El centenario del tratado de límites del 20 de octubre de 1904 entre Bolivia y Chile pone en evidencia las irreconciliables diferencias de los gobiernos de ambos países, a través de sus respectivos presidentes, Carlos Mesa y Ricardo Lagos.
Tengo el deber de cuidar y defender la vigencia de nuestros tratados y la integridad de nuestro territorio, dijo Lagos en un pronunciamiento en Santiago, en respuesta a la demanda formulada en La Paz por Mesa de negociar un nuevo acuerdo bilateral que satisfaga el reclamo de una salida boliviana soberana al océano Pacífico.
El Tratado de Paz y Amistad de Chile y Bolivia, como se denominó, fue firmado en Santiago un siglo atrás, 25 años después del inicio en 1879 de la Guerra del Pacífico, en la cual las tropas chilenas derrotaron a los ejércitos boliviano y peruano.
Este centenario coincidió con un nuevo conflicto comercial entre los dos países, disparado por los anuncios de las autoridades bolivianas de aplicar altos impuestos a las mercancías que ingresen a su territorio procedentes de puertos chilenos.
El tratado de 1904, firmado por los presidentes Germán Riesco, de Chile, e Ismael Montes, de Bolivia, sancionó la incorporación al territorio chileno de la antigua provincia boliviana de Antofagasta, con lo cual el país altiplánico perdió sus costas en el Pacífico.
De acuerdo con ese mismo instrumento, Chile terminó de construir en 1913 un ferrocarril desde su puerto de Arica hasta La Paz, cuya sección en territorio de Bolivia fue entregada al dominio de ese país en 1928.
La cancillería chilena recordó este miércoles que, también en virtud del tratado, Chile reconoció a perpetuidad, a favor de Bolivia, el más amplio y libre derecho de tránsito comercial por su territorio y puertos del océano Pacífico.
En un discurso pronunciado ante una sesión especial del Congreso legislativo, el presidente Mesa sostuvo que es una ilusión suponer que Chile y Bolivia van a poder tener una relación fluida si no conseguimos resolver el tema (de la disputa marítima) hasta el final.
El mandatario boliviano apuntó que la solución definitiva pasa por la soberanía (boliviana sobre un puerto del Pacífico) en una franja (territorial) o en un proceso, cualquiera que este sea, que se establezca en una negociación.
Mesa fue vicepresidente de Bolivia hasta octubre de 2003 y asumió la jefatura del Estado luego de las protestas populares que obligaron a renunciar al entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, quien parecía dispuesto a negociar la exportación de gas natural a través de un puerto chileno.
Mesa sostuvo que su política exterior ha tenido como eje revalorar la palabra soberanía en la cuestión marítima. Una palabra que en los últimos años ha sido diluida en función de la idea de que se podía llegar, de manera intermedia y progresiva, a un destino final incierto.
No tiene caso jugar con las palabras y pretender que se puede convencer a la opinión pública boliviana de que hay caminos intermedios, agregó el presidente, en alusión a las ofertas chilenas de avanzar en la integración económica de los dos países y dar mayores facilidades y concesiones portuarias.
Es un hecho indiscutible que el enclaustramiento boliviano ha significado pérdidas de extraordinario costo que han retrasado nuestro desarrollo, apuntó, aunque agregó que ese no es el elemento único que explica los problemas de crecimiento y desigualdad de Bolivia. No hay que achacar todos los males bolivianos a esto, subrayó.
Pocas horas después de la alocución de Mesa, se produjo en Santiago la réplica de Lagos, quien habló en el palacio presidencial de La Moneda desde el simbólico salón que lleva el nombre de Bernardo O'Higgins, héroe de la independencia.
El presidente chileno insistió en la postura oficial de la intangibilidad de los tratados para descartar una revisión del documento de 1904, caracterizado por Mesa como un tratado de paz pero no de amistad.
Tengo el deber de cuidar y defender la vigencia de nuestros tratados y la integridad de nuestro territorio. Así lo haré, así lo he hecho y así lo seguiré haciendo, dijo Lagos.
Hoy reitero además que estamos disponibles para reanudar las relaciones diplomáticas con Bolivia. Es la forma moderna de construir la vecindad y debatir las diferencias. Chile y Bolivia tienen que poner la mirada al futuro, agregó el presidente chileno.
En el accidentado curso de las relaciones bilaterales, en 1975 los entonces dictadores Hugo Banzer, de Bolivia, y Augusto Pinochet, de Chile, restablecieron los vínculos diplomáticos como parte de una negociación para dar una franja territorial de acceso al Pacífico a Bolivia al norte de Arica, en la frontera con Perú.
La negociación, que contemplaba un canje de territorios, fracasó por el veto de Perú, que invocó una cláusula del tratado de límites suscrito con Chile en 1929, según el cual este país no puede enajenar territorios de la antigua provincia peruana de Tarapacá, desde entonces bajo soberanía chilena, sin el acuerdo de Lima.
Banzer rompió relaciones diplomáticas con Chile en 1978 y desde entonces los dos países mantienen vínculos únicamente consulares.
Chile postula que las relaciones con Bolivia tienen múltiples espacios de crecimiento, bajo una lógica de integración, de integración política, económica, social y cultural, integración que es propia del siglo XXI, insistió Lagos.
Más allá de la retórica, lo cierto es que el clima de tensión y el distanciamiento de los dos países se ha acentuado en los últimos 12 meses, lo cual fue corroborado en este simbólico aniversario número 100 del tratado de 1904.
Para El Diario de La Paz, esta fecha representa un siglo de ignominia, según un título del periódico que calificó además de puertos bolivianos cautivos a las terminales costeras chilenas de Tocopilla, Cobija, Mejillones, Antofagasta y Taltal.
El principal puerto chileno del Pacífico, por el cual ingresan mercancías hacia Bolivia, es Arica, cuya administración fue cedida el 1 de este mes a una empresa privada tras un proceso de licitación.
Las autoridades bolivianas consideraron que esa medida implica la privatización de Arica y viola preceptos del tratado de 1904, ante lo cual el vicecanciller Jorge Gumucio dijo el martes que se podría aplicar una tasa impositiva suficientemente alta a mercancías que ingresen a su territorio procedentes de ese puerto chileno.
Con ello, el gobierno boliviano favorecería un mayor tráfico comercial por Ilo y Matarani, puertos del sur del Perú, por los cuales ingresarían tanto productos con destino a Bolivia como a Paraguay y a Brasil.
El canciller chileno Ignacio Walker dijo este miércoles que no ha tenido notificación formal de una iniciativa de ley del gobierno boliviano para un alza de impuestos, la cual, señaló, sería contraria y atentatoria a las normas del libre comercio con perjuicios para terceros países.
Es probable, según se señaló este miércoles en La Paz, que el gobierno de Mesa abra otra fuente de reclamo contra Chile por este asunto, tanto en la Organización de Estados Americanos como en la Organización Mundial del Comercio. (