A medida que se acerca en Camboya el juzgamiento por genocidio de miembros del régimen del Jemer Rojo (1975-1979), gana impulso la convocatoria para que las víctimas presten su testimonio.
Forman fila frente al estrado de los testigos ciudadanos como Youk Chhang, que tenía 14 años cuando las fuerzas del partido maoísta Jemer Rojo, bajo el liderazgo de Pol Pot, marcharon sobre Phnom Penh y abrieron un ciclo de terror y opresión.
El gobierno debe asegurar que se permita a los sobrevivientes presenciar todo el juicio, dijo por teléfono a IPS Chhang, hoy director del no gubernamental Centro de Documentación de Camboya (CDC), que desde 1995 recoge testimonios y evidencias sobre el régimen jemer.
La participación pública garantizará la calidad del juicio, sostuvo.
Se atribuye al régimen del Jemer Rojo la muerte, entre 1975 y 1979, de 1,7 millones de camboyanos, 20 por ciento de la población de entonces, a través de ejecuciones, campamentos de trabajos forzados y por la hambruna generalizada.
El gobierno del primer ministro Hun Sen acompaña los pedidos de transparencia, pues considera que el juicio es un proceso abierto al público y a las organizaciones, informó Helen Jarvis, asesora del viceprimer ministro Sok An, entre cuyas funciones figura el apoyo del tribunal.
Tal apertura está especulada claramente en la ley que crea el tribunal, explicó Jarvis. De todos modos, habrá algunas audiencias a puertas cerradas si el tribunal lo requiere, como sucede en todas partes.
El parlamento camboyano aprobó el martes 29 enmiendas a la legislación vigente y que permitirán al tribunal patrocinado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) acusar a los miembros sobrevivientes de Pol Pot.
El día anterior, el parlamento había ratificado el acuerdo entre la ONU y el gobierno que sentó las bases para el tribunal, luego de seis años de problemáticas negociaciones.
Las más recientes dificultades se refieren a la financiación de los juicios, previstos para los próximos tres años. La ONU calculó los costos en 50 millones de dólares, que deberán ser cubiertos por la empobrecida Camboya y por la comunidad internacional.
Pol Pot no se sentará en el banquillo, pues murió en 1998. Tampoco su canciller Ieng Sary, amnistiado por el actual gobierno.
Solo dos integrantes del Jemer Rojo se enfrentarán con el tribunal: el jefe militar del régimen, Ta Mok, y Duch, el cabecilla de Toul Sleng, un tenebroso centro de interrogatorios en Phnom Penh.
La preocupación de Chhang y otros sobrevivientes es que el proceso sea creíble y que la justicia prevalezca sobre otras consideraciones.
Desde 2001, Camboya está sumida en un debate sobre la naturaleza del tribunal y sobre los jueces que dirigirán las audiencias.
El gobierno de Hun Sen ha rechazado las sugerencias de la ONU, juristas y organizaciones de derechos humanos de establecer en este país de Asia sudoriental un tribunal especial para crímenes de guerra similar a los formados para la antigua Yugoslavia y para Ruanda.
Phnom Penh ha insistido una solución combinada, que involucra a magistrados camboyanos —que constituyen la mayoría— y extranjeros y que se guiarán por el derecho internacional
Los tribunales para Ruanda y la antigua Yugoslavia se componían de magistrados extranjeros sin representación de los países en cuestión, como indica la tradición en materia de procesamiento de crímenes de guerra.
Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional cuestionaron el mecanismo, dada la supuesta debilidad del sistema judicial camboyano.
Ambas instituciones expresaron su preocupación, en informes publicados por separado, de que la política prevalezca por sobre la justicia, a raíz de la influencia de la elite gobernante sobre el Poder Judicial y los antecedentes de corrupción de los magistrados.
El secretario general de la ONU cuestionó la estructura establecida por las autoridades camboyanas para el tribunal, la cual, advirtió, no garantiza independencia, imparcialidad ni objetividad.
El propio Hun Sen debería, según muchos activistas de derechos humanos, presentarse ante el tribunal, pues integró el Jemer Rojo aunque desertó de la organización para unirse al gobierno apoyado por Vietnam que sucedió a ese régimen.
El Jemer Rojo evacuó las ciudades, suprimió la moneda, impuso la obligatoriedad de la labor comunitaria agrícola, clausuró fábricas y escuelas y persiguió a intelectuales.
El régimen fue derrocado en 1979 por tropas de Vietnam. Pol Pot rivalizaba con los comunistas vietnamitas, alineados con la hoy disuelta Unión Soviética, y por eso recibió apoyo, o al menos fue tolerado, por Estados Unidos y por Beijing en aquellos años de guerra fría
Muchos de los sucesores de Pol Pot son hoy aliados del primer ministro Hun Sen, él mismo ex comandante del Jemer Rojo.
Pero en las postrimerías del régimen, Hun Sen lideró un movimiento de resistencia contra Pol Pot, y ha expresado en varias ocasiones su resentimiento contra la ONU por haber reconocido en esos años el régimen del fallecido dictador. (