasileña.
Ellos son muy simpáticos y rápidos. La gente aquí viene a relajarse, y prefiere encontrar un brasileño de buen humor y optimista que a un portugués lento y fatalista. ¡Y nosotros, los comerciantes, queremos vender!, explicó a IPS el propietario de un bar-terraza en la exclusiva Costa do Sol, en los alrededores de Lisboa,.
Los escenarios para espectáculos musicales de Lisboa, y los de otras ciudades importantes como Oporto y Coimbra, ambas al norte, dejaron de recibir sólo a los brasileños más consagrados, como Caetano Veloso, Chico Buarque, Maria Bethania o Gal Costa, para abrir paso también a otros de menos renombre internacional, como Alexandre Pires, Daniela Mercury o Fafá de Belem.
Actores brasileños de gran popularidad en Portugal por las telenovelas ya descubrieron el filón de oro que es el público lusitano.
De todos modos, al montar un espectáculo de teatro brasileño en Portugal el riesgo financiero es grande, y es más seguro que sea interpretado por actrices y actores ya conocidos a través de la televisión, según la productora teatral Diana Valente Perfecto.
En la vida del ocio, la capirinha superó al vino de oporto, convirtiéndose en uno de los aperitivos más consumidos en Portugal, el tradicional carnaval portugués muestra fuerte influencia del de Rio de Janeiro, se abrieron decenas de restaurantes y bares brasileños con música en vivo, y hay escuelas de capoeira de norte a sur del país. (