El viaje del secretario de Estado (canciller) estadounidense Colin Powell a Brasil, desde el lunes hasta este miércoles, fue puramente diplomático y de cortesía, según se deduce de la información oficial divulgada.
Una visita de sondeo, de relación bilateral rutinaria, definió la experta en relaciones interamericanas Cristina Pecequilo, profesora del Centro Universitario Iberoamericano de Sao Paulo.
Si hubo discusiones que no trascendieron, sus resultados sólo tendrán vigencia si el presidente George W. Bush es reelecto en los comicios del 2 de noviembre, acotó.
El peso de la presencia de Powell en Brasil se vuelve más relativo aún por la creciente posibilidad de que no permanezca al frente de la diplomacia de su país en el próximo periodo de gobierno por una derrota de Bush o por su probable ausencia en el gabinete que formaría el actual mandatario para su segundo mandato.
El retiro de Powell podría materializarse por discrepancias con los halcones que sostienen la línea dura en política exterior y dominan el actual gobierno o, según rumores, por problemas de salud, dijo Pecequilo a IPS.
Powell manifestó su deseo de que se reanuden pronto las negociaciones para crear el año próximo el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Pero el canciller brasileño Celso Amorim dejó en claro que un nuevo diálogo al respecto solo podrá iniciarse después de las elecciones en Estados Unidos.
El proceso se interrumpió meses atrás principalmente por discrepancias entre Brasil y Estados Unidos, que presiden las negociaciones.
Powell, cuyas actividades en Sao Paulo y Brasilia se concentraron el día martes, elogió la candidatura sólida de Brasil a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Pero no manifestó un apoyo explícito, que sólo será decidido por Washington después de definida la reforma de ese cuerpo del foro mundial, según dijo.
El secretario de Estado aseguró que no preocupa a su gobierno la resistencia brasileña a abrir completamente su planta de enriquecimiento de uranio a la inspección de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
Está claro que Brasil se limita al uso pacífico de la energía nuclear, incluso por determinación de su Constitución y los tratados internacionales que firmó, y su caso nada tiene que ver con el de Irán y Corea del Norte, que ya tienen armas nucleares, declaró.
El gobierno brasileño no se dispone a permitir una inspección visual incondicional de las máquinas ultracentrífugas instaladas en una planta en Resende, a 160 kilómetros de Río de Janeiro, arguyendo que debe proteger secretos tecnológicos.
El proceso de enriquecimiento de uranio desarrollado por técnicos brasileños en un programa iniciado en secreto por la marina de guerra unas tres décadas atrás, es más barato que las técnicas utilizadas por otros países, según Brasilia.
Como Brasil posee la sexta mayor reserva de uranio del mundo, el dominio tecnológico de su enriquecimiento le permite disputar un gran mercado internacional. Es una cuestión estratégica pero también comercial, según Pecequilo.
Hasta ahora sólo cuatro empresas de Estados Unidos, Francia, Rusia y un consorcio alemán, británico y holandés proveen combustible para centrales nucleares en el mundo, un mercado estimado en 18.000 millones de dólares al año por Aquilino Martinez, experto de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
El uranio enriquecido puede venderse a un precio casi 50 veces mayor que el del mineral en bruto.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva dialogó con Powell durante 75 minutos, sin tratar temas polémicos y centrado en las relaciones bilaterales y las cuestiones regionales de interés común, como la crisis política venezolana y Haití, según la cancillería.
Amorim aprovechó la ocasión para pedir mayor apoyo de Washington a la pacificación de Haití, donde tropas brasileñas comandan una fuerza de paz de la ONU compuesta de 1.200 soldados de este país y 1.800 de otras naciones, varias de ellas sudamericanas. El plan inicial preveía el doble de efectivos.
Los recursos destinados a la reconstrucción del país caribeño devastado por conflictos internos y por el huracán Jeanne, alcanzan a 1.000 millones de dólares, pero la burocracia y las exigencias de proyectos detallados retardan la entrega de esos fondos, se quejó Amorim.
Además de sostener diálogos amenos con gobernantes y empresarios brasileños, Powell se reunió con niños pobres asistidos por un proyecto social de artes y deportes en Sao Paulo, y con los jóvenes embajadores, estudiantes de este país que participaron en un programa de intercambio educativo con Estados Unidos. (